El marido integral. Lou Priolo. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Lou Priolo
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9781629461809
Скачать книгу
su Dios.” La palabra traducida “compañero” en este verso tiene la idea de “uno que es domesticado” (es usado hablando de domesticar animales), o “uno que tiene una cercana e íntima relación con alguien.” Obviamente es difícil establecer una relación cercana con un animal salvaje, pero uno puede estar cerca de un animal domesticado. La idea central tiene que ver con una relación cercana e íntima. Y eso es exactamente lo que la compañía marital es: la relación cercana e íntima del esposo y la esposa.

      El concepto del matrimonio como compañía aparece también en Malaquías 2:14 con un término diferente pero complementario: “El SEÑOR ha sido testigo entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente, aunque ella es tu compañera y la mujer de tu pacto.” Ahora, la palabra aquí traducida compañera tiene como idea central unión o asociación. Una compañera, entonces, es alguien con quien entras en una unión o relación cercana. Al unir estos dos términos obtenemos un entendimiento completo de la idea de compañía. Una compañera es alguien con quien tú estás íntimamente unido en pensamiento, metas, planes, esfuerzos, y en el caso del matrimonio, cuerpos.4

      Estos dos pasajes juntos, hacen claro que para ambos, esposo y esposa, el compañerismo es el estado ideal. En proverbios, el esposo es l amado el compañero (mostrándonos que también provee compañía para su esposa); en Malaquías, es la esposa quien es designada como tal. Para ambos entonces, entrar en el matrimonio debería significar el deseo de satisfacer el uno al otro la necesidad de compañía. El amor en el matrimonio se enfoca en darle al cónyuge la compañía que él/ella necesita para eliminar la soledad.

      Para que este compañerismo sea establecido, mantenido y alcance madurez, hay algo de suma importancia que es requerido.

      La Revelación es un Prerrequisito para la Relación

      ¿Alguna vez te has detenido a considerar que de no ser por la Biblia, nunca hubieses podido tener una relación personal con Dios a través de Jesucristo? Piensa en eso. De no ser por la revelación escrita que Dios da de sí mismo al hombre, no sabrías lo suficiente para convertirte en cristiano. En la medida en que Él se revela a sí mismo a través de la Biblia (y que tú entiendas esa revelación), puedes tener una relación íntima con Él. En la medida en la que Él no se revele a sí mismo a través de la Biblia (o que no entiendas esa revelación), no puedes tener una relación personal con Él. La revelación, por lo tanto, es un prerrequisito para tener una relación. Esto es verdad no sólo en tu relación personal con Dios, sino también con la gente.

      En la medida en que dos personas se revelen a sí mismas la una a la otra, ellas podrán tener una relación íntima. En la medida en que no se revelen a sí mismas, no podrán tener una relación íntima. Ahora, puesto que el matrimonio es la más íntima de las relaciones interpersonales, es razonable que un esposo y su esposa, si han de experimentar la intimidad (compañía) de “una sola carne” diseñada por Dios, deben revelarse el uno al otro más que a nadie. En todo nivel (físico, intelectual, emocionalmente, etc.) ellos deben estar “desnudos y sin vergüenza” (Gen. 2:25). Tristemente, con demasiada frecuencia éste no es el caso. De hecho, a causa del pecado, los esposos y las esposas se avergüenzan y tienen miedo de revelarse el uno al otro. Esta falta de apertura y honestidad (falta de revelación) evita que muchas (me atrevo a decir, bastantes) parejas (aun cristianas) experimenten la seguridad, frescura y felicidad que Dios ha planeado para ellos en el oasis del matrimonio.

      ¿Qué con respecto a ti? ¿En qué medida te revelas como eres a tu esposa? ¿Te sientes avergonzado y temeroso? ¿Acaso la envidia, el orgullo, la indolencia o la ignorancia evitan que le reveles esa información a tu esposa?

