Al haber viajado las naves a través del tiempo y el espacio para experimentar con los planetas del Plan Cósmico en la cuarta dimensión, estos viajes abrieron portales entre dimensiones, que a la vez abrieron otros, siendo difícil después localizar el portal correcto de regreso. Por ello se requirió crear unos discos de un oro casi traslúcido y alquímico, a manera de espejos dimensionales, que constituían un mecanismo para poder encontrar los portales correctos, fluir por ellos entre las dimensiones y volver a la fuente de origen. Uno era grande y principal, y doce eran discos menores que alguna vez estuvieron incorporados en el principal.
En un primer momento todos encajaban en el más grande, pero después los discos menores debían ser colocados en puntos estratégicos de la Tierra, donde se conectarían con las corrientes de energía planetaria convirtiendo este mundo en un faro energético.
Para la confección de dichos discos se necesitó la combinación de varios metales, siete precisamente. Pero no era suficiente la mera aleación de los metales; se requería que en su fabricación interviniera una combinación de voces y sonidos, mentes y corazones del planeta y de este tiempo alternativo.
El disco principal, forjado en Los Altares, en el Chubut, Argentina, en la época de Lemuria, se encuentra actualmente en el Paititi en las selvas del Manú, en el Madre de Dios en Perú. Fue extraído de un templo en el lago Titicaca, y de allí fue llevado tiempo después al templo del Coricancha en el Cusco y finalmente rescatado y trasladado por los sacerdotes de los últimos incas a las selvas del Madre de Dios.
El faro ha estado apagado durante mucho tiempo para no brindar información al gobierno oscuro. Porque el portal podría haber sido empleado, no para la reconexión de los tiempos sino para que los Illuminati usaran a la humanidad para regresar a su lugar de origen.
Los Illuminati conocían la zona donde se encuentra el umbral correcto para su retorno y hacia dónde conduce, pero no el lugar preciso ni el momento adecuados para intentar el tránsito, ni tenían el poder para accionarlo. Ellos por su parte no querían que la humanidad supiera todo esto, y menos aún que directa o indirectamente bloqueáramos su fuga. Hasta podía darse el caso de que nosotros cruzáramos un umbral similar antes de que lo hicieran ellos tras la activación del portal del Paititi con varios viajes que se hicieron entre 1989 y el 2018 (viajes que realmente se efectuaron), y el traspaso ocurrió gracias a la masa crítica despertada en buena parte de la humanidad a nivel planetario el 21 de diciembre del 2012.
Sin duda de nada hubiera servido que unos pocos conocieran el posible tránsito dimensional si no se llegaba a una masa crítica planetaria capaz de entender nuestra realidad alternativa, la utilidad de traspasar el umbral reconectando los tiempos y la posibilidad de crear entre todos una decisión unificada de elevarnos vibracionalmente.
Era un número simbólico y a la vez estadístico, «144.000 individuos», el que debía lograrse para conseguir el traspaso de gente que creyera en el cambio, se comprometiera con el cambio y fueran ellos mismos agentes de cambio y transformación. Pero no era fácil en este mundo, donde parecían imperar el miedo, el desaliento y la negatividad, conseguir ese número de personas que tuviera la consciencia despierta y se mantuviera despierta pensando de forma positiva. Además, los Illuminati no lo iban a permitir…
Sin embargo, cada día hay más gente comprometida despertando sus propias conciencias y generando reacciones en cadena a su alrededor; de ahí que el 11 de noviembre del 2011 se unieran con una misma intención, no ya 144.000 personas, sino varios cientos de millones de personas a nivel mundial, orando y meditando por el planeta, llegando a modificar profecías y hasta evitando que una tormenta solar anunciada por la NASA friera literalmente el planeta el 5 y 6 de marzo del 2012. El ser humano tiene un potencial sin límites, al ser una versión corregida y aumentada de sus progenitores, lo que nos hace capaces de abrir a voluntad portales entre dimensiones.
