El área específica, como su nombre indica, es la que va a recibir, por ejemplo, un estímulo visual y lo va a colocar en el área visual de la corteza cerebral; lo mismo hará con la auditiva, la sensitiva, etc.
El área inespecífica será una entrada especial que ofrece el tálamo hacia la corteza por donde no será necesario que un estímulo sea específico, sino que los excedentes de las zonas que se encuentren excesivamente estimuladas derivarán irremediablemente a la corteza motora y desde ahí bajarán por la vía correspondiente hasta llegar a los músculos y aumentar su tensión o tono. Esto se explica de la siguiente manera. Si una persona se haya muy estresada, el área correspondiente del lóbulo límbico producirá una gran carga eléctrica; todo el excedente de esa carga que no fue usado en las reacciones correspondientes estimulará la zona motora y habrá rigidez muscular en distintas zonas del cuerpo. Otro ejemplo sería la reacción frente a un fuerte estímulo lumínico que sobrepase la zona visual de la corteza; los excesos se transformarán en impulsos eléctricos de conducción nerviosa, volverán a la zona específica, de ésta pasarán a la zona inespecífica y desde ahí avanzarán directamente a la zona motriz transformándose en movimiento corporal. En este caso se producirá el conocido reflejo oculocefalogiro, que es aquel que se produce cuando somos iluminados de forma que quedamos deslumbrados por una fuente lumínica y por el cual cerramos los ojos, giramos fuertemente la cabeza hacia un costado y elevamos el miembro superior tapando el área visual.
Del lóbulo límbico es importante destacar lo que significa a diario en el hombre moderno y su tonicidad. El impacto de las emociones sobre el tono muscular, la complejidad de la vida social y la vida de relación ha hecho que todos los individuos de las grandes urbes vivan en estados cercanos a las neurosis compensadas, y que la ansiedad, ira, depresión y angustia sean moneda corriente de la vida diaria. Estos estados acarrearán lógicas consecuencias de los distintos tonos en las distintas áreas corporales. Esto ha sido explicado muy bien en la obra Confesiones del cuerpo, pero quiero resaltarlo aquí porque la conclusión que se extrajo en el estudio de ese libro de mi autoría fue que el cuerpo adopta posturas que cambian a cada instante al compás de sus estados de ánimos; pero cuando éstos se tornan permanentes, modifican los ejes estructurales del cuerpo dando posturas características como la del ansioso, el deprimido, el angustiado, etc. Y si estas posturas se mantienen a lo largo del tiempo terminarán dando patologías características como dolor de hombro, sacroileítis, dolor de cabeza y otras, y cada una representará un estado anímico, como, por ejemplo, la sacroileítis y la falta de voluntad, el dolor de hombro y la agresividad contenida, la respiración superficial y la ansiedad, y otras tantas que se describen en el libro nombrado del que recomiendo su lectura.
Con esto podemos dar por terminado la síntesis de la influencia tónicaneurológica en la guerras tónicas a los efectos de este libro, pero es necesario pasar a describir cómo la persistencia de los acortamientos musculares producidos por un tono neurológico aumentado permanentemente, tal como hemos descrito, va a influir decisivamente en lo que denominamos el tono mecánico.
Podemos definir el tono mecánico como el estado de elasticidad y aparente contracción de un músculo y sus fascias debido a la elasticidad y plasticidad que le otorgan las proteínas musculares y el colágeno y elastina de las fascias.
El tono neurológico desaparece en el preciso instante en que una persona muere o entra en un estado de flaccidez producida por un accidente neurológico, pero a pesar de ello sus músculos mantienen un mínimo de tensión; éste es el tono mecánico, el cual es susceptible y moldeable a través del tiempo y de forma permanente por el tono neurológico, por lo que los cambios de elasticidad y plasticidad de las miofascias hacen que sean las verdaderas estructuras que conforman las posturas de los cuerpos. Las cabezas adelantadas, los cuellos cortos, las hiperlordosis, las hipercifosis, etc., determinan distintas formas de cuerpos que se perpetúan sin ninguna fuerza externa, y modifican la lógica elasticidad de las miofascias y la injusticia que estas tienen sobre el sistema óseo.
