Humana Trinidad. Patricio Vidaleiva. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Patricio Vidaleiva
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9789563175790
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con su mirada hacia una escalera en forma de caracol, por lo que entendimos que debíamos subir. Ya arriba advertimos que era un lugar muy pequeño, “el bar de las 4 mesas, como a modo de broma, oímos alguna vez por ahí” con un escenario iluminado y cortinas azules destellantes, el sitio estaba abarrotadísimo de personas, algunas riendo, otras conversando, pero todos muy atentos escuchando el show que en ese momento realizaba Macarena O´Connors, otra de las grandes de las noches gay santiaguinas. Con Enrique nos trasportamos como 14 años atrás, al Bar Friends, en ese lugar vimos por primera vez a estas dos precursoras del arte del transformismo, ellas sin duda, fueron la llave para que tantos chicos dedicados a este arte, hoy gocen de la apertura y libertad no siempre existente en las noches de este país.

      Sus rutinas generalmente no abusan de las groserías ni de las faltas de respeto, habitualmente hablan sobre historias que tienen que ver con exageraciones o realidades ficcionadas de sus vidas. Además, se preocupan de estar en constante renovación, aunque hay algunas de sus rutinas que las podría escuchar mil, veces y de todos modos me moriría de la risa, su forma de narrarlas y las improvisaciones que se generan con la interacción del público siempre le imprimen una connotación especial y diferente a cada una de sus actuaciones. Recuerdo mucho la rutina de Angie que habla de ir a visitar a una amiga que cuyo padre había fallecido y a quien ayudó a vestir antes de meter al ataúd y esa otra rutina que habla sobre su ida a un restaurante peruano donde pide un pollo asado en vez de un pollo a las brasas. También son entretenidas las rutinas de Macarena, cuando cuenta que en ocasiones se lleva algunos rotos a su casa y para convencerlos les ofrece zapatillas o cuando de vieja y cansada se queda dormida en pleno acto sexual, entre tantas otras rutinas tan memorables y divertidas.

      Cierto día, para el cumpleaños de Angie, que celebró en el local, le lleve de regalo un ejemplar de mi novela, desde entonces con Enrique dejamos de ser transparentes ante sus ojos y cada vez que coincidimos en algún lugar ya sea la calle o cuando visitamos su local, nos saluda con un gran cariño y atención. Aunque debo reconocer que más de alguna vez nos ha agarrado para el hueveo en sus rutinas, especialmente cuando nos ve con algún amiguito nuevo, nos mira y con expresión seria, pero pícara nos dice” ¿ya lo cambiaron?”, “¿andan con hija nueva?” o interpela a nuestro acompañante diciéndole “¿leíste el libro?” o simplemente los aconseja o advierte sobre nosotros confundiéndolos e inventándole cosas sobre nuestras andadas. Lo malo es que después nos deja la cagada y debemos volver a la casa dando explicaciones, bromas, todo queda ahí en el local y después nos morimos de la risa de las cosas que nos dice durante el show.

      Para nosotros siempre es un agrado visitar su local y escuchar sus rutinas, reír es uno de los dones más maravillosos que se le otorgó a la humanidad, pero hacer reír o reírse de sí mismo es algo extremadamente difícil y admirable, condición que uno no puede dejar de valorar y fomentar.

       Los chiquititos de Mami

      Estábamos esforzándonos de lleno en la tarea de avanzar y olvidar a Miguel, habían pasado unos cuantos meses de esa conmoción y ya nos encontrábamos algo más tranquilos y resignados, una tarde revisando mi email, me encontré con un correo inesperado, era de un chico que nos había contactado hacía mucho tiempo. Yo en un principio no sabía de quien se trataba, habían pasado tantas cosas en nuestras vidas que las nociones de tiempo y espacio estaban absolutamente trastocadas y a decir verdad me costó recordar, además, mi cabeza seguía aún muy metida en la relación y ruptura con Miguel, que la neurona sexual la tenía tan anulada que le costó reaccionar rápidamente debido al letargo en que se consumía.

      Luego de despabilar un poco y empezar a conversar con este tipo fui entendiendo y recordando con más claridad de quien se trataba.

