Tendremos una capacidad de reacción rápida y adaptada cuando el tiempo transcurrido entre la percepción del estímulo, la elaboración del estímulo y la modificación del tono muscular sean muy cortos. En este proceso desempeñan un papel muy importante los elementos analizadores ojo, oído y piel, así como la acción motora que resulta de su percepción.
Tanto si se trata de agarrar rápidamente un objeto que se cae como de reaccionar a las diferentes situaciones del tránsito, siempre se debe valorar muy rápidamente un estímulo externo.
Capacidad de diferenciación
Este término designa la capacidad de ejecutar una secuencia motora de forma segura, exacta y económica, en relación con la posición y la dirección de movimiento de unas partes del cuerpo respecto a las otras y a su entorno. En este proceso, la dosificación de la fuerza desempeña un papel esencial.
Nos referimos tanto al manejo de objetos pequeños, grandes, ligeros y pesados, y a la aplicación de una fuerza correcta, como a la adecuada valoración de alturas, profundidades, distancias y velocidades. Son especialmente los propioceptores situados en músculos, articulaciones, tendones y ligamentos los encargados de informar al sistema nervioso central de los cambios de posición del cuerpo para permitir la realización de un movimiento preciso y adaptando la fuerza tras la elaboración de la respuesta. Evitando la aplicación de una fuerza demasiado importante o demasiado leve, conseguiremos economizar la aplicación de fuerza.
Capacidad de acoplamiento
Define la capacidad de coordinar diversos movimientos aislados o movimientos parciales del cuerpo para alcanzar un movimiento global en relación con un determinado objetivo de actuación.
El acoplamiento de movimientos será más difícil cuantos más movimientos parciales deban combinarse en un movimiento de conjunto. La realización de movimientos fluidos, armónicos y rítmicos –por ejemplo, en la práctica de gimnasia, aerobic, danza, etc., y la economía de fuerza que va unida a ellos– son muestra de una buena capacidad de acoplamiento. La simultaneidad de movimientos durante las actividades de la vida cotidiana, como, por ejemplo, ponerse unos guantes mientras caminamos, está basada en el acoplamiento de movimientos que se pierde visiblemente con la edad y que, por lo tanto, deben ser ejercitados siempre de nuevo.
Ritmo
Define la capacidad de poder ejecutar una secuencia motora a un ritmo determinado. Es decir, de distribuir una secuencia motora rítmicamente en el tiempo.
En las actividades de la vida cotidiana y deportiva, la existencia de un buen sentido del ritmo al realizar los movimientos, así como la coordinación entre el ritmo de los movimientos y de la respiración, es condición previa para poder llevar a cabo una tensión y relajación progresiva de la musculatura, y así elevar el umbral de fatiga. Si comparamos, por ejemplo, una caminata efectuada a un ritmo de movimiento normal con un paseo yendo de compras por la ciudad, nos daremos cuenta de que el paseo por la ciudad nos fatiga mucho más, y esto es debido a la realización de movimientos no rítmicos.
Equilibrio
Comprende la capacidad de mantener el equilibrio del cuerpo o de recuperarlo, y de reaccionar de forma más o menos adecuada y rápida a los posibles estímulos externos que nos alejan de nuestro centro de gravedad.
Una buena capacidad de equilibrio facilita el control de los movimientos y reduce el riesgo de caídas. El equilibrio dinámico depende esencialmente del órgano vestibular presente en el oído interno, puesto que éste registra los movimientos de la cabeza.
Capacidad de anticipación
La capacidad de anticipación es la posibilidad de prevenir posibles situaciones futuras, de adaptarse previamente a ellas y de prevenir mentalmente la modificación necesaria de las secuencias motoras.
Esto requiere un análisis a tiempo cuando la situación cambia, para poder reaccionar con el patrón de movimiento y de acción correspondiente.
Capacidad de adaptación
Designa la capacidad de adaptarse de forma rápida y segura a nuevas situaciones mediante diversos actos, o modificando nuestra actuación en correspondencia.
Todas las situaciones que nos fuerzan a introducir modificaciones de nuestros actos habituales estimulan la capacidad de adaptación; por ejemplo, cuando el trayecto que recorremos diariamente hacia el trabajo se ve modificado por unas obras, o cuando debemos trasladarnos a vivir a otra ciudad, debemos adaptarnos a unas circunstancias y un entorno nuevos.
En el transcurso de la práctica deportiva se puede producir, por ejemplo un cambio súbito de las posiciones de juego. Diremos que existe una buena capacidad de adaptación cuando somos capaces de adaptarnos de forma rápida, segura y correcta a las nuevas situaciones.
El correcto desarrollo de la coordinación depende de:
• El entrenamiento mental: desarrollar la representación del movimiento a través de explicaciones y demostración del movimiento.
• Procesamiento de las propias experiencias.
• Eliminación de los movimientos concomitantes superfluos de otros grupos musculares.
• Automatización de patrones de movimiento estereotipados.
Se supone que el desarrollo de los sistemas de coordinación finaliza aproximadamente a los 13 años de edad. Por lo tanto, el desarrollo de la calidad de la coordinación entre los 6 y los 12 años será más importante cuanto mayores sean las exigencias planteadas.
Con la edad, la predisposición orgánica para el aprendizaje de nuevas tareas de coordinación disminuye. Esto no significa que el aprendizaje de la coordinación ya no sea posible para la gente mayor, pero sí que deberán adaptarse las expectativas.
Cuanto más se entrene la coordinación durante la infancia y más continúe entrenándose durante toda la vida, más notable será con el tiempo. Disponer de una buena coordinación proporciona más seguridad en uno mismo, una mejora de la conciencia corporal, una mejor capacidad de adaptación a diferentes situaciones, un aumento de la capacidad de rendimiento físico y de la concentración, y con ello un aumento de la movilidad y de la alegría de vivir.
Coordinación y actividades de la vida cotidiana
Para responder a las exigencias de la vida cotidiana, cualquier persona se ve obligada a utilizar sus habilidades de coordinación para poder llevar a cabo las diferentes actividades motoras.
Una buena coordinación se basa en la percepción y rápido procesamiento de los estímulos externos de acuerdo con la musculatura ejecutora. El objetivo principal del entrenamiento de la coordinación, en general, y de la propiocepción, en particular, se plantea basándose en las actividades de la vida cotidiana, con tal de conseguir:
• La optimización de las secuencias motoras.
• La mejora de la economía del gesto.
• La seguridad en los movimientos de las actividades de la vida cotidiana.
• La mejora de la seguridad en uno mismo, la conciencia y la sensación de bienestar.
El hecho de presentar una mala coordinación y de gastar demasiada energía dependerá de nuestras percepciones y de las reacciones físicas que de ellas se deriven. En este sentido también está relacionada con los pensamientos y los aspectos fisiológicos y psicológicos de cada individuo. Una característica típica de la coordinación es la unidad específica de la percepción y la ejecución motora.
Por las experiencias obtenidas