La Trama
Por otra parte y casi en paralelo a las instancias internacionales, vimos la necesidad de generar espacios para la conversación local. Así a partir del 2014 impulsamos siete encuentros Féminas en Argentina, México y España, co-organizados por integrantes de la red en ciudades de estos tres países (Buenos Aires 2014, Córdoba 2015, Buenos Aires 2015, Girona 2017, Buenos Aires 2018, Ciudad de México 2018 y 2019), lo cual permite tomar acciones concretas vinculadas a las realidades de cada territorio.
La realidad en cuanto a la situación de la mujer en Argentina y en el mundo, nos encontró como red en estado de alerta y a partir15 de esa ocasión la violencia de género comenzó a ser un eje transversal en nuestros encuentros y continúa siendo relevante hasta el día de hoy. La proliferación de la figura del femicidio, el aumento de casos y las múltiples formas de violencias destacó la urgencia de reflexionar para deconstruir las cuestiones culturales y estructurales que esta pandemia mundial encierra, que ha de encontrarnos juntas y activas si pretendemos una transformación cultural, un cambio a este sistema patriarcal que como red de mujeres del sector cultural consideramos prioritario abordar.
En Buenos Aires, nos vinculamos con compañeras que desarrollan proyectos territoriales con mujeres en situación de vulnerabilidad, como por ejemplo el Centro de Integración Frida, la organización No tan distintas y el Proyecto 7, que trabajan con mujeres trans en situación de calle; generamos aportes para el proyecto de Ley Federal de Culturas; realizamos talleres de arteterapia para mujeres víctimas de la violencia de género en el hogar Nuestro Sol de Lanús Oeste, provincia de Buenos Aires; pintamos murales participativos junto a mujeres de la Biblioteca Popular del Barrio Ejército de Los Andes; organizamos un conversatorio con referentes del movimiento #NiUnaMenos, y armamos #AquelarreXelSi, en apoyo a la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito donde bordamos una cadena de pañuelos verdes con historias de vida, anhelos y activismos diversos de mujeres poetas, teatristas, migrantes, académicas, afrodescendientes, costureras, museólogas, mujeres trans, gestoras, cantantes, graffiteras, bailarinas, indígenas, artesanas, actrices, y comunicadoras.
Ampliamos la invitación a comprometernos aún más en el desarrollo de estrategias creativas, sensibles, vinculares y comprometidas con la lucha por la equidad, que van más allá de nuestras situaciones particulares y que por tanto demandan abordajes que debemos asumir como comunidad de mujeres. Asimismo, muchas de las integrantes de la red individualmente conformamos, participamos y/o articulamos con otros espacios y colectivas en Argentina, Latinoamérica y España como Clásicas y Modernas, ELLA, las Gestoras en Red, CAPAS y en nuestro país, Asociación de Mujeres Muralistas de Argentina, Actrices Argentinas, Mujeres Músicas, FIERAS, MujeresQueNoFueronTapa, la Red de Productoras de Córdoba y la Fundación Red de Gestoras Culturales, por ejemplo.
A través de la micropolítica de los encuentros estamos construyendo una comunidad de mujeres que trabajan juntas por los derechos de todas, esfuerzos que logren revalorizar la posición de las mujeres en el orden cultural; una construcción colectiva basada en el respeto, la confianza, el reconocimiento, y los lazos íntimos que se desarrollan en un espacio en el que nos encontramos por “motivos profesionales” propios del sector cultural y al mismo tiempo comprometidas con el escenario de la situación de las mujeres en el contexto mundial, en donde la profundidad de lo que nos pasa es el corazón de lo que proponemos. Un espacio en donde lo personal y lo político16 van de la mano.
