Observación: Still había afirmado exactamente lo mismo 50 años antes, cuando preconizaba que las alteraciones de la circulación son el inicio de la enfermedad [140]. Cuando hablaba de circulación se refería tanto a la bomba venosa y linfática como a la circulación arterial y a la circulación de los impulsos nerviosos. Las modificaciones estructurales tienen que ver con las leyes mecánicas.
Serán importantes:
•La fuerza de la gravedad
•Otras fuerzas externas
•La forma y el estado de las superficies articulares
•Las tensiones musculares existentes [107]
Biomecánica de la columna vertebral y del aparato locomotor
Nadie ha analizado de forma tan detallada la biomecánica de la columna vertebral como Littlejohn [53, 96, 95, 97, 98, 126] y Fryette [56, entre otros aspectos]. Mientras que Littlejohn considera la columna vertebral de forma global e intenta dar una explicación mecánica para las disfunciones que aparecen con regularidad, Fryette describe el comportamiento de cada vértebra durante los movimientos y en el caso de existir determinadas disfunciones. Littlejohn proporciona explicaciones mecánicas para el comportamiento de la columna vertebral (globalidad).
El comportamiento de la columna vertebral y del aparato locomotor en general lo dirigen leyes mecánicas. La columna vertebral, formada por arcos anteroposteriores, y las articulaciones, cuyos movimientos vienen dictados por los ligamentos, los músculos y las superficies articulares, se comportan ante la carga (tracción o compresión) siguiendo su propio patrón de movimiento, lo que tendrá como consecuencia la respectiva adaptación del resto del aparato locomotor.
La columna vertebral está formada por dos arcos de concavidad anterior (CT y sacro) y dos arcos de concavidad posterior (CC y CL). Las cifolordosis se han desarrollado en el transcurso del crecimiento bajo la influencia de las fuerzas actuantes sobre el organismo. No debemos olvidar la influencia de los factores congénitos y de los adquiridos, en absoluto despreciable [25, 86, 141]. Los microtraumatismos perinatales [4, 57, 102, 142, 143] así como los traumatismos ocurridos durante la infancia (caída sobre los glúteos) pueden influir en este proceso y causar escoliosis o aumento de las cifolordosis.
Las escoliosis se desarrollan normalmente en forma de curvaturas en S [4, 82, 145]. Es como si la totalidad de la columna vertebral realizara una rotación alrededor de un eje vertical en un plano horizontal. La horizontalidad de la base del sacro desempeñará aquí un papel decisivo. Una inclinación de 1-1,5 mm en el plano frontal tiene una influencia escoliotizante sobre la columna vertebral. La extremada sensibilidad de los husos musculares es responsable de que esto sea así [82, 155].
Parece que en la primera fase de oblicuidad de la base del sacro la columna se adapta adoptando una forma escoliótica global en C. Por razones de estática, los músculos se activarán para transformar esta forma en S lo más rápidamente posible. El modelo de la mecánica de la columna vertebral de Littlejohn da para ello una explicación mecánica [36, 96, 97]. Además de las características mecánicas de las articulaciones, los músculos, como órgano ejecutor de los procesos de adaptación, son el elemento más importante.
Las escoliosis y las cifolordosis no solamente afectan a la columna vertebral; la cabeza, el tórax y las extremidades se verán afectados exactamente igual. El conjunto del cuerpo se ve implicado en este proceso [101]. La continuidad miofascial y el sistema hidráulico formado por el LCR y el líquido intersticial son garantes de un comportamiento global. La estructura se adapta a la función de forma global para garantizar la homeostasis.
Importancia de la homeostasis
La homeostasis es el mantenimiento de un medio interno relativamente constante o de un equilibrio en el organismo con la ayuda de circuitos reguladores entre el hipotálamo, el sistema hormonal y el sistema nervioso [115].
Su objetivo es la optimización de todas las funciones corporales para mantener la salud. No se trata de un estado estático, sino de un proceso de cambio permanente entre los procedimientos de adaptación a los cambios internos y a las condiciones externas. Los procesos mecánicos, electrofisiológicos y químicos regulan las funciones corporales. Los gradientes de presión, las polaridades, las diferencias de temperatura y los gradientes de concentración garantizan el funcionamiento metabólico.
El líquido extracelular es el medio en el que tienen lugar todos estos procesos, y el tejido conectivo proporciona el marco para ello. El tejido conectivo desempeña un papel principal en la homeostasis. Cada célula participa en la homeostasis y se aprovecha simultáneamente de ella [111]. Esta reciprocidad permite regular automáticamente todas las funciones corporales.
Cuando se produce una disfunción, el líquido extracelular reacciona a ello para corregir el problema. Si esto no es posible, cada vez se ven afectados más sistemas que no estarán en condiciones de contribuir a la homeostasis. Éste es el inicio de la enfermedad.
Las modificaciones del tejido miofascial son el primer signo de la existencia de trastornos funcionales, puesto que el proceso de enfermar tiene lugar aquí. Los reflejos viscerosomáticos provocan la modificación de las estructuras miofasciales, especialmente de los músculos paravertebrales, incluso ante la existencia del más mínimo trastorno orgánico [111]. Esto se ha demostrado científicamente [112]. Estos reflejos neuromusculoesqueléticos están basados en el desarrollo embriológico. Para la terapéutica es importante que las fuerzas de autocuración del cuerpo sean capaces de restablecer la homeostasis.
Los reflejos somatoviscerales, documentados por Sato [en 112, 82], pueden ser utilizados terapéuticamente para actuar sobre las disfunciones orgánicas. Por otro lado, estos reflejos destacan la magnitud de los desequilibrios musculares de las alteraciones estáticas.
La hipertonía de los músculos paravertebrales no es sólo un signo de la facilitación segmentaria, sino que también puede ser la causa primaria de trastornos o alteraciones viscerales. Además de las lesiones producidas por accidentes (accidentes deportivos o laborales...) y la realización de actividades físicas asimétricas, la diferencia de longitud de las piernas es la razón más frecuente de la existencia de hipertonía paravertebral.
El sistema nervioso como central de conmutación
La “máquina vital más importante” [79] es activada por los músculos. Los músculos son el órgano del aparato locomotor y el sistema nervioso es el centro de control. Para ejecutar movimientos armónicos, los músculos deben trabajar conjuntamente. Esto lo consiguen trabajando en cadenas, de forma que una unidad motora (ver pág. 79 y ss) proporcione sustento a otra.
Ejemplo: Para que el bíceps braquial pueda flexionar el codo, algo debe evitar que el hombro sea traccionado anteriormente. Esta tarea será ejecutada por los extensores del hombro y por los estabilizadores de la escápula.
De esta forma se crean cadenas en forma de lazos, los denominados lemniscos. Puesto que la mayoría de músculos presentan una disposición diagonal o están dispuestos en forma de abanico, estos lemniscos existen tanto en el plano sagital como en el plano frontal.
El reclutamiento de músculos para la ejecución de las secuencias motoras es una tarea del sistema nervioso. Los reflejos innatos facilitan este trabajo al organismo. Los receptores localizados en los músculos, en los tendones, en las fascias y en el sistema articular informan sobre los movimientos y permiten, conjuntamente con los centros de la motricidad, realizar movimientos de coordinación fina y adaptarse a las modificaciones del equilibrio.
Diferentes