La distribución por sexo está relativamente equilibrada, con un leve predominio de la población femenina que ocupa el 51%.
Con respecto al empleo, el censo de 2010 muestra el 36% de la población activa ocupada. Las fuentes principales de trabajo en la zona son las plantas de producción y procesamiento avícola de la empresa Las Camelias –una en las afueras de Pueblo Liebig y otra en San José–, la empresa forestal Iberpapel Argentina SA y los aserraderos instalados en el predio de la antigua fábrica. En 2009 se creó una cooperativa de trabajo que firmó un convenio con la Junta de Gobierno para gestionar la planta de tratamiento de residuos de la localidad, instalada en un predio cedido por la provincia. Los empleos estatales se reducen a los cargos en la Junta de Gobierno (actualmente en la Municipalidad), la policía y la escuela, pero en el plantel de esta última los “locales” no son la mayoría.
Varios vecinos trabajan en los casinos de la ciudad de Colón y, más recientemente, en microemprendimientos vinculados con el turismo, especialmente el que se relaciona con la pesca en el Club de Pescadores, instalado en las adyacencias de la fábrica durante la década de 1960. Desde hace algunos años se empezaron a alquilar casas y habitaciones, también se construyeron una docena de cabañas y bungalows para alojar a turistas, se abrió un nuevo restaurante y se generaron pequeños emprendimientos.
En cuanto a los servicios, Pueblo Liebig cuenta con un centro de salud que depende de la Secretaría de Salud provincial. La “salita” funciona en la manzana del centro cívico, brindando servicio de enfermería los días hábiles durante ocho horas y los sábados, cuatro horas. En otros horarios, o para una atención más compleja, los habitantes deben desplazarse a las localidades vecinas.
Hay en la localidad una sola institución educativa, la escuela Nº 16 Hipólito Vieytes, que funciona en un edificio construido por la empresa en 1908. Hasta 2007 incluía el nivel inicial, EGB (Educación General Básica) 1 y 2 por la mañana y EGB 3 por la tarde, por lo que para finalizar los estudios secundarios los jóvenes debían trasladarse a otras localidades. En la actualidad funciona el nivel inicial, primario y secundario completo, de primero a sexto año, con una matrícula cercana a los ochenta alumnos. Los jóvenes que cursan estudios terciarios o universitarios deben viajar diariamente o radicarse en otras ciudades.
Pueblo Liebig no cuenta con red de gas, por lo que la mayoría de la población se abastece a través de garrafas. El suministro de agua potable proviene del río Uruguay; desde la fundación del Pueblo era provista por la empresa, luego estuvo a cargo de una cooperativa de agua potable y actualmente la gestiona el gobierno local con los recursos que provee el pago de una tasa por el servicio. La red pública utiliza la vieja planta de agua ubicada dentro del predio de la fábrica y, aunque se realizaron mejoras, estas resultan insuficientes en la temporada estival. Son frecuentes las quejas de los vecinos en relación con la cantidad y calidad del recurso hídrico. Las áreas de crecimiento por fuera del pueblo original se abastecen de agua para beber y cocinar a través de perforaciones con bombas, pozo o trasporte con cisterna. Al igual que el agua potable, el sistema cloacal, reducido al centro histórico, proviene de las instalaciones de la fábrica. Su antigüedad y la falta de un mantenimiento apropiado resultan en que se encuentre deteriorado.
3. Un pasado que no pasa
Los períodos de crisis se hicieron recurrentes en Pueblo Liebig a partir del cierre de la fábrica y, en el proceso de construcción y negociación de las memorias de sus pobladores, se seleccionaron acontecimientos, personas, imágenes y lugares para evocar y “conservar”. En ese proceso se develaron conflictos latentes y diferentes perspectivas sobre quiénes, cómo y qué recordar.
¿De qué se acordaban los vecinos más antiguos? Fundamentalmente, de que antes todo era distinto. La empresa se ocupaba de los servicios, y estos funcionaban: “La luz, el agua, el hielo, eran gratis”, “Teníamos agua corriente gratis, electricidad, antes que nadie”.