Si la tensión muscular provocada por ambos tonos se aplica sobre un hueso determinado, y ello produce un desplazamiento por pequeño que sea, la tensión se transmitirá a través de la pieza ósea siguiendo la dirección de la miofascia que lo produce, por lo que en el otro extremo del hueso habrá una respuesta de otra miofascia con retracción y desalineación de su eje biomecánico normal. Este ejemplo debe tomarse como la unidad de una guerra tónica; una miofascia cambia su eje y alineación biomecánica normal y saludable por todo lo que venimos diciendo, modifica la posición de un hueso y desde aquí se establece una respuesta del otro lado de otra miofascia, pero como ni la primera miofascia ni la segunda ni el hueso están aislados, se producirá una propagación de alteraciones biomecánicas que alterarán la postura global, a lo que llamaremos “guerras tónicas”.
A lo largo del presente trabajo indicaremos muchas de las guerras tónicas que se producen en todo el cuerpo y que son comunes en el género humano, en el contexto del campo gravitatorio, el estilo de vida social que llevamos en estos tiempos y los estados psicológicos que presenta el individuo.
Comprender individualmente las principales guerras tónicas que existen en el cuerpo es aprender el mapa de acción en el tratamiento para la recuperación de la postura acorde con la biomecánica natural que nos hace más eficientes, más económicos y lógicamente más saludables, y que se expresará con la desaparición de los dolores, la disminución de la fatiga y el lógico aumento de la capacidad de movilidad del cuerpo.
A continuación empezaremos viendo qué es lo que pasa en el cráneo. Antes decíamos que la osteopatía y las terapias craneosacras le daban una gran importancia a la bomba cefalorraquídea, la circulación de este líquido y sus pulsos en las alteraciones de la posición de los huesos. Ésta es una verdad que no voy a negar, pero desde mi punto de vista creo que las fuerzas desatadas a través de las guerras tónicas son la principal fuente de alteración biomecánica de alteración de cualquiera de los huesos del cuerpo, y el sistema craneosacro no es una excepción. En cualquier caso, la bomba cefalorraquídea actuará como factor coadyuvante de la problemática. La explicación de las guerras tónicas que se producen en el cráneo, como veremos más adelante, creo que aclarará lo que se intenta expresar, así como la afección de la duramadre desde su trayecto endocraneal hasta su final como ligamento sacrococcígeo, y la explicación del síndrome del sacro flotante o anclado despejará las dudas sobre el hecho de que las guerras tónicas tienen un poder hasta ahora no descrito en la desalineación del sistema craneosacro, y desde ahí propagarse por todo el cuerpo.
¿Qué son las guerras tónicas?
Tal como acabo de explicar, existe un tono neurológico elaborado por todas las estructuras mencionadas que responde a todos los estímulos que vivimos a diario a cada instante, pero que también responde a estructuras neurológicas que almacenan la información concebida filogenética y ontogenéticamente. Todo esto produce una suerte de operación algebraica donde habrá elementos que sumen y otros que resten tensión sobre las mismas fibras musculares, lo que marcará aún más el vértigo de cambios del tono de las distintas partes del cuerpo, pero hay algunas de ellas que por funciones antigravitatorias suman una estructura sostenida a las modificaciones permanentes.
Por otro lado, también hemos explicado que existe un segundo tono, que es el tono mecánico, que este no responde a estímulos neurológicos sino a las tensiones que le proponen sus propios componentes. Este tono no es estrictamente muscular sino muscular y fascial, por lo que los componentes que harán variar su tensión y en definitiva el tono serán las proteínas de los músculos y el colágeno y la elastina del tejido conjuntivo de las fascias.
Si el tono neurológico se halla aumentado de forma sostenida por los distintos motivos que ya hemos mencionado, actuará modificando el tono mecánico de las miofascias produciendo un lógico acortamiento. Pondremos un ejemplo. Una persona estresada que permanece con los hombros elevados todo el tiempo encontrará sus músculos acortados, o sea hipertónicos, de forma neurológica y mecánica, ya que si bien el estrés inició la hipertonía de forma neurológica, el tono mecánico se acortó, y si no actúa una fuerza externa que le devuelva la longitud inicial con sus componentes