La vuelta a España del Corto Maltés. Álvaro González de Aledo Linos. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Álvaro González de Aledo Linos
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Книги о Путешествиях
Год издания: 0
isbn: 9788494202735
Скачать книгу
29 De vuelta a casa

       Capítulo 30 La vida diaria

       Capítulo 31 Nuestro resumen, conclusiones y balance personal

       Anexo 1 Escalas y millas recorridas

       Anexo 2 Transcripción de las dibucartas

       Epílogo

      ÁLVARO GONZÁLEZ DE ALEDO LINOS

      LA VUELTA A ESPAÑA DEL CORTO MALTÉS

      (De Santander a Santander

      en un velero de 6 metros)

      A los otros tres de mi familia.

      O sea que la felicidad

      era esto…

      Agradecimientos

      A Luis Espejo Barbosa, compañero de navegación, sin cuyo apoyo no hubiera sido posible esta aventura.

      A las otras personas citadas en las páginas siguientes, especialmente las que nos acompañaron en alguna de las etapas del viaje, pues contribuyeron a que esta vuelta a España haya sido una experiencia maravillosa e irrepetible, el mejor viaje de nuestras vidas.

      A mi madre y a Mario Rodríguez Tamayo, que conocían nuestros planes pero a quienes ya no puedo contárselo.

      Capítulo 1

      Introducción.

       El porqué de este lío

      El mar ocupa una parte muy importante de nuestro tiempo libre y nuestra vida. Luis y yo somos Capitanes de Yate y hemos navegado desde niños, acumulando entre ambos unas 50.000 millas navegadas, incluyendo 3 travesías del Atlántico, varias campañas en el motovelero “Zorba” de Greenpeace, y diversas navegaciones por la cornisa cantábrica, las Baleares y el Mediterráneo. Desde 2003 organizamos una actividad de vela con niños enfermos del hospital Valdecilla, fundamentalmente de oncología, en la que han participado 65 niños y 30 barcos, y con los que hemos realizado casi 200 navegaciones. Y finalmente ambos somos propietarios de veleros pequeños (un Tonic 23 y un Sun 2000) con los que navegamos habitualmente por el Cantábrico, tanto en invierno como en verano, lo que nos ha permitido habituarnos a la navegación en un velero pequeño con todo tipo de tiempo.

      A cualquier navegante la lectura de libros de viajes y navegación le despierta la inquietud de realizar navegaciones lejanas. La posesión de un velero pequeño suele ser una disculpa para no intentarlas, argumentando el riesgo que supone afrontar las grandes olas o los vientos fuertes de alta mar, para los que supuestamente no está preparado. Pero hay multitud de ejemplos de marinos que, en unidades pequeñas, han llegado a dar la vuelta al mundo. El intento más reciente es el del marino sueco Sven Yrvind que va a intentarlo, a los 73 años de edad, con un barquito de tres metros de eslora construido por él mismo. Este marino tiene un curriculum de varias navegaciones oceánicas en barcos de alrededor de 5 metros de eslora. Por otra parte varios marinos han dado la vuelta al mundo en unidades de 7 metros.

