Cinesiología. Ariel Joselovsky. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ariel Joselovsky
Издательство: Bookwire
Серия: Medicina
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788499102276
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patrón común en todos los casos vistos tienen gran validez para la corrección de las afecciones posturales y sus tratamientos.

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      Figura 2. Inserciones longitudinales de la duramadre.

      Quiero destacar el hecho de que la ultrafusión del periostio intracraneal y la duramadre lleguen a tener un grosor de casi 0,5 cm y en algunos casos puede hasta superarlo. Lejos de ser un dato menor tiene una gran importancia mecánica porque ese grosor en semejante superficie de extensión nos da la pauta de la capacidad que tiene para absorber fuerzas y facilitar desplazamientos cuando se le requiere.

      Tanto para la osteopatía como para las terapias craneosacras y similares, los pulsos que se producen en la fisiología del movimiento del líquido cefalorraquídeo tienen un valor fundamental, hecho que este trabajo no pone en duda. Si bien para estas ciencias la dinámica de la hidráulica de dicho líquido tiene mucho que ver con el movimiento de los huesos del cráneo, este estudio no se lo niega, pero no lo considera la única causa, lo importante es el juego de los movimientos que se producen en la caja craneal a partir del que se produce en la duramadre como raíz primitiva de todas las fascias del cuerpo, y digo juego porque no solamente los movimientos de la duramadre afectarán las miofascias corporales, sino que los cambios originados desde estas últimas también afectarán como en una autovía de ida y vuelta la duramadre. Aquí destaca la participación del tono muscular neurológico, y del tono muscular mecánico en la modificación de las miofascias corporales. Sobre estos temas recomiendo mis anteriores obras Dolores Corporales, Técnicas de elongación manual y fundamentalmente Confesiones del cuerpo.

      Haremos un alto aquí para hablar del tono neurológico el tono mecánico, y a partir de la interacción de ambos entender el concepto de lo que denominaré guerras tónicas y que será lo que produce, en mi opinión, la desconfiguración de la caja craneal y la alteración de cualquier hueso del cuerpo con respecto a sus verdaderos ejes biomecánicos. El conjunto de las alteraciones de los ejes de los huesos arrastrarán en otro camino de ida y vuelta a las cadenas miofasciales, entrando así en un círculo vicioso que sólo se puede cortar aplicando una fuerza externa, en nuestro caso el terapeuta, que con la acción manual podrá modificar el tono neurológico y el tono mecánico, y a partir de ahí apaciguar las guerras tónicas que produjeron los desajustes.

      Entendemos por tono neurológico el estado de tensión que presenta un músculo en estado vivo y que proviene de los impulsos eléctricos que le llegan desde el sistema nervioso central, originados en forma de suma algebraica desde los distintos niveles en que este se halla conformado y que se originan a partir de la información sensitiva que llega hasta el sistema nervioso central (SNC) desde todo el cuerpo.

      Esto quiere decir que cuando un ligamento de una determinada articulación se encuentra a un número determinado de grados de posición está enviando una información con respecto a lo que ocurre en esa articulación, que se va a sumar a lo que ocurre en otros ligamentos de la misma articulación. De igual forma de esa articulación saldrá información desde los cartílagos de acuerdo con la presión de mayor o menor grado que esté recibiendo. Los estados de acortamiento de un músculo también envían información, tal como sabemos, a través del huso neuromuscular y el órgano tendinoso de Golgi. Las terminaciones nerviosas de las fascias también envían información de sus estados de tensión o distensión. La piel es otro elemento que envía información de su situación en cuanto a longitud y anchura.

      Estos elementos periféricos van al sector de la corteza cerebral conocido como área sensitiva y registran distintas posiciones de las diversas partes del cuerpo, pero deben responder a éstas no de forma individual excluidas del contexto sino de forma global ofreciendo distintos tonos para cada tono o cadena muscular con el objetivo de coaptar o corregir cada articulación en función del movimiento que está realizando y la fuerza que necesite, y lo más importante, que la suma de todo eso no altere el equilibrio de la postura global con respecto a la acción de la gravedad y el cuerpo pueda mantener su postura erecta, o sea, no caerse. Si la persona se halla sentada, mantendrá el equilibrio del sector de los isquiones hacia arriba con respecto a no caerse y los miembros inferiores tendrán un tono adecuado a la postura que hayan adoptado. Si la persona se halla acostada sin movimiento alguno, también aportará datos para mantener una información adecuada a esa postura. Por lo tanto, mientras una persona esté viva siempre habrá un interjuego de flujo de información sensitiva y respuesta motora para mantener la tonicidad.

