En este orden de ideas, el presente estudio fue realizado bajo la convicción de develar las prácticas de salud que han llevado los pueblos ancestrales de la Sierra Nevada de Santa Marta a lo largo de su historia y su relación con lo propuesto por la escuela estatal, caracterizada por vocear un discurso hegemónico-homogeneizante. Por lo tanto, cobran importancia los conocimientos populares estigmatizados por la sociedad occidental, que los concibe como creencias o supersticiones; hechos que, al no poderse exteriorizar con el rigor científico del positivismo, se asumen como no ciencia, desde una interpretación del hombre como objeto —y no sujeto— medible, verificable y no pleno de atributos y complejidades.
Lo anterior lleva a suponer que cuando se asume una investigación surgida desde abajo, teniendo como referente el escenario educativo, siempre ha de pensarse en promover los medios para desarrollar en los estudiantes actitudes sociocríticas que los hagan capaces de actuar en sociedad, en constante cohesión y reciprocidad con su comunidad. Este tipo de diálogos interculturales se dan en nuestro continente; por ejemplo, algunas facultades de medicina en Brasil han llevado médicos tradicionales (chamanes) a sus aulas para que compartan sus prácticas preventivas y curativas, socializando además los productos naturales de su tradición. Este diálogo de saberes proporciona otras alternativas de conocimiento e invita a reinventar nuevas maneras de emancipación social, que han de ser devueltas a las bases populares, llevándoles esperanza para disfrutar una vida mejor (De Sousa Santos, 2010).
Por lo tanto, la inmersión investigativa llevada cabo en las comunidades indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta fue una apuesta que fijó su norte en mejorar la calidad educativa de sus miembros. En esta coyuntura, se proyectó una oferta educativa situada en aspectos sociales, lingüísticos y culturales, teniendo como referente la episteme salud en el marco de las nuevas corrientes educativas.
Al hacer un análisis reflexivo alrededor de una nueva oferta educativa para las poblaciones originarias, es necesario situarse en la trama latinoamericana para así rescatar, desde allí, las costumbres de diferentes países que han de irse construyendo desde sus localidades más remotas. Estos son escenarios donde se practican labores que dan color a las identidades de estas naciones y que han de ser visualizadas por la comunidad eurocéntrica con una actitud respetuosa frente a sus contextos. Avanzar hacia una educación de calidad para todos solo es posible a través de innovaciones praxeológicas que tengan lugar en las instituciones y en los programas educativos y que surjan de manera inductiva.
Una de las urgencias del mundo actual es superar los obstáculos de acceso a la salud y crear ambientes para una salud integral, familiar y comunitaria que mejore las condiciones de vida de las comunidades indígenas, sobre todo cuando en los últimos años se ha aumentado la cobertura en salud. Sin embargo, todavía se carece de programas de promoción de la salud y prevención de la enfermedad para crear mejores condiciones y calidad de vida en la sociedad. Este es un fenómeno que se presenta a nivel de la cultura occidental y, sobre todo, en las comunidades indígenas, en donde la aparición de estas iniciativas ha sido tímida.
En la Sierra Nevada de Santa Marta, según la comunidad iku, se encuentran los padres y las madres de todo lo que existe, y del cuidado que de ellos se tenga depende la permanencia del mundo. Dicha tarea ha sido asumida por los pueblos indígenas de este macizo montañoso: ellos son los encargados de salvaguardar y conservar el territorio ancestral enmarcado en la línea negra, es decir, su labor primigenia se fundamenta en el cuidado del universo (Esmeral y González, 2015), dando así:
Cumplimiento de la Ley de Origen, Ley de Vida, Derecho mayor o derecho propio de cada pueblo, manteniendo la unidad, la relación con la naturaleza, con otras culturas, con la sociedad mayoritaria y conservando cada uno de sus propios usos y costumbres; se desarrolla con base en la sabiduría y conocimiento propio, en forma vivencial, con la participación de sabedores ancestrales, autoridades, mayores, padres de familia y comunidad en general (p. 79).