      ¿En qué medida se revela a ti tu esposa? ¿Se siente ella avergonzada y temerosa también? ¿Acaso el miedo, la envidia, el orgullo, la pereza o la ignorancia le evitan revelarte esa información a ti?

      Estorbos a la revelación

      1. Miedo

      Quizá el estorbo más grande para revelarnos abiertamente sea el miedo.

      Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales. Y oyeron al SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto. Y el SEÑOR Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás? Y él respondió: “Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí.” (Gen. 3:7-10)

      Adán y Eva fueron azotados por el miedo y se escondieron de Dios al darse cuenta que estaban desnudos. Así también los esposos y las esposas son frecuentemente asolados por el miedo y esconden lo que verdaderamente son cuando se dan cuenta de la pecaminosidad de sus corazones. Las parejas cristianas que son una sola carne y están comprometidos a la santificación mutua no deben temer a la vergüenza y el rechazo. De hecho, deberían darse cuenta que en el matrimonio de dos pecadores ambas partes pecarán. Lejos de ser sorprendidos cuando el pecado ocurra deben presuponer que es inevitable (1 Juan 2:1). Lejos de ocultar el pecado el uno del otro deben sentirse libres de revelar sus luchas internas con la esperanza de encontrar ayuda para vencerlas. El esposo, como la persona que debe lavar (santificar) a su esposa con el agua de la Palabra de Dios (Ef. 5:26), y la esposa, como la ayuda de su esposo, son l amados a participar activamente en el proceso de santificación progresiva de sus respectivos cónyuges.

      2. Egoísmo

      Existe un verdadero corolario en la Biblia entre el miedo pecaminoso y el orgullo. Las personas que son egoístas tienden a ser miedosas. Las personas que son miedosas son necesariamente egoístas. Quizás la mejor manera para demostrar esto es estudiando la antítesis de ambos pecados. De acuerdo a las Escrituras, lo contrario (y un antídoto en contra) del miedo pecaminoso es el amor. 1 Juan 4:18 explica “En el amor no hay temor; sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor. ” Pero el amor es lo opuesto (un antídoto en contra) del pecado del egoísmo. De acuerdo a 1 Cor. 13:5 el amor “…no busca lo suyo [no es egoísta]…” Puedes tratar de ver esto como una ecuación.

      Ahora mira lo que pasa cuando sacas el amor de ambos lados de la ecuación.

      Otra manera de demostrar la misma relación bíblica entre miedo y egoísmo es por definición. Considera esto:

Amor es estar más interesado con lo que puedo dar que con lo que pueda obtener.
Egoísmo es estar más interesado con lo que puedo obtener que con lo que pueda dar.
Miedo es estar más interesado con lo que pudiera perder, que con lo que puedo dar.

      Cuando permites que el miedo al rechazo de tu esposa te impida amarla de modo que no le muestras lo que es bíblicamente necesario que ella sepa de ti, estás siendo egoísta. En es momento, estás más interesado en cómo lo que le reveles pueda herirte que en cómo ayudar a tu esposa. Cuando fallas al amar a tu esposa (tu prójimo más cercano) de esta manera, simultáneamente fallas en amar a Dios, y por lo tanto quebrantas el primer y el segundo mandamiento (al amar a Dios y tu prójimo cf. Mt. 22:35-40).

      3. Orgullo

      El pecado del orgullo trae el más severo e inmediato juicio de parte de Dios. Te ciega ante otros pecados en tu vida y evita que te arrepientas de ellos. El orgullo es el Síndrome de Inmunodeficiencia adquirida (SIDA) del alma. Cuando una persona muere a causa de haber adquirido SIDA, realmente no muera a causa del SIDA. Más bien muere de enfermedades complicadas a causa del SIDA (neumonía, tuberculosis, meningitis, etc.). A diferencia de una catarata, el virus del SIDA de alguna manera ciega los ojos del sistema inmunológico de sus