Humana Trinidad. Patricio Vidaleiva. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Patricio Vidaleiva
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9789563175790
Скачать книгу
independientemente del rumbo que llegaran a tomar los acontecimientos, aquí la cosa era sin llorar después.

      La primera vez que incursionamos en esto fue algo muy difícil por lo menos para mí, diría que para Enrique fue más natural y menos traumático. Sin embargo, con su apoyo y tino para enfrentar este momento, me fui relajando y avanzando. No les mentiré. “Cuando uno tiene alma de puta, las cosas finalmente solo decantan y se hacen más fáciles de incorporar”.

      Volviendo a los chicos que conocimos a través del chat, ellos reaparecieron en nuestras vidas después de ese tiempo y empezamos a conocernos y a salir. Todo partió en la buena onda y en proyecto de amistad, aunque lo sexual no estaba descartado, sin embargo, comenzamos primero siendo amigos y haciendo cosas juntos “nos hicimos las decentes”, lo que fue propiciando una naciente amistad.

      Empezamos a salir, a comer, a bailar, a pasear e incluso a frecuentarnos en nuestros hogares. Creamos un grupo de WhatsApp al que bautizamos como “los chiquititos de mami” en alusión a una frase que uno de los chicos tenía muy pegada y que usaba regularmente cuando se enternecía o algo le gustaba mucho.

      Un sábado nos invitaron a un asado en su parcela de Curacaví, cuando llegamos estaba todo súper producido y preparado, la terraza iluminada y la carne en el fuego. Al recordarlo, siento la sensación que fue como una especie de cita, la primera después de meses luego de la salida de Miguel de nuestras vidas. Esa noche cenamos, conversamos sobre nuestras vidas, obviamente salió a colación nuestra reciente relación. Ellos estaban muy sorprendidos por nuestra experiencia y nos colmaron a preguntas, en un momento les pedimos no hablar más de ese tema porque era muy sensible y nos estaba incomodando y haciendo mal recordar. Por lo que cambiamos de conversación y ellos comenzaron a hablarnos sobre sus vidas y sobre su relación. De cómo también, luego de dos años habían decidido incluir ocasionalmente terceros sexuales y de qué manera lo estaban manejando. Terminada la cena, los chicos nos propusieron que viéramos una película y nos tomáramos unos tragos para amenizar y seguir con la buena onda, recuerdo que vimos una peli bastante buena, se llamaba Lucy (aprovecho de recomendarla), una vez terminada la película, y ya más relajados, la atmosfera se fue calentando, de pronto uno de ellos empezó a hablar sobre el tamaño del pene de su pareja, y a mostrarnos esa erección a través del pantalón de su pololo, la verdad que se puso todo muy hot, lo que se proyectaba desde ese pantalón se apreciaba bastante firme y de una abultada dotación. Con Enrique nos bastó solo mirarnos para saber que estaba pensando el otro, así que sin que ellos se dieran cuenta, a la rápida cruzamos una mirada de aprobación y sin mediar palabras entendimos que nos dejaríamos llevar. Nos acercamos a ellos y comenzamos a tocarnos, besarnos y todo el preámbulo de lo que vendría. Estábamos en el living y nos sentíamos un poco incómodos, por lo que los chicos, como buenos anfitriones, nos señalaron el camino hacia su habitación, no les contaré mayores detalles de lo que ocurrió en ese dormitorio, ya que no es nada diferente a lo que todos ya hemos experimentado cuando tenemos este tipo de juegos e incursiones sexuales, pero sí me detendré en contarles algo que nos ocurrió. Mientras estábamos con ellos comencé a sentirme agobiado, como obligado a ejecutar algo que no sentía muchos deseos de hacer, por otro lado, Enrique me miraba y me hacía gestos como de querer que esto terminara pronto. Así que nos apuramos en hacer que los chicos saciaran rápidamente sus necesidades sexuales y nosotros las nuestras para poder volver a casa.

