Es importante recalcar que los grupos indígenas desarrollaron la interlocución con autoridades como estrategia de lucha desde la época colonial. Ya para el siglo XVI se encuentran registros de nobles indígenas de distintos pueblos a lo largo de América que escribieron quejas y peticiones dirigidas a la Corona. Ejemplo de esto es el caso de Diego de Torres, un indígena muisca, cacique de la región de Turmequé, quien en dicha época inició una batalla legal para recuperar sus tierras. En sus correspondencias, De Torres hacía un uso correcto del castellano y apelaba a la legislación indígena para comunicar apropiadamente sus peticiones ante las autoridades españolas.7 De acuerdo con Joanne Rappaport y Tom Cummins, la escritura y presentación de reclamos y solicitudes a la Corona por parte de indígenas era una actividad común en la América española;8 no obstante, ante el poco conocimiento existente sobre el pueblo arhuaco antes del siglo XIX, no ha sido posible el rastreo y la identificación de este tipo de quejas y peticiones antes del siglo XX.
La presente investigación se centra en el análisis de los reclamos presentados por integrantes del pueblo arhuaco en la interlocución con distintas entidades del Estado entre 1916 y 1972. El estudio de estos reclamos por 56 años permitió la identificación de continuidades y transformaciones en la forma y el contenido de dicha interlocución; a partir de estas es posible divisar las dinámicas del proceso de despojo experimentado por una parte importante de la comunidad arhuaca dentro del periodo estudiado. Junto con esto, dichas transformaciones y continuidades muestran cómo algunos indígenas, con la ayuda de aliados, en muchas ocasiones, utilizaron tanto la forma y el fondo en sus comunicaciones de manera estratégica para que sus reivindicaciones fueran escuchadas.
Tanto los reclamos y las alianzas para trasmitirlos de manera eficiente como el proceso de despojo no se dieron en el vacío. Estos respondieron a contextos particulares y generales, es decir, a ámbitos locales, regionales, nacionales e incluso internacionales, los cuales posibilitaron, en mayor o menor medida, el despojo y la lucha arhuaca a través de la interlocución. De esta forma, esta investigación muestra las condiciones sociales, políticas, económicas e históricas en las que se dieron los reclamos arhuacos y las diversas formas de desposesión que los motivaron.
De acuerdo con lo anterior, el objetivo central de este trabajo es relacionar las transformaciones y continuidades de los reclamos formulados por los arhuacos, durante el periodo de tiempo propuesto, con las condiciones sociales e históricas en un contexto de despojo político, económico y cultural. Para esto, en primer lugar, se conformó un corpus documental que da cuenta de la interlocución entre indígenas arhuacos y entidades estatales entre 1916 y 1972. En segundo lugar, se identificaron las transformaciones y continuidades de las comunicaciones de los indígenas a la luz del contenido, los argumentos, las formas de justificación y las alianzas conformadas para transmitir los reclamos. Finalmente, en tercer lugar, se analizaron estos reclamos teniendo en cuenta el contexto histórico, político y social que posibilitó y llevó a que ciertos representantes del pueblo arhuaco los formularan.
En cuanto a la temporalidad de 1916 a 1972, por un lado, el inicio de este periodo se eligió por la visita que un grupo de arhuacos hizo a Bogotá, con el fin de hacer ciertos requerimientos al presidente José Vicente Concha, y la consecuente publicación del Decreto 68 de 1916 de la Gobernación del Magdalena.9 Este decreto se promulgó con la intención de reconocer y fortalecer la autonomía política y cultural de los arhuacos, para así protegerlos de la explotación por parte de los colonos; sin embargo, la interpretación que los mismos colonos y misioneros capuchinos hicieron de esta norma fue completamente opuesta a la protección de los indígenas, por lo que el decreto mismo terminó siendo un arma que fue utilizada por décadas contra los arhuacos.10
Por otro lado, en 1972 el Ministerio del Interior, mediante la Resolución n.° 000002, reconoció la Línea Negra, la cual consiste en una demarcación imaginaria de los lugares sagrados para los pueblos indígenas que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta. Aunque esto no solucionó los conflictos por la tierra, ni tampoco implicó una ruptura radical en la historia del pueblo arhuaco, dicho reconocimiento sí da cuenta de un cambio en las políticas y el trato hacia la población indígena por parte del Estado, que para principios del siglo XX promovía en estos grupos la evangelización en las creencias católicas.
