Él asintió con la cabeza y se apartó de ella. Molly rodeó los hombros de Priss con el brazo y se volvió hacia… En fin, hacia una casa increíble.
Priss se quedó parada.
¿Cómo demonios no había visto una casa tan grande? Nunca había visto nada igual. Era el tipo de casa que siempre había creído que tendría Murray: grande, lujosa, impresionante y rodeada de medidas de seguridad.
–Toto, tengo la sensación de que ya no estamos en Kansas –susurró.
Molly se rio por su referencia a El mago de Oz.
–En realidad, no tiene mucha importancia dónde estés en este momento. Vamos. Tienes que ponerte cómoda mientras los chicos se ocupan del resto, ¿de acuerdo?
De pronto Priss no estuvo segura de querer acompañarla. Molly le parecía demasiado complaciente.
Pero cuando miró hacia atrás vio a Trace y a Dare con los brazos cruzados, mirándola con exasperación.
¿Les había hecho enfadar con su capacidad deductiva? Levantó la barbilla.
–Me parece muy bien, Molly, gracias –y aunque estaba un poco nerviosa, aturdida y enfadada por que la hubieran manipulado, dejó que Molly la condujera al interior de la casa.
Pero, por el camino, tomó nota de todo, incluidas las cámaras de seguridad y las posibles rutas de escape.
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