Función de protección de la musculatura
Los trastornos articulares, sean de origen traumático o degenerativo, provocan diferentes reacciones musculares. Determinadas partes de los músculos implicados son inhibidas, de forma que se reduce su potencia. De este modo, ni la transmisión de fuerzas excesivas ni los movimientos demasiado amplios o rápidos pueden sobrecargar innecesariamente la articulación, ya que esta queda inmovilizada. En otras partes de los músculos aumenta la actividad, de manera que la articulación inmovilizada resulta bien «estabilizada». No obstante, esta importante actividad de protección a veces se interpreta como limitación de la movilidad o como acortamiento.
Control del movimiento
La musculatura esquelética posee básicamente tres funciones principales: estabilización, soporte y movimiento.
• La función de estabilización sirve para equilibrar los segmentos de las articulaciones. Es involuntaria y está predeterminada.
• La función de soporte e útil para mantener erguido el cuerpo y poder adoptar diferentes posiciones.
• La función de movimiento integra la ejecución de los movimientos dirigidos.
Las zonas motoras del sistema nervioso central son responsables del control de la postura y el movimiento. Se diferencia entre centros motores en la médula espinal (motricidad espinal) y aquellos que van de la médula espinal a la corteza cerebral (motricidad supraespinal). Para las tareas superiores de movimiento, se precisa del trabajo de la motricidad supraespinal, mientras que para los programas de postura y movimiento más sencillos se requieren los centros de la médula espinal (motricidad espinal).
Para descargar los centros motores superiores, muchos de los programas de movimiento y postura se desarrollan a nivel inconsciente (involuntario). Para que esto pueda producirse, es necesaria la interacción entre los sistemas sensoriales y motores a nivel de la médula espinal. Esta interacción se conoce como reflejo. A partir de los receptores de los órganos de los sentidos (propioceptores), se acoplan las aferencias sensoriales con las neuronas motoras eferentes. Es decir, la excitación del receptor siempre va seguida de una reacción uniforme del organismo.
Los receptores de la musculatura son los husos musculares y los órganos tendinosos de Golgi. Los husos musculares son receptores de la tensión y la longitud. Se sitúan paralelamente a las fibras musculares y están rodeados por un vaina de tejido conectivo. Solo pueden contraerse en sus segmentos finales; en los segmentos medios (región del saco nuclear) están rodeados por fibras nerviosas sensibles Ia, dispuestas en espiral. Estas fibras nerviosas son sensibles a la distensión y avisan a la médula espinal de cualquier cambio de situación. Si se distiende el músculo, se activan los husos musculares situados en paralelo, sobre todo en la zona media de las fibras Ia. Los correspondientes potenciales de acción se transmiten a la médula espinal, y después de pasar a una motoneurona alfa, puede producirse el movimiento del músculo.
Además, ambos extremos contráctiles están inervados por fibras nerviosas motoras eferentes. Estos nervios motores se denominan motoneuronas gamma. Al igual que las motoneuronas alfa, se sitúan en la médula espinal. Dado que las fibras contráctiles de los husos musculares también se excitan a través del sistema motor gamma, paralelamente a la musculatura de trabajo, la región del saco nuclear no puede relajarse, por lo que queda asegurado el flujo de información a través de las fibras Ia sensibles. De este modo, también se mantiene la sensación de longitud muscular durante la contracción muscular activa.
Este desarrollo de la distensión del músculo, la activación de los husos musculares y la contracción de las correspondientes fibras musculares se denomina reflejo del huso muscular.
El órgano tendinoso de Golgi consiste en terminaciones nerviosas sensibles que, a modo de red, cubren la zona de la transición entre el tendón y la musculatura. A diferencia de los husos, que se alinean paralelamente a la musculatura, el órgano de Golgi lo hace en serie; esto significa que se excita tanto por la distensión pasiva como por la contracción activa del músculo. Si la tensión aumenta excesivamente en el tendón, estos receptores se excitan e informan a la médula espinal a través de las fibras Ib sensibles aferentes. La señal de las aferentes se transmite a través de las interneuronas inhibidoras y desde allí llega a la motoneurona alfa, por lo que se inhibe la siguiente contracción del músculo (inhibición autógena o reflejo del huso tendinoso).
Al mismo tiempo, la interneurona transmite la información de los propioceptores a los músculos antagonistas. Esto da lugar a la inhibición de los antagonistas, y a partir de este momento el movimiento se puede ejecutar adecuadamente. Este proceso, en el que con la tensión de los agonistas se produce la relajación de los antagonistas, se denomina inhibición recíproca.
Estas respuestas reflejas a las modificaciones de la longitud y la tensión de la musculatura son muy importantes para el control de la postura y el movimiento. Sin embargo, es preciso que un control central —el cerebro— ordene estas respuestas y las gestione más o menos en función de las necesidades. Esto solo puede ocurrir de forma involuntaria.
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