Un olfato para todo. Frank Rosell. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Frank Rosell
Издательство: Bookwire
Серия: Perros
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788499107752
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Perros policía, de rescate y detección médica. Semen. Perros policía. Orina. Perros de rescate y detección médica. Heces. Perros ambientales y de detección médica.

       Los olores humanos sobreviven a explosiones de bombas

      En 2010, la científica Allison M. Curran y sus colegas, de la Universidad Internacional de Florida, quisieron descubrir si los olores humanos sobreviven a las condiciones extremas de una explosión.46 Recogieron olores en un coche que había estallado a causa de una bomba procedentes del volante, una puerta y una bolsa de nailon. Dos personas habían subido al coche: un terrorista y su conductor. Por tanto, era posible que se hubieran depositado los olores de las dos personas en estos objetos. Tras haber activado la bomba, se marcharon andando a una ciudad a varios kilómetros de distancia. Allí se separaron y se dirigieron a edificios diferentes. Había otras seis personas en la zona. Los perros no conocían a ninguna de estas personas. La tarea de los perros fue seguir el rastro del terrorista y del conductor cuatro horas después de la explosión. Primero, se les permitió olfatear los olores que se habían recogido. Cuando el rastro se dividió y continuó hacia dos direcciones, debían elegir una de ellas. La dirección del viento era favorable ese día, venía del conductor hacia los perros. Como resultado, los doce perros de los equipos siguieron el rastro del conductor. Ocho de ellos lograron localizarlo al final del rastro. En otra prueba similar usando explosivos improvisados, todos excepto uno fueron capaces de seguir el rastro y encontrar al terrorista o al conductor. En estas dos pruebas los perros lograron encontrar al terrorista o al conductor en un 82 % de los casos.

       La dirección de un rastro humano

      Para la mayoría de carnívoros, es importante poder localizar y seguir el rastro de una presa en la dirección correcta para sobrevivir. Pero ¿cómo pueden determinar los perros la dirección de un rastro? Hace 800 años, el popular escritor islandés Snorre Sturlason describió cómo dos noruegos, que estaban prisioneros de los suecos en 1026, escaparon de la prisión y engañaron a sus perseguidores sujetando bajo sus zapatos pezuñas de reno colocadas en la dirección opuesta a la que seguían ellos. Según explica la historia, los perros rastreadores suecos siguieron el rastro en la dirección equivocada y acabaron cerca del lugar donde habían estado presos los dos noruegos. Allí encontraron un gran agujero en la valla.

      Sin embargo, investigaciones posteriores realizadas por el profesor de biología Johan B. Steen en la Universidad de Oslo y el científico Erik Wilson en el centro de entrenamiento para perros sueco en Sollefteå han demostrado que los perros no se dejan engañar por un rastro que parece que se mueve hacia atrás. En otro experimento, los perros no fueron capaces de determinar la dirección de un rastro dejado en la hierba o el asfalto. Esto se debió a que fue creado arrastrando un par de zapatos por el suelo o caminando con unos pasos tan pequeños que el talón tocaba el suelo en el mismo lugar donde se habían apoyado los dedos de los pies en el paso anterior.47

      En 2005, el profesor Peter Hepper y la científica investigadora Deborah L. Wells, de la Queens University, en Belfast (Irlanda del Norte), demostraron que cuando desaparece el olor de los pasos, los perros no son capaces de determinar la dirección del rastro.48 Resultó que los perros usan el olor individual depositado en las pisadas para determinar la dirección. En un paso normal, el talón se apoya antes que los dedos, pero este no es el dato que usaban los perros. Los perros pueden «leer» cuándo se ha creado una pisada y valorar el momento en que se ha hecho la pisada para los distintos pasos. De este modo, pueden determinar la dirección del rastro. Una pisada requiere solo de uno a dos segundos para cambiar (dependiendo del entorno) y, debido a esto, la diferencia en el olor de cada pisada basta para permitir que el perro determine la dirección del rastro.49 Los perros experimentados se muestran muy seguros a la hora de determinar la dirección de un rastro, y diversos experimentos han demostrado que pueden determinar la dirección de un rastro humano basándose en solo de dos a cinco pisadas consecutivas. Lo lograron tanto sobre una superficie de hierba como en una dura (asfalto).50 Asimismo, puede ser que cuanto más reciente es la pisada, más fuerte sea su olor, por lo que el perro sigue el rastro en la dirección donde el olor es más fuerte. Cuando los científicos investigadores Steen y Wilson caminaron a un paso por segundo con pasos separados, los perros lograron determinar la dirección del rastro. El olor de cada pisada es, entonces, teóricamente hablando, 1/1.800 distinto a la anterior y los perros pueden detectar esta diferencia.51 Una explicación alternativa es que las pisadas más recientes tienen un olor más débil que los pasos anteriores. Esto puede deberse a que las pisadas más antiguas se han visto afectadas por el entorno y las bacterias, y se han «podrido». Por tanto, los pasos más recientes huelen menos a «podrido» que los pasos creados antes. Por consiguiente, el perro puede determinar la dirección del rastro moviéndose en la dirección del «olor menos podrido».52

