Figura 30. Visión general de la estructura filamentosa del complejo fibra muscular- tendón.
Figura 31. Disposición de los filamentos intermedios que envuelven una sarcómera. FL = filamentos longitudinales; FtM = filamentos transversales entre discos M colindantes; FtZ = filamentos transversales entre discos Z colindantes.
Figura 32. Representación esquemática de la estructura fibrilar de la fibra muscular. Explicación más detallada en el texto.
4.Proteínas filamentosas o globulares
Estos filamentos terciarios cortos (ver fig. 32) constituyen, por un lado, el contacto entre la integrina y la actina (distrofina, talina, vinculina), y forman, por otro lado, un acoplamiento entre la integrina y los filamentos de colágeno de las vainas fibrosas y de los tendones (fibronectina, laminina).
La función de los filamentos “terciarios” es garantizar, por un lado, la unidad estructural y la organización dentro de la fibra muscular, y, por otro, soportar las tensiones internas y externas transversal y longitudinalmente. Cuando se produce una sobrecarga muscular tiene lugar una lesión o desgarro parcial de estas estructuras (agujetas en forma de microtraumatismo de las estructuras colindantes de tejido conectivo; Weineck, 2004, 320).
La figura 33 muestra que entre las fibras musculares responsables de la contracción muscular (fibras musculares extrafusales) encontramos los denominados husos musculares (fibras musculares intrafusales).
El hombre posee alrededor de 20.000 husos musculares. Éstos proporcionan información al músculo sobre su estado de estiramiento y, de este modo, información sobre el ángulo de una articulación. Su número es mayor en aquellos músculos que requieren mucha precisión (p. ej., en los músculos oculares) y menor en aquellos músculos que pueden ser menos precisos (p. ej., el m. cuádriceps femoral). Ejemplo. El hecho de que seamos capaces de tocar la punta de nuestra nariz con el dedo índice manteniendo los ojos cerrados es gracias al trabajo de los husos musculares.
Adaptación de la musculatura esquelética a la carga
Mediante el entrenamiento de la fuerza se produce primero una mejora de la coordinación intra e intermuscular y una hipertrofia como consecuencia de ello. La hipertrofia muscular tiene lugar por el aumento del diámetro transversal de las fibras musculares por un aumento de los elementos contráctiles actina y miosina. Paralelamente aumenta la capacidad metabólica anaeróbica. Además de la hipertrofia, con el aumento del diámetro transversal del músculo también puede producirse una hiperplasia (multiplicación del número de células) (resumen de Antonio/Gonyea, 1993, 1333 y s.). Esta hiperplasia puede producirse tras una lesión o mediante el entrenamiento deportivo. Las “células satélite” desempeñan un rol especial, puesto que son decisivas para los procesos de reparación y para la nueva formación de fibras musculares (Yamala et al., 1989, 179; Russel et al., 1992, 191; Hurme/Kalimo, 1992, 201).
Figura 33. Fibras musculares extra e intrafusales.
Tal como refleja la figura 34, con la realización de un entrenamiento de la fuerza unilateral (y el acortamiento muscular que conlleva la falta de entrenamiento en estiramiento), pero también tras un período de inmovilización (p. ej., al ir enyesado por una fractura), se puede producir una disminución del número de sarcómeras y con ello una limitación de la movilidad (Williams/Goldspink, 1971, 751 y s.). Esta disminución del número de sarcómeras es reversible; mediante la aplicación de un programa de estiramiento correcto se puede recuperar de nuevo (especialmente en las zonas de origen e inserción del músculo).
Figura 34. Representación esquemática de la modificación del número de sarcómeras por una inmovilización tras una lesión o por defectos en el método de entrenamiento (entrenamiento de la fuerza incompleto, entrenamiento crónico con poca amplitud de movimiento). M = miosina. A = actina.
La realización de un entrenamiento de la resistencia intensivo produce la disminución funcional del diámetro transversal de las diferentes fibras musculares (acortamiento de las vías de difusiónoptimización de la capacidad metabólica aeróbica) y un aumento de las estructuras de rendimiento aerobias (aumento de la capacidad mitocondrial o del número de enzimas aeróbicas, mejora de la capilarización del músculo, etc.).
Al realizar un entrenamiento de la resistencia de suficiente duración e intensidad se produce una hipertrofia del corazón (resultado del trabajo de presión) y una dilatación cardíaca (resultado del trabajo del volumen). El corazón del deportista de resistencia es un corazón sano, desarrollado armónicamente y con gran capacidad de rendimiento.
La musculatura cardíaca (ver fig. 27) presenta las siguientes particularidades:
■Las fibras del músculo cardíaco son estriadas como las del músculo esquelético, pero presentan ramificaciones irregulares y una longitud de tan sólo 100 µm.
■Las fibras del músculo cardíaco presentan terminaciones conectadas entre ellas a través de la unión que forman los discos intercalares.
■El núcleo de las fibras del músculo cardíaco está situado en el centro.
■Entre las fibras del músculo cardíaco se encuentra un sarcoplasma rico en mitocondrias: el 30% del volumen cardíaco está formado por mitocondrias (en la célula del músculo esquelético es el 5% aproximadamente), lo que garantiza el aporte energético aeróbico de este “órgano de la resistencia”.
■La estimulación del músculo cardíaco se produce a través de un tejido muscular especializado, la musculatura conductora de la excitación, con actividad autónoma. El músculo cardíaco es inervado además por el sistema nervioso vegetativo.
Lesiones musculares típicas
Diferenciamos entre lesiones musculares directas e indirectas.
En las lesiones musculares directas, tales como contusiones, existe una fuente de agresión externa directa, por ejemplo por un golpe en el muslo.
En las lesiones musculares indirectas, tales como los desgarros musculares, las roturas fibrilares o las roturas musculares, suele producirse una contracción muscular intensa acompañada de disminución de la capacidad de estiramiento de la musculatura, de calentamiento insuficiente, de desequilibrio muscular, de un músculo acortado, de fatiga muscular o de un error de coordinación que hacen que se produzca una sobrecarga de las estructuras musculares.
Corren un riesgo de lesión especial los músculos biarticulares, tales como los mm. isquiocrurales (ver pág. 228) o el m. recto femoral (ver pág. 224), sometidos a fuerzas importantes o muy excéntricas por la acción conjunta de las articulaciones de la cadera y de la rodilla.
Según la magnitud y el tipo de lesión muscular que se haya producido, se diferencia entre distensión muscular, desgarro de las fibras musculares o del músculo y contusión muscular.
Distensión muscular
La distensión muscular representa una lesión muscular simple producida por una alteración de la regulación del tono muscular o por un sobreestiramiento de fibras musculares aisladas sin que exista una lesión muscular demostrable (Maibaum et al., 2001, 131).
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