–¡Antonioni, atiéndeme! Necesitamos que dejes tus escrúpulos de lado.
–Pero, ¿cómo se compaginan nuestra fe y doctrina con esto, padre Superior general?
–¡Hay que apelar a un bien mayor! Deberás estar atento a cada paso que dé la doctora Esperanza Gracia. Como bien sabes, ella está trabajando con los Illuminati, y a pesar de ser una persona sabia, inteligente y llena de valores, es joven y podrían enredarla tanto que pudiera perderse; y ciertamente ella es una pieza clave para ganar la batalla final contra la oscuridad y conseguir la continuidad y el ascenso de la humanidad.
–Usted lo ha dicho, padre Superior general; ella está llena de virtudes y valores que reconozco, los mismos que pude apreciar durante el viaje de exploración a la ciudad perdida de los incas del Paititi. ¿Recuerda cuando aceptó venir aquí a Roma y contarnos sus experiencias? ¿Pero por qué considera usted que esta joven profesora es esa pieza clave?
–¡Una persona no cambia al mundo, pero una vida inspira a muchas otras a cambiarlo! Es una reacción en cadena. Y no se necesita mucha gente para cambiar el futuro planetario. A eso se le llama la masa crítica, y el Apocalipsis en el capítulo 7 nos habla de cuánta gente sería necesaria para garantizar el cambio.
–144.000, ¿no, Santo padre?
–¡Sin duda, así es! Ella ha inspirado a muchas personas, y su potencial ha sido reconocido por sus propios patrocinadores, los Illuminati.
»Hemos pensado, junto con su Santidad el papa, que a ella le debes suministrar y compartir la mayor cantidad de información relevante que puedas extraer de nuestros archivos. Cuanto más sepa ella acerca de todo lo que está en juego y en conflicto, tanto mejor se decantará por la opción correcta.
»Termina de ganarte su confianza. Que sepa que estamos del lado de la humanidad, y por tanto de su parte; así se abrirá y te dejará saber lo que no sabemos, lo que nos permitirá anticiparnos a los movimientos del acechador.
–¿Pero no le preocupa a usted, padre Superior general, que esa información que pusiéramos en manos de Esperanza pudiera caer directamente en poder de los Illuminati?
–Descuida, porque parte de esa información los Illuminati ya la poseen. Pero aportando nuestra parte recibiremos la que nosotros no manejamos. Es un juego peligroso, lo sé bien, pero debemos saber jugarlo.
»Por ello, urgentemente, llámala, localízala y convócala a Roma. Reúnete con ella en la basílica de San Ignacio de Loyola, y allí termina de unirla a nuestra causa. A partir de ahora oficialmente eres miembro de la «Santa Alianza», la red de inteligencia humana más grande y compleja que ha sabido moverse en la sombra durante siglos, que pasa desapercibida pero que siempre va un paso por delante de todo y de todos.
»Está constituida por varios cientos de personas, la mayoría religiosos y religiosas, a los que se les denomina «minutantes», cuya labor es moverse por el mundo recopilando información clave para ejercer control, anticiparse a lo que sea necesario o mantener, cuando la ocasión lo amerita, discreción y silencio.
»La red de informantes coincide en que se está preparando algo muy importante y trascendental a lo largo de la Ruta Sacra y en Egipto mismo, algo que tiene que ver con las pirámides y con portales dimensionales. Si es lo que tememos, los ángeles caídos (aquellos extraterrestres que fueron deportados a nuestro planeta hace miles de años), por medio de su aparato físico ejecutor, que son los Illuminati, podrían estar planeando un plan de fuga y la aniquilación de la humanidad.
–¡Pero, padre Superior general! Disculpe que insista y sea tan aprensivo, pero ¿no teme que lo que me está diciendo pueda filtrarse y salir de esta habitación?
–Dante, el Vaticano, y esta oficina especialmente, cuentan con equipos de seguridad de tecnología israelí para protegerse de escuchas del exterior. Así que no te preocupes.
–Pero, padre Superior general, ¿no podría suceder que el propio Servicio secreto israelí, «El Mosad», fuera el que nos espiara?