      Los perros difieren mucho entre sí en cuanto a sus capacidades para determinar la dirección de un rastro.53 En otro estudio realizado por Wells y Hepper en 2003, lograron esto una cantidad relativamente baja de perros (8 de 22) y se demostró que sus capacidades dependían de la edad y el sexo.54 Los perros macho encontraron la dirección correcta del rastro más a menudo que las hembras, y los ejemplares más jóvenes eran más hábiles que los mayores. Los perros macho se implican más en actividades basadas en los olores. Normalmente los machos son los que pueden hacer coincidir muestras55 y también son ellos los que siguen el rastro de las hembras y marcan el territorio con el olor.56 El olfato de los seres humanos se deteriora cuando envejecen57 y se vuelve menos sensible a sustancias pesadas.58 Al parecer, este también sería el caso de los perros.59 La membrana mucosa olfatoria se vuelve más fina y el número de células receptoras olfatorias disminuye cuando los perros superan los catorce años.60 Los resultados del rendimiento de los perros también dependían de la dirección en la que se hizo el rastro. Se les daba mejor determinar la dirección de un rastro dejado de izquierda a derecha que de derecha a izquierda.61 Esto puede deberse a las condiciones del viento o a la preferencia de los perros y adiestradores por la dirección hacia la derecha.62 Los perros utilizan la fosa derecha cuando huelen olores no familiares, por lo que seguramente seguían con más frecuencia el rastro hacia la derecha.

       Los seres humanos también pueden seguir un rastro

      En un estudio realizado en la Universidad de Berkeley, en California, en 2007, la alumna de un doctorado de biofísica Jessica Porter y sus colegas dejaron un rastro de diez metros de chocolate sobre el césped. A continuación, pidieron a estudiantes que siguieran el rastro utilizando solo su olfato.63 Los estudiantes tenían los ojos vendados, llevaban guantes y tapones para los oídos. La mayoría fue capaz de seguir el rastro. Avanzaron siguiendo un patrón en zigzag similar al de los perros. Cuando los estudiantes usaron solo una fosa, fueron más lentos y no tan exactos. Los que fueron capaces de utilizar ambas fosas nasales fueron más rápidos y precisos. Cuanto más rápido seguían el rastro, más pronto olían para obtener la misma información y, cuanto más practicaban, más mejoraban. Estos experimentos muestran que el uso de ambas fosas nasales es importante para seguir un rastro. En otras palabras, oler en «estéreo» es importante para descubrir la fuente de un olor, del mismo modo que un par de oídos es importante para localizar la fuente de un sonido y dos ojos son esenciales para la visión en profundidad.64

      Jayne M. Gardiner, estudiante de doctorado de biología sensorial en la Universidad del Sur de Florida, y Jelle Atema, profesor de biología en la Universidad de Boston, llevaron a cabo pruebas de olor con tiburones en 2010. Descubrieron que los tiburones no compara-ban las concentraciones de olores de las dos fosas para desplazarse, como hemos creído desde hacía mucho tiempo, sino que registraban el olor cuando les llegaba a la fosa. Los tiburones pueden detectar breves demoras en el tiempo cuando las sustancias odorantes llegan a una fosa en relación con la otra y, de este modo, giran en la dirección del lado que capta el olor primero. Estos resultados contradicen