Humana Trinidad. Patricio Vidaleiva. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Patricio Vidaleiva
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9789563175790
Скачать книгу

      © Copyright 2020, by Patricio Vidaleiva

       © Copyright 2020, by MAGO Editores

       Primera edición: Julio 2020

       Colección con voz, escrituras sin discriminación

       Director: Máximo G. Sáez

       www.magoeditores.cl [email protected] Registro de Propiedad Intelectual Nº A-3957 ISBN: 978-956-317-579-0 Diseño y diagramación: Sergio Cruz. Edición electrónica: Sergio Cruz Ilustración de portada e interiores: César “Cesarolandox” Rodriguez Lectura y revisión: MAGO Editores. Impreso en Chile / Printed in Chile Derechos Reservados

       Una situación inesperada

      Soy Marco, con Enrique, mi pareja, últimamente hemos tenido que ajustarnos a varios cambios un poco difíciles en nuestras vidas, el primero, tiene que ver con la ruptura de nuestra relación poliamorosa con Miguel, sumado a eso, hace un tiempo sufrí la fractura de mi codo izquierdo de la cual he venido recuperándome lentamente y que me ha tenido por varios meses desconectado del trabajo y de mi quehacer normal debido a tres intervenciones quirúrgicas y las consiguientes licencias médicas derivadas de esa situación. Con Enrique trabajamos en la misma institución y en este empleo, hace tan solo un par de meses nos tocó además trasladarnos a las nuevas oficinas ubicadas en el barrio cívico, en pleno centro de Santiago.

      Les contaré algo sobre nosotros, con Enrique nos conocimos a través de un chat de citas gay, como anécdota les cuento que esta web con el tiempo fue comprada por una agrupación evangélica y cada vez que uno entraba aparecía un newslatter que instaba a arrepentirse de los pecados, tanta ingenuidad y odiosidad en las mentes de algunas personas. Pero bueno así era nuestro país en el año 2004.

      La relación partió en onda amistad, en ese tiempo cada uno buscaba solo conocer gente y divertirse, Enrique tenía 24 años y yo 28 pero yo era el amigo traumado de la relación, era demasiado perseguido con el tema, no había salido del closet y me preocupaba que alguien supiera sobre mi condición, aunque para mi sorpresa antes que terminara ese año, ya estaba completamente resuelto y fuera del armario. Enrique por su parte siempre ha sido más relajado y ya en esa época no le importaba mucho lo que el mundo pensara de él. Hoy los papeles se han nivelado e incluso me atrevería a decir que se han invertido y ahora soy yo el más liberal de la relación.

      La amistad duró aproximadamente un año, con solo una incursión sexual entre nosotros como a los tres meses de conocernos, luego de eso la cosa se enredó un poco y decidimos alejarnos, Enrique estaba pololeando y yo fui un desliz en esa relación. Sin embargo, durante los meses sucesivos mantuvimos la relación de amistad a la distancia.

      Siempre he creído que el haber sido amigos primero y luego de un año hacernos novios, nos sirvió para que la relación se sustentara siempre en la confianza y la comunicación. Ya no íbamos a andar con cuentos entre nosotros, sabíamos perfectamente quienes éramos por lo que en adelante nunca hemos tenido problemas muy graves o que no se puedan superar con una conversación franca y sincera.

      Como pareja decidimos empezar a involucrar a terceros en nuestra relación, todo fue conversado y acordado mutuamente, si algo salía mal, nadie podía echarle la culpa al otro, ni reprocharle nada. Esto nos ha permitido enfrentar juntos las situaciones que se nos han ido presentando, siempre nos hemos referido al otro con respeto, y sobre todo con cariño, teniendo siempre en cuenta que la persona que se tiene en frente es a quien uno ama por lo tanto se debe buscar el modo y el tino para decir las cosas cuando algo molesta o incomoda en la relación. En la vida no hay conversaciones o verdades que no se puedan decir, lo importante es encontrar la manera correcta de expresarlas

      Ya somos unos hombres maduros de 41 y 45 años que hemos evolucionado y avanzado juntos en este tiempo, ya no somos los veinteañeros jóvenes que se conocieron hace diecisiete años atrás, estamos más gorditos, más viejitos, pero yo, ingenuamente quiero creer que seguimos siendo guapos y con la misma vitalidad de esa época, uno se pone viejo cuando deja de avanzar y de soñar. Hemos aprendido a vivir juntos y sinceramente creo que muy pocas cosas podrían separarnos hoy.