–¡Tranquilo, Antonioni! Durante la Segunda Guerra Mundial, y después también, hubo tal nivel de interacción y ayuda mutua con Israel, y luego con el Mosad, que, por conveniencia de ambos, somos aliados.
»Cada minutante tiene un nombre secreto, seudónimo o código; el tuyo será «Divina Comedia». Confía en que, si termináramos enviándote al mismo infierno, no lo haríamos sin darte las armas para enfrentarte al mismo demonio.
»¡Llama cuanto antes a Esperanza! ¡Ofrécele ayuda! No hay tiempo que perder. Se ha iniciado una nueva cuenta regresiva.
A miles de kilómetros de distancia amanecía en la ciudad de Chicago, Illinois, en los Estados Unidos de Norteamérica, la tercera ciudad con más habitantes del país después de Nueva York y los Ángeles, situada al lado del gigantesco y navegable lago Michigan, el único de los Grandes Lagos que está íntegramente en territorio estadounidense. Tiene 57.750 kilómetros cuadrados, llegando a alcanzar una profundidad de 281 metros.
El nombre de esta ciudad del norte de los Estados Unidos se desprende de la traducción francesa de la palabra indígena «Shikaakwa» y que significaría «ajo u cebolla silvestre». La primera mención a la misma, «Checagou», aparece en un libro del siglo XVII de Robert de Lasalle. Los indios potawatomis les contaron a exploradores españoles en el siglo XVII que ellos habían sido los primeros en alcanzar esas tierras, a la que llamaban «Chicaugou», cuya traducción es algo grande, fuerte o intenso.
Las colonias que después llegarían a establecerse allí desplazando a las tribus indígenas habitantes de la zona no estuvieron exentas de peligros, debiendo enfrentarse a la reacción de los locales. La llegada del hombre blanco en masa y las guerras entre Estados Unidos y Gran Bretaña fueron diezmando a las poblaciones indígenas.
Con el desarrollo del ferrocarril y los canales entre los Grandes Lagos y el río Misisipi, Chicago desarrolló la industria maderera, la agricultura y la ganadería. A mediados del siglo XIX llegaban cientos de miles de personas anualmente buscando oportunidades. La guerra civil norteamericana potenció aún más su desarrollo, hasta que el 10 de octubre de 1871 se produjo el gran incendio de Chicago, destruyendo la mayor parte del centro de la ciudad. 17.000 edificios quedaron reducidos a cenizas.
Pero la ciudad resurgió de la mano de grandes constructores, arquitectos e ingenieros que se comprometieron a resucitar la metrópoli, lo cual ocurrió en poco tiempo. Otro hecho destacable fue la revuelta obrera de Haymarket el 4 de mayo de 1886, cuya intensidad desembocó en juicios que incluyeron la pena de muerte y que el movimiento obrero denominaría «Los Mártires de Chicago».
Entre los años 20 y 30 del siglo XX, el gobierno norteamericano aprobó la Decimoctava Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que prohibió la venta y producción de bebidas alcohólicas, lo cual produjo la aparición de los famosos «gánsteres», entre los que se destacaron Al Capone y Bugs Moran. Precisamente en 1929, la ciudad fue testigo de la llamada «Matanza de San Valentín», en donde Al Capone mandó asesinar a la banda rival de Bugs Moran.
Para la celebración del centenario de Chicago, entre 1933 y 1934 se organizó una feria mundial llamada «Un Siglo de Progreso», festejando los avances tecnológicos e industriales. La feria se llevó a cabo a orillas del lago Michigan, iniciándose con el encendido de luces que captó la energía de la lejana estrella Arturo en la constelación del Boyero. Sus rayos se captaron a través de células fotoeléctricas ubicadas en distintos observatorios astronómicos, que luego se transformaron en energía eléctrica que fue enviada a Chicago. La feria fue algo extraordinario y fue visitada por cuarenta y ocho millones de personas.
En la actualidad Chicago es una de las ciudades que más está siendo afectada por el cambio climático, con temperaturas de hasta por debajo del Ártico.
Cerca del centro de esta gran metrópoli estaba el apartamento de la doctora en Arqueología