En esta historia, Esperanza representa a la humanidad y ella es la llave, y no tanto los cristales o el disco solar. Su voz, sus sentimientos y sus emociones resuenan en el disco solar de Egipto para que exista la posibilidad de que se abra el umbral o Puerta de Orión.
Esperanza Gracia, desde el primer momento en que se enteró de quiénes eran sus patrocinadores y qué querían de ella, entró en conflicto. Por su mentalidad y formación científica le resultaba difícil lidiar con un grupo de místicos encasillados en el siglo XVIII de ideas conspiratorias, pero las evidencias que ella había palpado en la Isla de Pascua relacionadas con el fenómeno Ovni y los seres reptilianos le hicieron ver que había mucho de realidad de por medio. Y más aún cuando llegó a Paititi en las selvas del Manú y entró en una profunda caverna donde interactuó con la Orden Blanca, pudiendo constatar la existencia del disco solar y los anales de la historia oculta planetaria. También en México, en la zona de Tepoztlán Morelos, pudo ingresar dentro de una caverna donde llegó a apreciar la existencia de sarcófagos que contenían cuerpos alienígenas.
Los hallazgos y el conocimiento a los que había tenido acceso hasta ahora la colocaban en la disyuntiva de alinearse o no definitivamente con esa sociedad secreta, aceptando todas las prebendas, lujos y beneficios de semejante servicio, lo que supondría darle la espalda a la humanidad y estar hipotecando su alma. Pero de no hacerlo se estaría creando el peor de los enemigos, que podría destruirla a ella y a todos aquellos a los que amaba.
El conocimiento siempre es liberador y un arma poderosa, y ahora más que nunca es necesario que esté en manos responsables y sea accesible a todos, porque es entonces cuando la gente piensa y se cuestiona si está tomando las mejores decisiones.
En esta ocasión Egipto es el escenario de estas insólitas aventuras, así como algunos de los más importantes yacimientos arqueológicos de Europa. Durante esta nueva sucesión de viajes, nuestra arqueóloga se encontrará con el espacio ideal para realizar un sinfín de nuevos descubrimientos que podrían aportar claves reveladoras para terminar de entender el proceso humano y su interacción con civilizaciones alienígenas, y a la vez generar el gran cambio de la humanidad. Pero no será solo Egipto, sino muchos los lugares interconectados entre sí los que aportarán y deberán ser visitados para unir las piezas de este gran rompecabezas donde se está jugando el futuro planetario y la instauración de un nuevo orden cósmico.
El autor
1 El Santuario de la Tierra, del mismo autor, publicado por editorial Kolima en el 2017, es el primer título de la saga, seguido de El Códice Mexica, editorial Kolima 2018.
Capítulo I.
Vidas entrecruzadas
«La luz no lucha contra la oscuridad; cuando la luz se manifiesta la oscuridad desaparece».
Hermes Trimegistro
En los suburbios de la ciudad de Heliópolis, a poco mas de doce kilómetros al noreste del Cairo en Egipto, en el barrio de Al Matariyah, en la zona de Ain Shams, cerca del museo abierto de la antigua ciudad de Iunu u On, dos hombres vestidos con túnicas grises acompañados de una pequeña niña escarbaban el piso de tierra del sótano de un destartalado edificio multifamiliar. Querían hacer un pozo para una cisterna, mientras la niña sujetaba una oxidada lámpara de queroseno iluminándolos. Habían perforado como metro y medio apartando la tierra y toda la basura que había allí acumulada cuando el suelo comenzó a ceder y hundirse de un lado, lo cual les obligó a salir urgentemente de la excavación.
El de mayor edad, llamado Mohamed, tenía unos cuarenta y cinco años. Era el padre de la niña y un hombre bastante delgado, con un sucio turbante y los dientes amarillos por el consumo de tabaco. Le dijo a su sobrino, joven de unos veinticinco años llamado Alí:
–¡Vamos a tener que dejar de excavar porque podrían