      Una vez que la función acabó, miré la hora y ya eran las 05:30 de la mañana, incluso estaba por amanecer por lo que nos apuramos en duchar, vestirnos y emprender la vuelta a Santiago. Cuando veníamos en la carretera, ninguno decía nada, estábamos sumergidos en nuestros pensamientos. De pronto Enrique quiebra el silencio diciendo, sabes, me encantan los chicos, son muy amenos e intelectualmente muy cultos se puede entablar cualquier tipo de conversación con ellos, incluso son demasiado simpáticos, además físicamente bastante atractivos, pero me pasó algo cuando estábamos teniendo sexo con ellos, ¿qué sentiste?, le pregunté. Tuve una sensación extraña, como de estar siendo infiel, a decir verdad, siento que nadie llenará esta sensación de nostalgia y frustración en la que nos hemos quedado pegados desde que partió tú sabes quien. No evites decir su nombre, le dije, mientras más lo nombremos más trivial se hará y menos dolerá y con el tiempo, un día cualquiera dejará de tener la connotación que tiene hoy y el sonido de se nombre tan potente para nosotros hoy, pasará a ser solo una palabra más, además no se merece tratarlo como una cosa, fue una persona importante en nuestras vidas. Continúo diciéndole, ¿Sabes?, creo que a mí me pasó algo muy parecido. Cuando estábamos con los chicos, solo deseaba que termináramos luego para salir de ahí, me sentía muy incómodo y perturbado también tenía esa sensación de infidelidad y hastío. Por respeto a ellos, creo que no será bueno repetirlo. Enrique asintiendo con su cabeza, replicó diciendo, tienen toda la razón, no debemos involucrar a estos chicos a nuestros rollos ni menos utilizarlos, no se lo merecen, se ven buenos cabros, el jueguito sexual dejémoslo hasta aquí.

      Luego de esa cita, nunca volvimos a tener un encuentro sexual con estos chicos, sin embargo, la amistad con Ariel y Armando, así se llaman, siguió profundizándose cada día. Con el pasar de los meses se fue fortaleciendo y consolidando al extremo, empezamos a vivir muchas cosas juntos y pasar mucho tiempo acompañándonos. Nos veíamos más de dos veces por semana, pero solo en son de amistad. Ellos, por su parte seguían jugando a los tríos y cuartetos, pero lamentablemente para su relación, la cosa terminó por escapárseles de las manos. Producto de estas licencias sexuales que decidieron experimentar, nuestros nuevos amigos fracasaron en su jueguito y finalmente se vieron forzados a ponerle fin a su relación. Lamentablemente uno de ellos, Ariel, se enamoró de un chico con el que habían hecho un trio y decidió abandonar a Armando. Para nosotros el nuevo escenario fue un terremoto, sabíamos que con este cambio las cosas ahora serían inevitablemente diferentes. Además, por más que alguna vez los hayamos aconsejado, a estas alturas no había mucho que hacer ni decir, cuando uno se enamora no hay palabra en ningún idioma que haga cambiar de parecer a quien está concibiendo ese sentimiento. Acá optamos por no tomar partido, solo nos dedicamos a escuchar y apoyar. Seguramente eran muy jóvenes para manejar esta situación y su inexperiencia terminó dándoles una mala pasada. Uno de ellos cometió el error de involucrar sentimientos, lo que trajo como consecuencia el inevitable quiebre de la relación.

      Luego de su separación y tal como nosotros intuíamos la amistad cambió y ya dejamos de frecuentarnos, a veces nos vemos y hablamos por teléfono, pero por separado con cada uno de ellos, hoy la cosa ya es muy distinta y mucho más distante.

      A estos amigos les debemos mucho, fueron quienes nos brindaron su apoyo y amistad en uno de nuestros momentos más difíciles, aparecieron en el instante preciso en nuestras vidas, nos acompañaron en nuestra recuperación y gracias a ellos fue que pudimos sobrellevar de mejor manera la pena que estábamos viviendo, eso se los agradeceremos eternamente. Sin saberlo, se transformaron en nuestra vía de escape, en un calmante que vino a aliviar nuestras vidas, en eso fueron fundamentales, cuando nos veían abatidos sabían que preguntar, pero también entendían cuando era preciso callar. En su compañía, fuimos retomando nuevamente nuestro rumbo y nos acercamos a la tranquilidad y resignación que tanto ansiábamos encontrar.

       El “papi”

      En el verano de 2016, las vacaciones nos pillaron con pocas lucas así es que no nos quedó otra alternativa que vacacionar en chilito no más, pasamos esos días entre Santiago, Viña y el litoral central, debo reconocer que fue un verano mucho más entretenido de lo que pensábamos, muy movido y algo desordenado. Como estábamos “solteros”, es decir, sin un tercero, nos dedicamos a pasear y a conocer nuevas personas, nos portamos un poquito mal en esa época, fue como un lapsus frenético y sexual, pero ese recreo duró solo el periodo vacacional, “somos califas, lo reconozco, pero no al extremo de vivir en función del sexo”.

      Ya a la vuelta, una tarde se nos ocurrió salir a caminar al parque forestal, era una iluminada y calurosa tarde de fines de febrero, de camino compramos unos helados y nos fuimos a tomarlos al parque y de paso aprovechamos de descansar y flojear un poco. Estuvimos un tiempo ahí, algo más de una hora, hasta que decidimos volver a nuestro departamento. Cuando veníamos de vuelta de repente sentí el aviso de un mensaje de la app de Grindr, al revisar vi un mensaje