      Resulta que meses antes de conocer a Miguel, con Enrique nos metíamos a un video chat gay de Internet, en ese chat uno se contactaba con distintas personas, establecía conversaciones virtuales y se podía realizar video llamadas. Una noche estábamos en esa plataforma virtual, cuando de repente nos llegó la solicitud de alguien que quería vernos a través de la webcam, cuando aceptamos, emergió la imagen de una pareja que andaba en los mismos pasos que nosotros, eran dos guapos y jóvenes chicos entre 25 a 28 años aproximadamente, al conversar con ellos, nos comentaron que llevaban algo más de 2 años de relación y que precisamente buscaban encuentros sexuales con otras personas además de amistad si es que se llegaba a dar, no descartaban nada a priori.

      Antes de seguir contándoles sobre estos chicos, me detendré a hablar sobre un tema que se me vino a la cabeza, aquí probablemente me aventuraré en una opinión muy personal y algo temeraria, pero de igual modo quiero comentarles sobre una especie de teoría que ronda mi mente hace algún tiempo y radica en que siento la convicción que en la mayoría de las relaciones amorosas, la pasión sexual del amor, esa atracción potente y propia de ese estado, dura solo dos años y luego se transforma. Es decir, “la magnética sexual dura solo dos años”, suena a título de novela, pero la verdad es que esta aseveración se ha ido consolidando en mi pensamiento, estoy cada día más convencido de ello porque lo compruebo una y otra vez, tanto en conversaciones con amigos o conocidos como con cada nueva experiencia vivida.

      No quiero decir que el amor dure dos años y luego ya se acabe, que no se me malinterprete, acá lo que quiero decir, es que el amor idealizado, ese de mariposas en la guata, de fidelidad inquebrantable y ceguera hacia el resto del mundo, incluida la oferta sexual. Luego de este plazo comienza a morir. En algunos casos, con suerte puede llegar a durar hasta los tres años de relación, luego inevitablemente uno empieza a mirar para el lado y a desear sexualmente a otras personas o sentirse deseado por otros también. No se trata de que se deje de amar a la pareja, eso por nuestra parte nunca estuvo en duda, se trata solo de un deseo más libidinoso. Con los años el sexo con la pareja no muere, pero si va cambiando, se desgasta, se decanta, se calma y por alguna razón el instinto carnal despierta y empieza a ocupar nuevamente nuestra mente, es como una especie de rebelión inconsciente y hormonal frente a la monogamia sexual.

      Cuando esto ocurre, uno no saca nada con asustarse, pero sí debe hacerse cargo de lo que se está sintiendo, sin temor y sin vergüenza de los sentimientos es necesario tomar una determinación y sincerarse primero con uno mismo, lo importante es avanzar con madures para no caer en la típica actitud de la mayoría, que radica en tratar de hacerse el loco y esconder la realidad. Es aquí cuando uno tiene que ser valiente y honesto con su compañero, hablar con claridad y respeto sobre lo que se está sintiendo y cuidar la forma en que se dirá. Es, en este momento crucial donde generalmente comienzan los primeros quiebres en muchas relaciones. ¿Por qué ocurre esto?, no tengo respuesta para aquello, solo sé que en este punto hay que ser más práctico que romántico.

      Cuando nos ocurrió esto, con Enrique, afortunadamente tuvimos la libertad y madurez para sincerarnos y contarnos lo que estábamos sintiendo y tuvimos que tomar una decisión. Pudimos tomar varios caminos, por ejemplo;

      —Terminar definitivamente la relación o darnos un tiempo para que cada uno viera por su lado lo que deseaba o necesitaba realmente hacer.

      —Hacernos los lesos y seguir juntos como que nada pasaba, pero, siéndonos infieles de pensamiento y/o acto, pero sin que el otro llegara a enterarse.

      —Llegar al acuerdo de seguir juntos, pero con el consentimiento mutuo de poder tener cosas sexuales por fuera, obviamente cuidándose de no contraer alguna enfermedad de trasmisión sexual, además de no repetir estos encuentros con la misma persona, ni mantener contacto de ningún tipo con ellos.

      —Llegar al acuerdo de tener encuentros sexuales juntos y tratar de no involucrar sentimientos románticos hacia la persona con la que se incursionará sexualmente.

      Con Enrique optamos por la última, no queríamos separarnos por ningún motivo y decidimos enfrentar esta nueva etapa juntos, no fue para nada fácil ni una decisión tomada a la ligera, en común acuerdo optamos por incluir ocasionalmente terceros sexuales y disfrutar como pareja de estas experiencias. No todas las personas o parejas quizás puedan tomar este acuerdo, acá las personalidades y formas de enfrentar y mirar la vida, entre otros factores son lo que juegan un papel determinante.

      Luego de esa decisión comenzamos incipientemente a