      Siempre se ha dicho que “barco pequeño, pequeños problemas”, y sigue siendo cierto. Tenemos muchos amigos con barcos grandes que dedican más tiempo al bricolaje y a resolver los múltiples problemas de la electrónica, del motor, etc., que a navegar. Y no suele molestarles, porque también con eso se disfruta de un barco. Pero en nuestro caso lo que nos hace disfrutar es precisamente “navegar”, salir del puerto y disfrutar de la soledad y el silencio del mar, y los trabajos de mantenimiento son la obligación necesaria. Pero además la bahía de Santander tiene unas peculiaridades que añaden valor a los barcos pequeños, especialmente con orza abatible y fueraborda. El calado de la bahía es pequeño y va disminuyendo por la acumulación de arena, hasta el punto que se ha pronosticado su colmatación en este siglo si no se toman medidas, que pasan fundamentalmente por no seguir ganando terreno al mar e incluso devolverle antiguas zonas inundadas. Para las salidas de un día los barcos de quilla fija deben navegar a motor por la canal (dragada para los mercantes) hasta salir a mar abierto y allí dar bordos sin destino fijo. La orza abatible te da acceso a multitud de islotes, calas y sitios recónditos que aún existen en la bahía de Santander, y te permite utilizar íntegramente las 6 x 3 millas náuticas que más o menos mide nuestra bahía. Teniendo en cuenta los imprescindibles bordos de la navegación en ceñida y la velocidad media de los cruceros pequeños (3-5 nudos) esas distancias son las accesibles en las navegaciones de un día, y te permiten practicar todas las maniobras de navegación y fondeo en pocas horas. Por su parte el motor fueraborda es simple, no deja olores en la cabina que facilitan el mareo, y en caso de avería su reparación o sustitución provisional son sencillas, evitando la pérdida de días de navegación. Y con un velero de 6-7 metros se pueden también hacer navegaciones cortas de puerto a puerto, pues las incomodidades de su reducido tamaño se aguantan bien en periodos de una semana. Pero siempre estaba latente la duda de si uno de nuestros barcos serviría para una navegación larga, como la vuelta a España.

      El “Corto Maltés” es un Tonic 23 del astillero Jeanneau diseñado por Philippe Harlé en 1985, del que se produjeron unas 1.100 unidades hasta 1991 en que dejó de fabricarse. Durante años fue el barco de crucero elegido por la famosa escuela de vela de las islas Glénan, en Francia, lo que dice mucho de sus cualidades marineras. Aunque existe un modelo de quilla fija, nuestra versión es la de orza abatible dentro de un quillote, y las medidas de este modelo son eslora 6,90 m, manga 2,41 m, y calado 0,70 m con la orza subida y 1,38 m con la orza bajada. La orza es de hierro y al subirla bascula hacia atrás dentro del quillote, lo que unido al hecho de que el principal lastre es el propio quillote que la acoge, de 450 kg, hace que el barco navegue perfectamente con ella subida sin perder nada de su estabilidad. La altura de la cabina al pie de la escalera, justo debajo de la tapa del tambucho cerrada, es de 1,77 m, algo excepcional para un barco de esta eslora, lo que permite permanecer de pie a un adulto para vestirse y para cocinar. Además el barco tiene a proa de la cabina un amplio ventanal por el que se observa el horizonte y el rumbo desde el interior de la cabina, lo que es un argumento de seguridad en la navegación con mal tiempo pues permite permanecer en el interior.

      La cocina está a babor de la escalera. Es una cocinita de camping gas con un fregadero de un seno, dotado de bomba de agua manual desde un depósito de 25 litros, posteriormente suplementado con otro hasta 40 litros. También tiene un enorme cofre de apertura superior para colocar la nevera de hielos, que desagua en la sentina.

      A estribor de la escalera tiene un espacio “baño” separado de la cabina por una puerta, donde se ubica un retrete químico, un lavamanos sin desagüe (es una especie de palangana que luego se vacía por la cocina, evitando un pasacascos) y unas perchas para la ropa de agua mojada que drenan a la sentina. Tiene una mesa de cartas completa y grande a estribor, mirando a popa, una cama bretona en proa que se prolonga con los bancos laterales de la cabina, y otra cama doble en popa a babor, debajo del suelo de la bañera. El espacio bajo el banco de estribor está ocupado por un enorme cofre al que se accede desde la bañera. El motor es fueraborda pero dentro de un pozo bajo el banco de estribor, a popa del cofre antes mencionado. El timón es de fibra, articulado en el espejo de popa, y se puede elevar unos centímetros de modo que al subir la orza quede al mismo nivel que el extremo inferior del quillote y no se golpee con los bajos fondos si se navega con la orza subida.

      El barco puede vararse con ayuda de puntales apoyado en el quillote, pero cuando lo compramos, el propietario anterior no los tenía y nunca lo hemos varado. Además, en fondos arenosos y fangosos al vararlo podría bloquearse la orza en posición subida. Si el barco apoya todo su peso (1.300 kg) en el quillote y se incrusta una piedra o una concha entre la orza y su caja, es posible que luego la orza no descienda por