Del lamento a la revelación. John Harold Caicedo. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: John Harold Caicedo
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Религия: прочее
Год издания: 0
isbn: 9781953540393
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por algo.

      Solo a los fariseos a quienes les advirtió que necesitaban arrepentirse o de lo contrario no entrarían en el reino de los cielos.

      Pero jamás a los suyos. Por el contrario, el mensaje continuo de Jesús fue a no tener temor.

      Eso no significa que no sigamos las reglas de las autoridades o que simplemente ignoremos lo que pasa alrededor y vivamos como si nada estuviera pasando, no.

      Por el contrario, somos prudentes y seguimos lo que nos piden, pero sin estar desesperados, sino más bien confiados y seguros en el Señor.

      Definitivamente es el tiempo para no cesar en la oración.

      Podemos estar separados por la distancia, pero unidos en un mismo Espíritu.

      Grandes cosas suceden como respuesta a un pueblo que ora. En la Biblia encontramos momentos así. Cuando Josafat se vio en peligro llamó a todo el pueblo a ayunar y a orar.

      Cuando Ester tenía que enfrentar al rey, llamó a todos y a sus doncellas a orar y a ayunar.

      Una y otra vez es el modelo bíblico.

      Lo mismo sucedió con los discípulos de Jesús, con Esdras, con Daniel, etc.

      Orar y ayunar y siempre hubo grandes respuestas cuando el pueblo de Dios oró de esa manera sin detenerse.

      Ese es nuestro tiempo. Esa es también nuestra respuesta a la crisis.

      Este podría ser en realidad el tiempo más productivo para que muchos finalmente conozcan al verdadero Salvador del mundo que se llama Jesucristo.

      Puede ser un momento extraordinario para un gran avivamiento sobre la tierra.

      No podemos perder la perspectiva de las cosas. El mundo está en un momento demasiado grave. La crisis ha llegado prácticamente a todos los rincones de la tierra, pero si tú de verdad has creído en Jesús, tienes que saber que Él sigue estando en su trono, que Él no se está agarrando la cabeza en este momento diciendo: me tomó desprevenido este virus, que Él en realidad es un Dios soberano que está en control de todas las cosas.

      Este virus no nos va a quitar versículos de la Biblia.

      Tenemos que seguir creyendo que como dice Romanos 8:28: todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios, esto es a los que conforme a sus propósitos han sido llamados.

      Tenemos que seguir creyendo que como dice David en el salmo 27: El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?

      Tenemos que seguir creyendo lo que dice Isaías 43:2: Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.

      Las pruebas de la vida no deben jamás separarte de Dios. Todo lo contrario.

      Siempre hay algo que puedes aprender, siempre hay algo que puedes mejorar, siempre hay algo que te ayudará a crecer y a madurar, por lo tanto, no debería jamás separarte de Dios, sino por el contrario, acercarte más a Él.

      El carácter de los hijos de Dios es un carácter firme. Nosotros sabemos Quién nos respalda, nosotros sabemos Quién camina con nosotros todos los días. Él es la fuente de nuestra fortaleza. Nuestro Señor es nuestro refugio, y nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

      Las familias que pertenecen al reino de los cielos han conocido que aun en tiempos difíciles no pierden su fe, que dan aunque no haya más, que su seguridad es El Señor y Él nunca las abandona, siempre trae una y otra vez provisión divina para que nada haga falta.

      El salmista dice: alzaré mis ojos a los montes de donde vendrá mi socorro, mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la Tierra. (Salmo 121:1-2) En Él confiamos.

      Y escucha este poderoso testimonio de un médico en Lombardía, Italia: "Ni en las pesadillas más oscuras imaginé que podría ver y vivir lo que está pasando aquí en nuestro hospital desde hace tres semanas. La pesadilla está fluyendo, el río se está haciendo más y más grande. Al principio vinieron algunos, luego decenas y luego cientos y ahora ya no somos médicos, sino que nos hemos convertido en clasificadores en la cinta y decidimos quién vive y quién debe ser enviado a casa a morir, aunque todas estas personas han pagado impuestos italianos toda su vida;

      Hasta hace dos semanas, yo y mis colegas éramos ateos; era normal porque somos médicos y aprendimos ciencia, donde se nos enseña a excluir la presencia de Dios; siempre me reí de mis padres yendo a la iglesia.

      Hace nueve días un pastor de 75 años vino a nosotros; hombre gentil, tenía problemas respiratorios importantes, pero tenía una Biblia con él y nos impresionó que les leyera a los moribundos que acababan cogiéndole de la mano. Al estar todos los médicos cansados, desanimados, psicológica y físicamente terminados, cuando teníamos tiempo íbamos a escucharlo. Ahora tenemos que admitir: nosotros como humanos hemos alcanzado nuestros límites; más no podemos hacer, y cada día mueren más personas. Y estamos agotados, ya tenemos dos colegas que han muerto y otros están parados. Nos dimos cuenta de que donde termina lo que el hombre puede hacer, necesitamos a Dios y nos comenzamos a preguntar cuándo teníamos algunos minutos libres. Hablamos entre nosotros y no podemos creer que de los ateos feroces que éramos, ahora hemos venido diariamente para encontrar nuestra paz, pidiéndole al Señor que nos ayude a resistir para que podamos cuidar a los enfermos.

      Ayer murió el pastor de 75 años; estábamos desesperados hasta que él llegó, pero este viejo pastor logró durante su estancia aquí traernos una paz que ya no esperábamos encontrar. El pastor se fue con el Señor y pronto lo seguiremos. No he estado en casa desde hace 6 días, no sé cuándo comí por última vez, y me doy cuenta de mi inutilidad en esta tierra y quiero dedicar mi último aliento en ayudar a los demás. Estoy feliz de haber conocido a Dios mientras estoy rodeado por el sufrimiento y la muerte de mis semejantes”.

      Si por el momento solo podemos orar... ¡Oremos! No olvidemos orar por doctores, enfermeras, personal de aseo de los hospitales y todos los que están trabajando incansablemente para salvar vidas. Y si en nuestro paso encontramos personas que necesitan esperanza y salvación, entonces guiémoslos al Señor.

      Cuando las cosas se pongan difíciles, no dudes, confía, Él te dirá lo que tengas que hacer y lo que parecía lo peor de tu vida se convertirá en un gran testimonio con el que glorificarás a Dios.

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