Un olfato para todo. Frank Rosell. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Frank Rosell
Издательство: Bookwire
Серия: Perros
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788499107752
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memoria excelente para los olores. Tras un entrenamiento repetido con el mismo olor, un perro es capaz de reconocerlo. Pueden aprender fácilmente a reaccionar al menos a diez olores diferentes105 y recordarán sustancias odorantes durante un largo período de tiempo. Un perro entrenado para encontrar heces del zorro kit, o zorro norteño, continuó reaccionando ante ese olor 671 días después de la última exposición al mismo, es decir, casi dos años después. Los perros sistemáticamente entrenados con ciertos olores desarrollan más receptores olfatorios para estos olores y, por tanto, aumentan su sensibilidad.106

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      El olfateo rápido produce una corriente de aire en el suelo y eleva las sustancias odorantes al aire y hacia el interior de la nariz. Fotografía e ilustración: Gary S. Settles.

      CAPÍTULO 3

       EL BUEN OLFATO PARA JUZGAR A LA GENTE

      El 3 de octubre de 1992, en Upper Merion Township (Pensilvania), se pidió a la entrenadora de perros y asesora sobre comportamiento animal Susan Bulanda, que ha escrito varios libros sobre perros, que ayudara a buscar a un hombre desaparecido. La búsqueda estaba en marcha desde hacía dos días. Un equipo de cientos de personas había estado peinando la zona donde el hombre había desaparecido tres días antes. La policía había encontrado su coche en el aparcamiento de una estación de ferrocarril. En el aparcamiento también habían encontrado una camisa ensangrentada. Metieron la camisa en una bolsa de papel y la dejaron en el lugar donde la habían encontrado. Había un gran bosque junto a la estación. El hombre había explicado a su mujer que iba a cazar ciervos con arco allí. Se confirmó que la camisa pertenecía al hombre. El equipo de búsqueda, con y sin perros, había rastreado el bosque sin éxito, así que se recurrió a Bulanda porque tenía el mejor perro de la región. Cuando Bulanda llegó a la escena, examinó la camisa en la bolsa de papel y observó que la mancha de sangre tenía el mismo tamaño y forma por delante que por detrás, pero que no había ningún agujero. Bulanda recogió olores de la ropa sin tocar el interior del coche con una bola de algodón. Esa ropa pertenecía al hombre desaparecido. Su perro Scout, un beauceron, está entrenado para rastrear seres humanos, encontrar cadáveres en la tierra y como perro de búsqueda en desastres. Se le permitió que oliera las bolas de algodón y, de inmediato, empezó a alejarse del coche y a acercarse a la bolsa de papel. Olió la camisa ensangrentada en la bolsa de papel durante un segundo y, a continuación, se dirigió directamente a un camino en el bosque, al otro lado de la carretera. Scout siguió el camino hasta llegar a una bifurcación donde tomó el desvío de la derecha. Más tarde, en otra bifurcación, optó por el de la izquierda. Scout guió a Bulanda siguiendo el cauce de un río y adentrándose cada vez más en el bosque. Después de un tiempo, se detuvo y olió el aire antes de girar bruscamente a la izquierda. Finalmente, llegaron a otro aparcamiento, donde Scout se detuvo e indicó que el rastro se había acabado. En el informe que Bulanda redactó para la policía, concluyó que el hombre desaparecido se había marchado de ese lugar en otro coche. Tres días más tarde, el hombre apareció en otro país con una acompañante femenina. Se descubrió que había fingido su propia muerte para poder fugarse con su nueva novia.1

       El rastreo de seres humanos

      Se usó a perros para seguir el rastro de esclavos fugitivos en el Lejano Oriente ya en el año 1000 a. C.2 El explorador Cristóbal Colón utilizó perros para encontrar y matar a indios nativos cuando descubrió América en 1492 y los españoles los usaron en Sudamérica para rastrear a trabajadores de las plantaciones fugados.3 Desde 2012, se han utilizado perros para seguir el rastro de cazadores furtivos en el Parque Nacional Virunga, en el Congo (África).4 Para comprender mejor cómo logran seguir un rastro humano o encontrar a una persona olfateando olores en el aire, es importante comprender cómo se emiten las sustancias odorantes y las fuentes de olor que los perros utilizan en el contexto de las diferentes tareas. En realidad, los olores que desprendemos a nuestro alrededor contienen una gran cantidad de información.