#AhoraesCuando: desde el presente construyamos futuros de equidad
Desde la Red de Mujeres x la Cultura, creemos que la gestión cultural (nuestro campo de acción) debe, entre otros objetivos, visibilizar a los grupos socialmente excluidos y promover la participación ciudadana como un aspecto sustancial de las democracias. No podemos pensar las políticas culturales si no implican la plural participación de la ciudadanía, aquellxs que a veces se les ubica sólo como audiencia de los hechos artísticos, también son sujetas activas de derecho capaces de interpelar al espacio público, porque la gestión cultural no se restringe a las actividades artísticas y de entretenimiento, sino que promueve la acción de la ciudadanía en pos de satisfacer sus necesidades simbólicas.
Por lo tanto, es evidente que la humanidad no puede permitirse el lujo de que gran parte de sus integrantes permanezcan en silencio, invisibilizadas, discriminadas, violentadas y excluidas hasta de la posibilidad de contarse a sí mismas y sus universos, a través de sus obras, de sus imágenes, sus narrativas, sus cuerpos, sus modos de relacionarse, de ser y de expresarse en sus movimientos.
Sin embargo, aún en el tercer milenio, continúa un sostenido déficit de protagonismo femenino en museos, teatros, auditorios, centros culturales, festivales y otros proyectos, así como una notable ausencia de investigación y falta de datos estadísticos disponibles en materia de género en el ámbito de la cultura y la creatividad.
Recapitulando, creemos que la valoración de la igualdad de género mediante políticas, intervenciones e inversiones focalizadas puede influir considerablemente en las actitudes y percepciones acerca de los roles de uno y otros géneros y mejorar los niveles de desigualdad en la práctica. Pero no basta con establecer políticas, su éxito y sostenibilidad requieren de la implicación y el pleno apoyo de lxs miembros de la comunidad y representa un desafío para el trabajo particular de las y los gestores culturales, que implica, a través de acciones positivas reconocer los derechos humanos de las mujeres a participar en la vida cultural, visibilizando y promoviendo sus experiencias, creaciones y producciones en el sector cultural.
En nuestro país contamos con importantes instrumentos como leyes, tratados, pactos internacionales y convenciones con jerarquía constitucional, que desde el sector cultural es nuestra responsabilidad conocer y apropiarnos para exigir que se apliquen, por ejemplo contamos con la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres que incluyó acciones del ámbito público como privado, y definió a la violencia desde una perspectiva más amplia y en diferentes ámbitos; la Ley N.º 26. 252 de Servicios de Comunicación Audiovisual que apunta a modificar mecanismos no formales de exclusión que se entretejen en el lenguaje de los medios de comunicación que tienen un rol clave en la creación de imaginario y mandatos culturales que en forma de “violencia simbólica” afectan directamente a las mujeres; la Ley 26.743 de Identidad de género; la Ley de Cupo Femenino en Festivales de Música;17 la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), ratificado por la Ley 23.179 y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) con menciones concretas al Derecho de toda persona a participar en la vida cultural; el Informe Especial de la Relatora Especial sobre los Derechos Culturales de las mujeres; las recomendaciones de Agenda 21 de la Cultura, promovida por la organización mundial de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) –que ha sido aprobada y está siendo aplicada por centenares de ciudades y gobiernos locales de todo el mundo, la ciudad de Buenos Aires incluida– comprometidos con los derechos humanos, la diversidad cultural, la sostenibilidad, la democracia participativa, la igualdad de género y la generación de condiciones para la paz,18 asimismo existen cada vez más estudios e informes19 que fundamentan la urgencia de un debate más profundo, de toma de conciencia sobre la necesidad de que todas las personas tengamos los mismos derechos, responsabilidades y oportunidades para desarrollar plenamente nuestro potencial.
Un hacer cultural ajeno a su tiempo y a los desafíos de cada generación es un hacer líquido, poco atractivo, innecesario por eso tenemos que empezar a asumir el significado de los Derechos Culturales y su contextualización, ya que, la cultura no es un conjunto estático de valores y prácticas sino que se recrea constantemente