Los editores agradecen a la Comisión Europea por el financiamiento del proyecto ALCUEKBBE (contrato nro. 264266) bajo el auspicio del Programa FP7. También agradecen a los autores que participaron y a los socios del proyecto por su tiempo y dedicación. Finalmente, presentamos nuestros agradecimientos y aprecio a la Pontificia Universidad Javeriana, específicamente a la Facultad de Ciencias y a la Editorial por su invaluable apoyo para la publicación de este libro.
Elizabeth Hodson de J.
Profesora emérita
Pontificia Universidad Javeriana
Colombia
Guy Henry
EU Project Coordinator
CIRAD, UMR MOISA
France/Colombia
Eduardo Trigo
Director
Grupo CEO
Argentina
Notas
1 Para información más detallada de este proyecto y sus resultados véase www.bioeconomy-alcue.org
2 Para mayor información véase www.alcuenet.eu
Hacia un desarrollo de la bioeconomía en América Latina y el Caribe
Eduardo J. Trigo,1 Guy Henry,2 Johan Sanders,3 Ulrich Schurr,4 Ivan Ingelbrecht,5 Clara Revel,6 Carlos Santana7 y Pedro Rocha8
Introducción: el concepto de bioeconomía
La bioeconomía representa la visión de una sociedad futura mucho menos dependiente de los recursos fósiles para suplir su demanda de energía y materias primas, en la que la biomasa producida de forma sostenible desempeña un papel fundamental para la producción de alimentos y de productos de salud e industriales, fibras y energía. Es una respuesta a por lo menos cuatro grandes desafíos globales emergentes y convergentes: 1) el hecho de que en los próximos 20 a 30 años la población mundial crecerá a nueve mil millones de personas y, en consecuencia, se tendrá que satisfacer una demanda mundial de alimentos por lo menos 50 a 70 % más alta que la actual; 2) existe evidencia creciente de una disminución significativa de los recursos naturales y, en algunos casos, de su agotamiento; 3) a pesar de que no podemos hablar de “el fin del petróleo”, toda la evidencia disponible apunta a que el petróleo o la energía barata (como el gas natural) son cosas del pasado, lo que implica riesgos incalculables para el medio ambiente y 4) se están empezando a evidenciar impactos del cambio climático a diferentes niveles en todo el mundo y estos son considerados como los principales obstáculos del futuro.
Todas estas tendencias están mostrando que “lo de siempre” ya no es una opción y que deberán hacerse ajustes importantes en los comportamientos sociales y económicos. Se necesitan enfoques novedosos para tener la oportunidad de abordar seriamente los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de erradicar el hambre y la pobreza (ODM 1) y asegurar la sostenibilidad del medio ambiente (ODM 7). Los problemas son globales y, ciertamente, no nuevos. Han estado allí por un extenso periodo. Lo que es nuevo a la fecha es la unión de un mejor entendimiento de los problemas que hay que afrontar con la madurez de los procesos políticos nacionales e internacionales, como los de las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el desarrollo sostenible (UNSDC) y el Grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático (IPCC), entre otros, que proporcionan la base para un compromiso político mínimo, puesto que las acciones, dado el carácter mundial del reto, necesariamente también deben ser globales. Al mismo tiempo, existe una base científica y tecnológica que ofrece esperanzas y posibilidades concretas de un cambio efectivo en el curso de acción.
En este contexto, la bioeconomía es vista cada vez más como una oportunidad –aunque desafiante– para abordar coherentemente la compleja situación y crear nuevas fuentes de crecimiento económico y social equitativo. Su esencia se ha sintetizado con diferencias sutiles como “la aplicación del conocimiento a las ciencias biológicas para la obtención de productos sostenibles, respetuosos del medio ambiente y competitivos” (CE 2005), así como “el conjunto de las opera-ciones económicas en una sociedad que utiliza el valor latente de productos y procesos biológicos para captar nuevos beneficios para el crecimiento y el bienestar de los ciudadanos y las naciones” (OCDE 2006), y más recientemente abarca “[...] la producción de recursos biológicos renovables y la conversión de estos recursos y flujos de residuos en productos con valor agregado, como alimentos, productos biológicos y bioenergía. [...]” (CE 2012).9 Independiente del énfasis –el uso de la biomasa o el papel de la nueva biología–, el hilo común en todos estos conceptos es el uso más eficiente de los recursos naturales y el aumento del conocimiento de los procesos de producción para mejorar la captura de la energía solar y transformarla en otras fuentes de energía y productos. Los sectores y las industrias asociadas a la bioeconomía son portadores de un “[...] fuerte potencial de innovación debido al uso que hacen de una amplia gama de las ciencias, de las tecnologías facilitadoras e industriales y del conocimiento local y tácito [...]” (CE 2012). Por consiguiente, muestran un potencial importante como fuentes de cadenas de valor completas, con un impacto ambiental reducido y promesas de puestos de trabajo de alta y baja calificación, que ayudan a reducir la pobreza y a continuar mejorando la calidad de vida de la creciente población mundial. En este sentido la bioeconomía también es un concepto estrechamente asociado al de “economía verde” (GE) que ha sido presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en un esfuerzo por impulsar la consecución de los ODM y por construir una sociedad global que satisfaga equitativamente las necesidades y aspiraciones de la generación presente sin sacrificar los derechos y las oportunidades de las generaciones futuras (PNUMA 2011).
Visto en este contexto, la bioeconomía es ese segmento (de la economía) construida sobre la base de la mejora de los usos de la biomasa y de las oportunidades que surgen de la nueva biología y las ciencias asociadas. Ciclos anteriores de la organización y el crecimiento económico moderno dependían de la explotación de las fuentes no renovables para la producción de energía y de los bloques de construcción químicos resultantes de procesos basados en la fotosíntesis, que tuvo lugar hace millones de años. Las cadenas de valor de la bioeconomía de hoy en día están evolucionando hacia procesos renovables que podrían llamarse fotosíntesis en “tiempo real”. Este proceso ya está en marcha y sus impactos ya se están viendo reflejados en una amplia gama de sectores, que van desde la alimentación y la salud hasta el transporte, la construcción e incluso la recreación. El mayor impacto se ha dado, hasta ahora, en la industria farmacéutica, en la que ya se usa ampliamente (y es aceptada) la biotecnología moderna, tanto en el diagnóstico como en las aplicaciones terapéuticas