Todo elemento de la naturaleza tiene un orden, un dueño espiritual, un padre, una madre, con los cuales ha de haber comunicación. Cuando estos se alteran, traerán consigo problemas como enfermedades. Zalabata (2013) hace la siguiente disertación al respecto:
Creemos que es importante el equilibrio individual entre las personas y la naturaleza, pero también entre la naturaleza. Por eso, intentamos que nuestras decisiones siempre estén basadas en esencia en los conceptos tradicionales. Un arhuaco, por ejemplo, se puede enfermar porque quita una piedra de su lugar, la cual no debió quitar. Solo al devolverla a su sitio va a encontrar la solución a su enfermedad o a su problema, cualquiera que sea (L. Zalabata, comunicación personal, 17 de junio de 2013).
La visión anterior, expresada por integrantes de la comunidad arhuaca, gira alrededor de sus concepciones sobre enfermedad. Para ellos, en sus territorios y saberes propios, esta se puede prevenir desde diferentes acciones y actitudes, conservando la naturaleza y el equilibrio interior. Para este pueblo, la madre tierra tiene un profundo significado: cualquier acto en contra de ella o a su favor puede llevar a disminuir o a mejorar la calidad de vida individual y colectiva de sus miembros.
Todo el contenido espiritual tiene que ver con los sitios sagrados definidos por la “línea negra”3, un trazo imaginario espiritual que conecta los accidentes geográficos considerados sagrados, como el cerro Gonawindwa o el pico Simón Bolívar, localizado en las cumbres de la Sierra Nevada de Santa Marta, de conformidad con su tradición milenaria: corazón del mundo, centro del universo, donde se armoniza y se ha guardado tanto lo físico como la sabiduría ancestral. Así lo relata el líder de la comunidad arhuaca Rogelio Mejía al diario El Tiempo:
La Sierra Nevada es el centro donde están las energías y los elementos que garantizan la existencia de los seres mismos o de la naturaleza. Si en la Sierra se acaban los hielos, en Colombia y en otros países también, y eso es lo que le da a esa zona esa connotación de ser el centro del universo (Jerez, 2016, párr. 4).
La función principal de las comunidades de la Sierra Nevada de Santa Marta es velar para que el territorio ancestral permanezca y poder hacer los pagamentos, que es un rito por el cual se le ha de devolver a la naturaleza todo lo que ella ha dado y que ha de ser realizado por la autoridad espiritual, el mamo, quien otorga el permiso si se va cortar un árbol, por ejemplo, conservando de esa manera en equilibrio los recursos naturales. En el año 2014, la Corte Constitucional, en la sentencia T849, resaltó la importancia de preservar la línea negra por su valor cultural y espiritual para las comunidades indígenas, por lo cual todo proyecto que se desarrolle allí ha de ser objeto de consulta previa (Corte Constitucional. Sala de Casación Penal, ST-849/14, 2014).
La ley de origen marca la relación del hombre con la naturaleza dentro de las comunidades indígenas, cuyos integrantes han de acudir al mamo para resolver problemas colectivos e individuales. Estas poblaciones en la Sierra Nevada de Santa Marta se conocen como hermanos mayores4 por tener un conocimiento más amplio del mundo, mientras que otras sociedades, según la tradición y su presencia en el territorio, son reconocidas como hermanos menores5. Toda esta sabiduría es aplicada a la educación y al cuidado de la salud para toda la familia, que está a cargo de la mujer.
Igualmente, el estudio sobre las prácticas de educación para la salud devela las condiciones de acceso y cobertura de los servicios de salud ofrecidos en las comunidades indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Al entrar en contacto con los participantes, se aprecia que se viene trabajando para la integración de las culturas tradicional y occidental, aunque el sistema de salud para estas poblaciones parte de un diseño elaborado a priori en el cual se desconoce su cosmovisión, por lo cual no responde a sus necesidades e intereses, ni corresponde a su realidad contextual y cultural. De la misma forma, la atención de la salud está enmarcada en un modelo clínico que atiende la patología, pero no fomenta la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, siendo incongruente con creencias y valores propios de los miembros de la comunidad.
La anterior reflexión lleva a hacer preguntas como: ¿hacia dónde apunta la educación para la salud