      Enrique es un hombre inteligente, solidario con su familia y amigos, de carácter fuerte y algo gruñón, la paciencia no es una de sus virtudes, menos con personas poco prácticas o enrolladas. Él es resolutivo y seguro de las cosas que quiere, además tiene un ojo increíble para percibir las buenas y malas vibras de los demás. Es un hombre difícil de conquistar y selectivo a la hora de elegir sus amistades, es una persona en la que se puede confiar debido a lo jugado y fiel que es a sus afectos cercanos.

      Yo por mi parte soy más pastel, no soy para nada selectivo en mis amistades, no logro ver las malas intenciones de los demás, nunca estoy seguro de nada y me cuesta decidir entre opciones, por muy diferentes que se vean, para mí todo tiene sus pros y contras y en la balanza al final todo me parece que está bien. Siempre trato de andar con una sonrisa y evitando peleas y conflictos, soy por esencia conciliador. Igual me considero medianamente inteligente y algo culto, trato de ser buen amigo y buena persona en general. A diferencia de Enrique soy muy sociable, conversador y extremadamente paciente, doy mil oportunidades a las demás, no soy rencoroso. Lo que más me hace enojar es presenciar situaciones injustas y acciones discriminatorias.

      Si bien en lo personal somos muy diferentes incluso podría decirse que somos polos opuestos, en la forma de percibir la vida somos muy parecidos, tenemos metas y visiones en común, nos entretienen y alegran casi las mismas cosas, por ejemplo a los dos nos gusta viajar, tenemos mentes desprejuiciadas, aun creemos en la naturaleza humana y nos jugamos a fondo por quienes queremos, no quiero pecar de presuntuoso, pero somos unas buenas personas, contenedoras y generosas con los demás. En resumen, somos iguales al 90% de los seres humanos que día a día se dedica a intentar ser mejor y no perjudicar a nadie con sus acciones y obviamente como todas las personas no estamos exentos que nos ocurran cosas buenas y otras menos afortunadas en las que no nos queda más que seguir avanzando y reflexionando en la marcha, dado esto les contaré parte de nuestra historia.

      Corría agosto de 2015, era la hora de almuerzo, no teníamos mucha hambre, así es que con mi pareja salimos a buscar un lugar donde merendar algo rápido. Como nos quedó tiempo, decidimos dar un paseo por el barrio, íbamos conversando y mirando sin muchas expectativas y sin ningún plan en mente, solo caminar y pasar el rato, de repente vimos un aviso en lo alto de un edificio que decía “se vende”, de aburridos y curiosos, llamamos por teléfono al número que aparecía en el letrero, nos contestó un hombre, el que nos dijo: “si, el departamento está a la venta, ahora estoy aquí, si quieren pueden subir a verlo”. Con Enrique nos quedamos mirando y dudamos un poco, pero le dijimos que iríamos y al instante subimos a conocer el lugar. El señor fue muy amable al atendernos y mostrarnos la propiedad, conversamos sobre el precio y le pedimos sus datos para contactarlo en el caso que la compra prosperara.

      A decir verdad, no teníamos ninguna intención de comprarnos un departamento, solo la curiosidad y la facilidad con que se dio la situación, fue la que nos llevó a ir a conocerlo. Desde el instante que entramos, nos gustó mucho el lugar, nos sentimos a gusto y reunía todos los requisitos que, en nuestro caso, debía tener un sitio para vivir. Cuando salimos de ahí, obviamente que no vislumbrábamos ni la más remota probabilidad de poder adquirirlo, sin embargo, algo me decía que debía ver el modo de por lo menos intentarlo. Contábamos con unos ahorros que podrían eventualmente alcanzar para dar el 10% del valor, pero dependíamos absolutamente del financiamiento de alguna entidad crediticia. A todo esto, había que adicionarle que tanto Enrique como yo, ya arrastrábamos cada uno con una deuda hipotecaria por lo que se hacía muy difícil, por no decir imposible, poder calificar financieramente para adquirirlo. Fue entonces que me acorde que un primo trabajaba como ejecutivo en un banco y lo llamé, él me pidió que le enviara mis antecedentes comerciales para evaluar mi situación y ver que se podía hacer. Había pasado como una hora, cuando me devolvió el llamado diciéndome que calificaba, nosotros no lo podíamos creer, sin embargo, ahí me enteré de una triquiñuela que yo sin tener conocimiento