Julito Cabello contra las tribus urbanas. Esteban Cabezas. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Esteban Cabezas
Издательство: Bookwire
Серия: Julito Cabello
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9789563635508
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¿Y cuándo sería eso?

      –A partir de ahora mismo. Fighting!

       Explicación ñoña:

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      Como mi papá consume todo tipo de mangas y también series coreanas, se le ha pegado eso del Fighting!, que es la versión oriental del ¡Vamos que se puede!

      Explicación ñoña

      –Sí, claro, Fighting!

      Y en ese preciso instante mi hermanita María levantó su pequeño puño y dijo:

       –Fighting!

      Awhl! A mis papás se les pusieron altiro las pupilas gigantes, como de mono animado. Y la María, cínica ella, porque ya sabe hablar y no lo saben, como que emitió un gorgorito y se rio.

      Bien sicóloga ella, porque les levantó el ánimo a mis papis. O a lo mejor quería decir que estaba fighting con un tremendo mojón, porque de inmediato el ambiente se puso termonuclear.

      Mientras mi papá se la llevaba al baño (piedad), mi mamá como que se quedó pensando en voz alta.

      –A ver. Hay que poner orden en el jardín (es que así habla ella, florido). Vamos a tener que buscar más pega para sobrevivir mientras tanto.

      Y tenemos que reabrir el restaurante lo antes posible. Pero lo más importante es ponernos súper ahorrativos.

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      Justo en ese instante apareció el tío Rodrigo en la cocina y, en menos de medio minuto, ya se había cocinado todos los huevos del refrigerador, se había tostado una marraqueta medio dura que quedaba, le había echado medio pan de mantequilla y se había tragado casi un litro de leche.

      –Uf. Pero qué hambre tenía. ¿Les aproblema que me sirva alguna cosita?

      Si hubiera visto la cara de mi mami, que yo creo que ni intentó mirar, se habría encontrado con UN problema.

      Les juro que parecía un emoji de agujero negro.

      Brrrrr.

      5

      SOLUCIONABERTOS

      Al rato llegó a la cocina toda la gente de El inka guatón: los Bertos (Edelberto, Gilberto, Norberto, Wilberto y Alberto) y la Laura y la Antonia, las jefas del grupo. Y una de ellas fue la que puso orden porque estaban súper inquietos, como perro en bote (me encanta esa metáfora, guau).

      –Ya, silencio. Señora, ya revisamos el restaurante y les faltó barrerlo no más. Quedó entero vacío. Estos canallas…

      –Ya, Laura, esperemos que la policía recupere nuestras cosas…

      (Ahí se escuchó una risa entre los Bertos. Gente de poca fe).

      –Ya, ok. Lo primero es ordenar y poner nuevas chapas y candados. ¿Conocen a alguien que pueda ayudarnos?

      –Sí, dijo Berto 5, yo conozco a alguien, señora.

      –Muy bien. Y díganme qué necesitan para volver a abrir el restaurante, porque no podemos irnos a la quiebra.

      –¿Tan mal estamos, señora?

      –Siendo sincera, sí. Lo único que nos queda son los ahorros para el dentista de los niños. Y para su universidad. El resto es pura deuda.

      ¿O sea mi mamá nos iba a dejar sin frenillos y con los dientes chuecos para toda la vida? ¿Y no íbamos a poder estudiar al terminar el colegio?

      Yes! Genial.

      Pienso como niño, ¿ok? No esperen que sea “maduro”.

      –Muy bien señora. Le diremos en una hora qué necesitamos para funcionar. Y ustedes, Bertos, ¡a moverse! ¡¿Qué están esperando?!

      –¡A su orden! -dijeron, y salieron ordenaditos en fila hacia el restaurante.

      Apenas desaparecieron, mi papá volvió con la María a la cocina. Mi mamá le explicó lo que había pasado recién. Y mi papá, que no sabía que nos quedaba tan poca plata (es que vive como en Urano), como que se urgió.

      –O sea, tendremos que conseguir plata como sea. Me quedó claro.

      –Yo los puedo ayudar -dijo el tío artista con la boca llena de migas.

      –¿Y cómo sería? -dijo mi mamá, sin comprarle nada.

      –Bueno, puedo vender alguna de mis pinturas. Aunque tendría que pintarlas primero, porque dejé todo lo que tenía, que era casi nada, en España. Hasta se me quedó mi cenicero favorito. ¿Tendrían algo para prestarme, para comprar pinturas y pinceles, plis?

      Buena tu ayuda, tío.

      ¿Y cómo serán sus cuadros?

      ¿Tendrán olor a pucho también?

      6

      WINTER IS COMING

      Durante la mañana la casa comenzó a parecerse a un castillo. Bueno, a uno medio rasca, porque es una casa no más, pero le estaban poniendo hartas rejas y unos candados como de medio kilo.

      Mi mamá andaba dando órdenes a los amigos de los Bertos que entraban y salían con sus herramientas. Entre medio había un par de señores negros muy flacos y de peinado raro que hablaban en un idioma intergaláctico. Creo que los había visto trabajando en el edificio del frente. Y no les entendía nadanadanada. Pero de repente mi mamá les hizo unas preguntas y ellos se las respondieron.

      ¿Mi mamá trabajó alguna vez en Star Trek?

      –Mamita linda ¿hay algo que quieres decirme y que nunca me habías dicho?

      –Algo como qué.

      –Que te abdujeron alguna vez.

      –¿Que qué?

      –Que alguna vez te llevaron de paseo en un ovni. O que naciste en un planeta con dos lunas, por ejemplo.

      –No seas leso Julito. ¿Es que me escuchaste hablar recién?

      –Sí. Y vengo en son de paz, por si acaso.

      –No seas tan ignorante. Fue en francés.

      –O sea, ¿esa es la lengua diplomática interplanetaria?

      –No, nerd. Es que la gente de Haití habla un idioma que se llama creole, que es una versión rara del francés. Y como yo aprendí ese idioma en el colegio, ahora me sirvió.

      –¿Y qué otros idiomas hablas, mamá?

      –Bueno: inglés, alemán, latín, serbio y esperanto.

      –¿Y por qué no lo sabía?

      –¿Quieres que te cuente un chiste en latín?

      –Ya, entendí. Es porque soy tan egocéntrico que nunca se me ocurrió que tuviste una vida antes de nosotros, tus hijos.

      –¿Quiere pañuelitos el niñito llorón?

      Aaaaaahgr. ¿Por qué tengo una mamá que me está criando para cuando los robots intenten eliminar a los humanos?

      Es dura, pero igual la quiero. Aunque a veces duele, auch.

      7

      EN CONSTRUCCIÓN

      Todo el día fue puro ruido, con sierras eléctricas y soldadoras que tiraban chispas. La gente entraba y salía, hasta que Laura entró y le pasó a mi mamá una lista.

      Después de leerla, se le abrió la boca hasta que le crujió algo en la mandíbula.

      Quedó como