Por lo tanto, es posible registrar táctilmente dos ritmos, en los que uno será la diferencia y el otro la suma de dos frecuencias. Concluyendo, los movimientos rítmicos inducidos por la extremidad de los dedos del observador interferirán con los del cráneo del paciente, de tal manera que la sensación final podría ser solamente una frecuencia de batida que da una ilusión de movimiento propio.
Se ha previsto un estudio instrumental para eliminar este argumento.
EXPERIMENTACIÓN INSTRUMENTAL
Ha sido estructurada por etapas sucesivas que han determinado:
– que el movimiento craneal existía,
– que poseía una amplitud y un ritmo propios característicos,
– que se le podía comparar con otros movimientos cíclicos del organismo.
Al principio se presentaron problemas técnicos. Se trataba de buscar unos aparatos que permitieran el registro de las amplitudes ínfimas y que evitaran o limitaran las interferencias de movimientos indeseables, como, por ejemplo, los movimientos de la cabeza producidos por las modificaciones torácicas durante las fases de inspiración y espiración, los movimientos involuntarios por la fatiga o por las variaciones de tono de los músculos de la nuca, concluyendo con las pulsaciones arteriales que se presentan en los tejidos del epicráneo.
Se decidió emplear para la detección transformadores diferenciales montados a la vez en serie y en oposición, para anular las informaciones sin investigar y duplicar las demás.
Las sondas de detección se fijaron por medio de un sistema de ajuste progresivo, lo que entrañó, después de algún tiempo de contacto, un vaciado de la señal de los tejidos del epicráneo y la eliminación de las pulsaciones locales inherentes a las variaciones de presión arterial.
Los transformadores fueron de nuevo unidos a uno de los bornes de un oscilógrafo; el otro borne estaba unido sucesivamente a un neumógrafo y después a un pletismógrafo.
Para terminar, fue necesario realizar un soporte de cabeza y de nuca rígido muy confortable y nada elástico que se adaptase a la forma deseada.
Las señales representadas por la respiración pulmonar eran reducidas pidiendo al paciente que mantuviese una apnea sin ser precedida de una violenta inspiración anterior para no aumentar las tensiones.
RESULTADOS
Los primeros resultados han confirmado la existencia de un movimiento cíclico cuya amplitud es de 15 a 25 μm
Se han realizado unos tests significativos teniendo en cuenta las pulsaciones arteriales y la respiración. Con una velocidad de desarrollo de 1 mm/seg, un estrechamiento progresivo de los detectores a lo largo de las inhalaciones retenidas y los sucesivos registros han permitido constatar cronológicamente:
1) El ritmo sincrónico de la respiración, al igual que las pulsaciones arteriales;
2) un movimiento rítmico distinto;
3) que este movimiento es más amplio que el ritmo respiratorio que le precede y que le sigue.
Una segunda serie de registros establecidos simultáneamente con un trazado neumográfico, con una velocidad de registro de 5 mm/seg, confirma el desfase; el neumograma se sitúa por debajo:
1) durante una interrupción respiratoria con una lenta exhalación mantenida;
2) observamos sobre el trazado el retraso del ritmo craneal respecto al respiratorio, al igual que una expansión craneal durante un período de apnea.
3) esta sección confirma el defase de los trazados.
Un último estudio comparativo muestra el registro del ritmo craneal en relación con un trazado pletismográfico, determinando la variación del volumen de un segmento del miembro en relación con la variación del volumen de los fluidos que éste contiene.
El trazado pletismográfico se sitúa por debajo y la velocidad de desarrollo ha sido de 1 mm/seg.
El primer registro muestra que una disminución del volumen de un antebrazo coincide con una fase de contracción del movimiento craneal.
Los dos registros siguientes muestran la coincidencia de la máxima expansión craneal con los valles de escaso volumen del dedo medio izquierdo del paciente (durante una apnea), o de su antebrazo.
O bien de su descenso de la curva.
HIPÓTESIS SOBRE EL ORIGEN DEL MOVIMIENTO CRANEAL
Después de haber establecido la existencia física de este movimiento craneal, llamado movimiento respiratorio primario (MRP) o cranial rythmic impulse (CRI), conviene determinar su origen y su función en el organismo.
Numerosos movimientos favorecen y coordinan las diferentes funciones del ser humano.
Interesa a menudo un aparato en su conjunto:
– circulatorio: la pulsación arterial, generada por la actividad cardiaca,
– pulmonar: los movimientos respiratorios que están en relación con la actividad diafragmática,
– digestivo: el peristaltismo intestinal, ureteral o vesicular.
Otros movimientos pueden ser debidos a células aisladas o a grupos de células especializadas, como las células de la reproducción: los óvulos y los espermatozoides, que tienen un funcionamiento autónomo y en los que la movilidad permite la fecundación, o ciertas células de centros nerviosos. Cada célula viva posee en realidad una movilidad y una periodicidad rítmica, auténtica respiración celular, cuya importancia se encuentra en relación con la actividad eléctrica (o diferencia de potencial) registrada a nivel de su membrana.
Ha sido imposible determinar un fenómeno de amortiguación de estas funciones, como la disminución del potencial eléctrico de la membrana que conlleva una disminución de esta amortiguación y permite que aparezca un ritmo espontáneo. Así, algunas células situadas en los centros nerviosos respiratorios del cuarto ventrículo muestran unas fluctuaciones de potencial de membrana cuyo ritmo está sincronizado con el de la respiración, pero es más lento que éste.
Las neuronas del centro vasomotor poseen igualmente una actividad tónica aparentemente unida a las ondas de variación de presión arterial (ondas de Traube-Hering).
Finalmente, los científicos soviéticos Naumenko y Moskalenko han establecido que el líquido cefalorraquídeo transportado por todas las partes del cuerpo gracias a una red de conductos (las fascias), se mantiene por movimiento continuo, que a la vez está sincronizado con la actividad cardiaca y la respiración, aunque de ritmo más lento que éstas.
El cerebro es, por lo tanto, el centro de una emisión perpetua de impulsos destinados a mantener el equilibrio postural, la homeostasis y la permanencia de todas las funciones que controla.
Su esquema rítmico global está reflejado en estas diferentes actividades celulares. Tiene una amplitud ínfima pero palpable en el cráneo y en todo el cuerpo:
– gracias al LCR, que juega un papel de transmisión,
– y