Acá antes no había Junta de Gobierno ni nada, todo lo manejaba Liebig’s, todo era de la compañía, te daban la casa para que vivieras mientras trabajabas, ellos levantaban los residuos, no pagabas luz, no pagabas agua, no pagabas nada. Muchos se quejan de los ingleses, yo siempre dije que nadie agradeció a los ingleses, creo que ni un argentino hizo lo que hicieron los ingleses con esta fábrica. 32
Pueblo Liebig fue una de las primeras localidades de Entre Ríos en tener corriente eléctrica y desagües cloacales y pluviales. Estos últimos –que aún se conservan– fueron construidos con las piedras que utilizaban como lastre los barcos provenientes de Inglaterra que venían a cargar mercadería de la fábrica. A pesar de que en las memorias tiene un lugar privilegiado el carácter “pionero” del Pueblo con relación al acceso a servicios, en el interior de las viviendas de los obreros la corriente eléctrica con sus medidores fue instalada por la empresa recién en 1952.
Liebig’s también dotó a la localidad de una casa de comercio y un consultorio médico. Instaló además correo, telégrafo y teléfono y una pista de aterrizaje para asegurar las comunicaciones. La empresa subvencionaba al jefe de correo y a los comisarios, y empleaba serenos para controlar el paso de los portones. En las evocaciones de muchos extrabajadores, la seguridad y la tranquilidad habían sido uno de los tantos beneficios que tenía vivir en los dominios de Liebig’s; otro, que el empleado de correo los conocía a todos:
Fijate que el otro día va al correo un vecino y le dijeron que no tenía carta ¡y tenían una factura a nombre de la esposa! Tuvo que volver otra vez. Antes eso no pasaba. 33
La “Sección Pueblo” se ocupaba de los servicios y el mantenimiento de las viviendas y las calles.34 “Carpir, barrer, levantar las hojas, levantar la basura, limpiar las calles… las zanjas… todo debía estar limpito”, recuerda quien dirigió la sección.35 Otro antiguo empleado agrega que Pueblo Liebig “estaba mejor atendido que ahora, más limpio, había gente que limpiaba todos los días cuando estaba Liebig’s, antes que esto se venda. Todos los años blanqueaban, le daban a todo una mano de cal, las ventanas verdecitas, los zaguanes”.36
El orden y la limpieza es otro de los ítems que muchos vecinos de Pueblo Liebig añoran. Desde que Liebig’s cedió el pueblo a la provincia, fue la Junta de Gobierno la que prestaba el servicio de recolección de residuos, se ocupaba de acondicionar las veredas y cortar el pasto. A pesar de que si uno observa “con mirada de extranjero” todo parece en orden, aseado y prolijo, muchos de los vecinos no piensan lo mismo. Son frecuentes los comentarios como “el pueblo está sucio”, “se rompió una de las bombitas de luz en la calle y todavía no la cambiaron”, “el agua de la canilla sale marrón”, “está todo lleno de basura”, “no se puede caminar con esta oscuridad”.
“Para administrar este pueblo”, opina un exempleado y vecino, “hay que haber nacido acá. ¡Qué quiere si no saben nada de la historia, ni de qué pasó, ni nada! A los que no saben lo que fue esto no les importa nada, no cuidan nada”.37
Las distintas Juntas de Gobierno que se sucedieron, por su parte, aducían que no contaban con los recursos necesarios para atender todos los reclamos y muchas veces los vecinos no pagan los servicios puntualmente.38 Uno de los integrantes del organismo comentaba:
Lo que veo desde el lugar en el que estoy es que hay gente acostumbrada, y ya no va a perder esa costumbre, a que todo se le dé. A veces te llaman para que le cortes el pasto del frente de la casa, o te llaman para que vos le hagas algo dentro de la casa, o tenés que venir a destaparme la cañería […] Ellos estaban acostumbrados a tener gratis y es un tema cobrar el agua. Dicen: “Si no está linda el agua, yo no te pago”. Pero si no nos pagás el agua, no te podemos dar un mejor servicio. Ellos todavía no se acostumbran. Igual hay gente medianamente joven que tampoco pagan. Ellos ya vienen con esa herencia