Conquistando a Jeremy. Darlis Stefany. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Darlis Stefany
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9788418013638
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reinas no deben rodearse de ese tipo de bestias. Vamos a desaparecer esa bestia de tu vida, Naomi.

      —¿Debo preocuparme de que mi bebé esté hablando solo?

      Sonrío sin voltear y cuando la mano de mamá despeina mi cabello, la tomo y la beso.

      —Tu bebé trata de hacer lo correcto para alejar a los tipos malos.

      —Como debe ser.

      Me regala una de sus dulces sonrisas y la observo. Hubo un tiempo en la que esas sonrisas solo estaban cuando Doug y yo éramos los únicos que estaban para verla, la mayor parte del tiempo, solo era una mueca triste.

      O quizá estaba lo suficiente adolorida como para no sonreír.

      Aún no sé si me arrepiento de no haber golpeado con ese bate a Paul las suficientes veces para que dejara de respirar. No sé si me arrepiento de que aún pueda vivir.

      —¿Quieres que salgamos a comer? Hoy tengo ganas de salir con mi hermosa madre y enviarle fotos al hijo bastardo para que sienta envidia y dolor.

      —¡Jeremy Nathaniel! No vas a molestar a Doug.

      —¡Mamá! ¡Déjame divertirme! Si no puedo hacerlo de manera sana molestando a mi hermano entonces será mejor que contrate a una prostituta.

      —No caeré en tu juego.

      —Te amo. —Le arrojo un beso y ella ríe.

      —También te amo y acepto tu invitación a comer, pero sin fastidiar a tu hermano.

      —Aburrida.

      —Soy tu madre. No me llames aburrida.

      ◌◌◌◌

      15 de marzo de 2013

      —Lamento llegar tarde.

      Alzo la vista de mi café encontrándome con una muy agitada Naomi. Pasa las manos por su cabello color chocolate. Tomo otro sobre de azúcar para endulzar mi café mientras ella toma asiento frente a mí.

      »Mi jefa me retuvo por más tiempo en el trabajo y… ¿por qué tomas café a las seis de la tarde?

      —Costumbre —respondo con simpleza, nunca nadie había preguntado por lo que ya se volvió tan rutinario en mí.

      —¿Y le has puesto todo ese azúcar?

      —Me gusta lo dulce, Naomi.

      Por un momento no dice nada y solo me observa, enarco una de mis cejas y ella toma un lento respiro, me pregunto qué pasa por su cabeza. Al menos no luce incómoda como cuando nos conocimos, no es que se vea en confianza y del todo cómoda, pero con pasos pequeños sé que podemos llegar muy lejos. Su confianza es un regalo por el que voy a trabajar, quiero que esta mujer, pierda el miedo y desesperanza en sus ojos.

      Así que tras analizarlo mucho, no quiero pensar por qué me dediqué tanto a ello, llegué a una conclusión con respecto a Naomi Kanet. Me relajo en mi silla y la observo esperando no ponerla en alerta o asustarla. Con Naomi no funciona ser el tipo estricto y profesional que soy con muchos clientes, con ella debo tratarla como si nos conociéramos de otra vida y ser yo mismo. De esa manera se siente en confianza y no está tensa a mi alrededor.

      Lucho con una sonrisa cuando vislumbro rastros de pintura en su barbilla, supongo que no lo nota. El arte es una cualidad que comparte con Hilary Jefferson, la novia de mi hermano.

      —Tienes—señalo su barbilla—, algo de pintura.

      —Típico. Soy restauradora de algunas obras por lo que esto suele suceder.

      Le entrego una servilleta y la observo limpiarse, espero no lucir espeluznante, pero resulta que no puedo dejar de mirar.

      Una camarera se acerca y ella pide un batido junto a un dulce. Me encargo de pedir un trozo de pastel. Cuando la camarera se aleja se instala un silencio.

      —Entonces…—comienza ella pareciendo impaciente y asustada.

      —¿Amas mucho el arte?

      —¿Qué?

      —Creo que me escuchaste. —Sonrío, la tensión de su rostro desaparece un poco y observo con atención como un brillo aparece en su mirada mientras la expresión de su rostro se suaviza.

      Baja un poco la guardia relajando su cuerpo. No puedo culparla por siempre estar alerta, por esperar lo peor de las personas, en particular de los hombres, cuando es la sobreviviente de una experiencia tan violenta y traumática.

      —Siempre he amado el arte, me hace sentir… en casa. Seguro suena muy loco, pero me ayuda a relajarme, es como tener mi mundo feliz.

      —No es nada loco amar y apasionarse por algo.

      —¿Amas ser abogado?

      —Esa es una pregunta muy interesante. Siempre me preguntan si me gusta ser abogado o asumen que es mi vida. Pero no se trata solo de eso.

      »Ser abogado es un arma de doble filo, tú decides si lo haces por vocación o solo por mucho dinero. Seguro me llamaran idiota, pero para mí sería muy incómodo y fatal representar a los tipos malos. Yo no podría defender a un violador.

      —Claro.

      —Ser abogado no es mi vida, me gusta, entretiene y disfruto de ello, pero no amo la idea de ser abogado. Lo que yo amo es la idea de ayudar. Me siento afortunado y feliz cuando logro ayudar a las personas que me necesitan.

      »Estoy especializado en varias ramas del derecho, hago el trabajo legal de un par de empresas y eso me gusta, incluso me encanta, pero siento amor cuando un cliente sonríe sabiendo que su pesadilla queda atrás. No sé si tiene sentido, pero es lo que es.

      —¡Vaya! Eso es… —Por primera vez sonríe y es como si el mundo dejara de pesar sobre su espalda. Es hermosa—. Es impresionante, Jeremy… ¿Puedo tutearte?

      —Asumía que ibas a hacerlo. —Rio y bebo de mi café.

      Hay una sensación de satisfacción al saber que poco a poco sus palabras se liberan mientras habla conmigo, que incluso, está dándome una leve sonrisa. Se siente como un gran logro y no solo como su abogado, si no como algo personal, cosa que no debería sentir.

      Traen nuestros pedidos y ella de nuevo fija su atención en mí.

      —Jeremy, haces esto por vocación, no es el concepto de ser abogado lo que te apasiona, es la idea de ayudar, de hacer el bien.

      —No muchas veces lo logro, pero al menos puedo decir que lo intenté.

      —Eres joven.

      —Veintiocho años, me gusta sentir que estoy en la flor de mi juventud. —Eso la hace reír—. Tu anterior abogado estaba gordo y feo, ¿no?

      —¡Oye! Seguro le resultaba muy atractivo a su secretaria.

      —Lo típico.

      —No me interesaba tener un abogado atractivo.

      —Suerte que ahora tienes uno que sí lo es.

      —Claro…

      —Entonces, ¿en la escuela también amabas el arte?

      —Siempre. Aunque en la escuela me dedicaba más al equipo de baile, pensaba que el arte solo podía ser un pasatiempo y que en la universidad sería contadora o algo como eso.

      —Oh, así que mi clienta es una bailarina.

      —Exbailarina y no la clase de baile lento.

      —¿Quizá de la clase que lleva faldas cortas, tops y pompones? Porque yo soñaba con chicas así en la escuela. Pero mamá nos dejó en una escuela cristiana donde las chicas eran remilgadas y no animaban.

      —Tú hablas de animadoras. —Esta vez ríe más, sonrío en respuesta—. En mi escuela había un equipo de baile. Como batonistas.

      —¿Del tipo de Beyoncé? Eso es caliente.