      Esto en lo que se refiere a la parte periférica; a nivel del encéfalo encontraremos una situación más sofisticada.

      En la parte más baja encontraremos los ganglios basales donde se hallarán verdaderos programas de tonicidad que el cuerpo aprendió a través de su evolución filogenética hasta alcanzar su posición erecta. Por lo tanto, desde esta zona habrá influjos eléctricos hacia las distintas partes del cuerpo en función de lo que necesite para mantener la posición vertical y que no será igual en todo el cuerpo. Obviamente, la cadena posterior, por ejemplo, los músculos espinales, tendrá un tono mayor que los músculos supra e infrahioideos, para dar un ejemplo contundente.

      En los niveles más superiores encontraremos estructuras más complejas, por ejemplo, la sustancia negra, donde se encuentran almacenados los programas aprendidos filogenética y ontogenéticamente. De ellos dependerá la tonicidad que se necesita, por ejemplo, para caminar, que sería un aprendizaje que le llevó al hombre casi 4 millones de años, así como programas actuales que ha aprendido ontogenéticamente, como conducir un automóvil.

      El lóbulo límbico o cerebro primitivo, que se halla en el encéfalo, es la parte del cerebro más antiguo y en él se hallan almacenadas las funciones que tienen que ver con los sentimientos y las sensaciones más vitales para la subsistencia; pero cuando decimos sentimientos y sensaciones vitales nos estamos refiriendo a toda la gama de sentimientos, no solamente a lo que uno podría confundir con sentimientos nobles; por ejemplo, la agresividad, el enojo y la ira son sentimientos elaborados y que se disparan desde este sector del cerebro; el apetito sexual independizado de los sentimientos amorosos como función vital que garantice la reproducción de la especie también tiene su origen en este sector del cerebro, conocido con el nombre de cerebro reptil.

      La sensación de apetito que garantiza la necesidad de la búsqueda del alimento también tiene su origen en esta zona, y podemos seguir enumerando otros sentimientos, pero ya más nobles, como la necesidad de formar pareja, la protección de la cría propia o ajena, todo relacionado con la supervivencia personal pero para asegurar la continuidad de la especie. Demás está decir que en esta área se sitúa la función inconsciente de la actitud humana, no el pensamiento conciente tal como lo conocemos; por lo tanto, el flujo de estímulos eléctricos que saldrán del lóbulo límbico estarán en relación con las circunstancias que atraviesa cada individuo en su momento y en su historia, que han ido cambiando a lo largo de la evolución de la especie. Así hoy podemos sentir miedo frente a elementos intangibles o abstractos que nos propone la sociedad en que vivimos, por ejemplo, perder el empleo, caer en la pobreza, pero el hombre prehistórico que no vivía en una sociedad elaborada como la actual sentía miedo frente a peligros concretos como animales que podían poner en peligro su vida, o a situaciones como la de caer de un árbol o ser arrastrado por la corriente de un río. De cualquier forma el miedo es el mismo, produce las mismas reacciones vagotónicas (descarga de adrenalina y todas sus reacciones) y las formas de hacerle frente siempre han sido dos: la primera siempre es la huida si la situación es irremediable, pero ante el acorralamiento surge otro sentimiento que es la agresividad. Si pensamos en el hombre prehistórico, esto se simplifica, pero si pensamos en el hombre actual, miedo más agresividad se transforma en uno de los grandes males de nuestro tiempo que tanto daño le hace a nuestro cuerpo, lo conocemos como estrés.

      Para seguir simplificando la forma de organización esquemática de la suma algebraica de la entrada y salida de flujos eléctricos que van a organizar el tono neurológico, debemos referirnos al tálamo que trabaja para llegar a la zona sensitiva y desde ésta pasar a la zona motora que va a dar una respuesta al estado de tensión del músculo. El tálamo funciona como el gran secretario de la corteza cerebral en toda su expansión; nada puede penetrar