Ahora bien, como se mencionó, gran parte de la historiografía colombiana sobre las luchas indígenas se ha centrado en el estudio de los movimientos sociales en los que algunas se inscribieron. Aunque existen trabajos enfocados solamente en los movimientos indígenas,11 parte importante de la literatura se encuentra sujeta a investigaciones sobre los movimientos sociales colombianos en general.12 Lo anterior ha influido en que se privilegien los estudios sobre la segunda mitad del siglo XX, ya que antes, en la década de los setenta, la mayoría de los indígenas se vinculaban a las movilizaciones campesinas al no existir movimientos étnicos representativos. No obstante, para ciertos autores, los indígenas y campesinos son analizados como actores similares por la centralidad que el problema por la tierra tiene en sus luchas.13
Dicha vinculación de los indígenas a los movimientos campesinos, así como la “reciente” emergencia de los movimientos propios, ha generado que, en estas investigaciones más amplias, los indígenas se tomen como actores “menos visibles” dentro de la historia de los movimientos sociales en Colombia. Esta poca representación está directamente relacionada con que estos trabajos se centran principalmente en fuentes de prensa que, por su fácil sistematización, favorecen los análisis de tipo cuantitativo y estadístico, en los que se suelen invisibilizar ciertos actores y formas de lucha menos recurrentes.14
En la literatura sobre movimientos indígenas en Colombia se pueden identificar tres perspectivas. En primer lugar, se encuentran los trabajos que analizan las motivaciones para la conformación de los movimientos; estas investigaciones le han dado centralidad al interés por la conservación o la devolución de los territorios ancestrales, es decir, el problema por la tierra.15 En segundo lugar, se ha estudiado el desarrollo de los movimientos desde el enfoque de las dimensiones culturales y de identidad, es decir, la afirmación de la diferencia por parte de los indígenas a través de la historia, las costumbres y la relación con el territorio.16 Finalmente, se han analizado las acciones de los movimientos indígenas, pero privilegiando ciertas estrategias de lucha que se inscriben en las vías de hecho, es decir, paros, huelgas, marchas, mítines, invasiones, bloqueos, disturbios, etc.17
Desde el marco más amplio de las luchas indígenas, existen algunos trabajos que, aunque en ciertos casos también se interesen por los movimientos indígenas, no hacen de estos su objeto principal de estudio. Dentro de estas investigaciones, se ha tenido en cuenta una gama más amplia de estrategias de lucha y se destaca el uso de la memoria, de los espacios políticos y de las vías legales o de derecho. Por un lado, los trabajos sobre la memoria como estrategia de lucha hacen referencia a la reivindicación de ciertos sucesos o personajes, con el fin de legitimar los movimientos indígenas y ciertas acciones de estos.18 Por otro lado, en las investigaciones sobre las vías de derecho se encuentran los estudios sobre espacios políticos como las elecciones, la representación indígena19 y los trabajos sobre el uso de instrumentos jurídicos y administrativos para denunciar abusos y hacer demandas a las autoridades.20 Otras investigaciones que se inscriben en la historiografía de las luchas indígenas, pero no se centran en los movimientos, son los trabajos biográficos sobre líderes indígenas;21 estos estudios, más allá de relatar la historia de vida de los personajes, intentan vincular estos relatos en procesos más amplios de dominación y lucha, destacando la constante tensión entre estos líderes y el Estado colombiano en la segunda mitad del siglo XX.
Para el caso del pueblo arhuaco, existe una diversa literatura que no necesariamente se encuentra dentro de la disciplina histórica, pero ayuda a comprender el proceso de despojo y lucha de este grupo indígena en el siglo XX. A partir de investigaciones más amplias sobre la relación entre los colonos, los misioneros y los indígenas,22 junto con estudios más específicos sobre la llegada de la Misión Capuchina, la expansión territorial de los colonos, la formación del Estado en la Sierra Nevada de Santa Marta y las