      En 1936, los científicos Konrad Most, director del Departamento de Investigación Canina del alto mando del ejército, y Gustav H. Brückner, de la Universidad de Rostock, construyeron un telesilla y una rueda de rastreo en un bosque de Alemania. La rueda de rastreo tenía dos metros de diámetro. Los científicos quisieron separar los distintos componentes en un rastro que supo-nían que podrían usar los perros. Se sujetó un zueco a la rueda, que creaba una huella en intervalos regulares. La rueda creó un rastro de plantas aplastadas y suelo revuelto sin dejar atrás ningún olor humano. Por otra parte, si una persona se sentaba en el telesilla con los pies en alto, no dejaba ninguna huella y, por tanto, ni la tierra ni la vegetación emitirían ningún olor. Sin embargo, la persona sentada en el telesilla emitía un olor en forma de células de piel muertas.5 Cuando los perros siguen un rastro de un ser humano, pueden utilizar el olor de esa persona y el de la destrucción de vegetación y el suelo revuelto. Si se mueve o revuelve un trozo de tierra, el olor variará. Si se huele hierba que está relativamente intacta, se pisa esta hierba y luego se vuelve a oler, el olor será diferente y los perros captan esto mucho mejor que nosotros.6

      Los perros reconocen a distintos seres humanos a través del olor de escamas de células de piel, que son escamillas en forma de partículas microscópicas que los seres humanos desprenden continuamente. Por increíble que parezca, desprendemos alrededor de 40.000 escamas de células de piel muerta por minuto,7 dependiendo del nivel de actividad del individuo y su estado emocional y físico.8 Antiguamente, los científicos creían que las escamas de células de piel caían directamente del cuerpo humano, pero más tarde se descubrió que hay una corriente de aire próxima a la superficie de la piel. La corriente de aire ofrece un sistema de transporte a las bacterias y las escamas de las células de piel. Se inicia en los pies, asciende por el cuerpo y finaliza en la coronilla.9 La corriente de aire que envuelve a una persona influye en cómo las células de la piel se arremolinan y caen. Si estamos de pie con las piernas abiertas, esta posición afecta a la estructura de la corriente de aire detrás de nosotros. Por otra parte, el hecho de mecer los brazos afecta poco a la estructura de la corriente de aire. Cuando caminamos, tenemos dos regiones de corriente de aire independientes detrás de nosotros: una detrás de la espalda y otra detrás de las piernas, y hay una considerable corriente descendente detrás de nuestra espalda que propaga la parte inferior de la corriente de aire.10 Las escamas de las células de piel pueden trasladarse a una distancia de al menos ocho metros del cuerpo.11 La distancia a la que pueden desplazarse las sustancias odorantes de un rastro depende del peso de la partícula (peso molecular) y el viento.

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      Los seres humanos desprenden escamas de células de piel continuamente. Fuente: Järverud, S. Din hund – som valp og unghund (Wennergren-Cappelen, 2000).

      La actividad de los microorganismos (bacterias, hongos y parásitos) en la superficie cutánea contribuye a la creación de sustancias odorantes.12 La composición de los microorganismos varía considerablemente entre distintos humanos y es lo que nos aporta olores diferentes.13 El sistema respi-ratorio también emite sustancias odorantes a través del aliento. Todos conocemos el mal aliento, causado por la actividad bacteriana en nuestra boca. Los olores del entorno también contribuyen a cambiar el nuestro. Puede verse afectado de igual manera por nuestra dieta,14 y si comemos carne, olemos peor.15 Si fumamos, tomamos medi-cación, utilizamos diferentes perfumes, desodorantes y jabones o champús, esto también puede cambiar nuestro olor.16 Las personas con las que tenemos contacto diario (como nuestro cónyuge e hijos) pueden afectar a cómo olemos, porque nos transfieren bacterias, y podemos recoger bacterias de nuestro contacto con la comida, el agua, el aire y otros objetos de nuestro entorno. Incluso nuestro perro puede contribuir con bacterias. Los propietarios de perros adultos tienen varios o los mismos microorganismos que sus propios perros en la piel.17 Las mujeres embarazadas que viven con perros