LOS SÍNTOMAS DE UNA IGLESIA ENFERMA
¿Qué ocurre cuando una iglesia no crece, está detenida, se está muriendo, o la asistencia va disminuyendo? O ¿qué problemas le gustaría evitar para que una iglesia no se deslice hacia el camino de la ineficacia y del arrepentimiento? Los signos de enfermedad normalmente se dejan ver cuando las cifras bajan en la asistencia y en las finanzas, por cierto. Sin embargo, existen otros síntomas, menos obvios, que he observado en las iglesias que necesitan un ministerio de revitalización.
El Enfoque en los Programas
Las iglesias que se están muriendo tienden a enfocarse en los programas. Así como uno que apuesta va en búsqueda de un boleto ganador, ellas buscan un programa que les “transforme la iglesia.” Están depositando su esperanza en lograr el éxito con el ministerio organizado más reciente o con el plan preempacado de crecimiento de la iglesia, evaluando la salud de la iglesia de acuerdo a la cantidad y qué tan impresionantes son dichos programas. De hecho, no me sorprendería si más de alguien lee este libro en búsqueda exclusivamente de eso, un nuevo programa que se pueda implementar en sus iglesias. Sin embargo, se van a desilusionar porque este libro no se trata de un programa que usted pueda usar para transformar su iglesia. Más bien, este libro contiene principios diseñados por el Señor, principios que él mismo utilizará para dar más vida al cuerpo, desarrollándolos dentro de Su plan soberano.
Es importante que entendamos la diferencia porque cuando un programa es exitoso, normalmente se le atribuye la eficacia del plan o la astucia a su autor. Así mismo, cuando uno falla, tendemos a ir en búsqueda del siguiente programa, esperando que éste funcione mejor. Pero cuando experimentamos la salud y el crecimiento por medio de los principios que Dios ha provisto en Su Palabra, toda la gloria va para Él solamente. Si esos principios no parecen estar “funcionando”, sabemos que la culpa no es de Dios; esto nos hace volver a las Escrituras para encontrar qué es lo que debemos entender y qué debemos hacer mejor. Como veremos con más detalles en el siguiente capítulo, no debiéramos estar buscando algo nuevo como modelo de revitalización, sino que debiéramos estar aprendiendo más acerca del modelo que Dios ya nos ha entregado en Su Palabra.
La Nostalgia y La Tradición
Con frecuencia las iglesias que se están muriendo viven en el pasado. De hecho, muchas veces no se le pide a un pastor que lleve a la iglesia hacia adelante, como debiera ser el caso, sino que más bien la gente espera que él la lleve hacia atrás, para volver a vivir “los días de gloria.” Es importante recordar el pasado de una iglesia (veremos esto con mayores detalles en el siguiente capítulo) pero existe una gran diferencia entre recordar el pasado y vivir en él.
Hace unos pocos años atrás se me pidió que visitara una iglesia en Louisiana para aconsejar a los líderes sobre su ministerio que estaba pasando por dificultades. Durante una pausa que tuvimos en nuestra reunión, uno de los diáconos me llevó hacia un pasillo que estaba lleno de fotografías de todos los pastores que habían tenido antes. Había bastantes en este “salón de la fama”, ya que la iglesia existía desde el siglo XVIII. A medida que íbamos caminando, el diácono me comentaba sobre muchos de los hombres, pero cuando llegamos a donde se encontraba uno en particular, se detuvo y permaneció en silencio reverentemente. Cuando volvió a hablar, lo hizo en un tono suave. El pastor en la fotografía había llegado a la iglesia a mediados del siglo XX y había permanecido en ella veinticinco años. Rápidamente entendí que este lugar en el salón representaba “los días de gloria” de la iglesia, cuando había sido guiada por el pastor. ¡Casi pensé estar viendo velas en cada costado de la fotografía con una llama eternamente encendida por debajo!
A medida que fui conversando con los líderes de esa iglesia, me di cuenta que todo lo que estaba sucediendo ahora estaba siendo juzgado por lo que había sucedido en el pasado. Por lo tanto, esto me llevó a preguntarles: “Si todo fue tan bueno en el pasado, ¿por qué se encuentran en la situación que están ahora?” Les animé a que siguieran el principio de Filipenses 3:13, en el que Pablo dice: “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante.” El pasado es importante y se debiera celebrar, como lo veremos con mayor detalle en el próximo capítulo. Sin embargo, debemos darnos cuenta que el placentero río de la nostalgia puede intensificarse y convertirse en una corriente arrebatadora que se lleva a la iglesia hacia atrás y hacia la profundidad de la destrucción.
Otra forma en que el pasado puede andar rondando una iglesia es el énfasis exagerado en las tradiciones. Por ejemplo, en la Iglesia Pinelands, encontré que había un grupo de ni siquiera ochenta personas que quería mantener las tradiciones que habían comenzado cuando la iglesia tenía novecientas personas fieles. No volaban ni moscas en el servicio de la mañana en la iglesia pero igual algunos querían tener cuatro servicios los domingos por la mañana. ¿Por qué? ¡Porque tener cuatro servicios era algo simbólico de los días de gloria! ¿Cuál era la lógica? Los cuatro servicios devolverían aquellos días. Pacientemente intenté explicarles que no eran los cuatro servicios los que traían a la gente, sino que el crecimiento hacía necesario tener cuatro servicios.
La Dependencia en la Personalidad
Las iglesias que se están muriendo tienden a depender en ciertos tipos de personalidades, haya o no tales tipos de personas en la iglesia. Si es que cuentan con un líder de carácter fuerte, puede que lo (o la) vean como el o la que hace todo el trabajo o el o la que toma todas las decisiones. Por otra parte, si es que están buscando un pastor, puede que piensen que existe solamente un tipo de persona que los puede guiar hacia el crecimiento. Recuerdo haber conversado con un comité de púlpito que me dijo: “Podríamos resolver todos nuestros problemas si usted nos encuentra un buen predicador que tenga una alta personalidad tipo D.” Con esto, ellos querían decir que el hombre tenía que ser un extrovertido que fuera un “verdadero líder agresivo.” Sin embargo, se encontraban bajo el malentendido que Dios utiliza solamente un tipo de personalidad en Su obra dentro del liderazgo de las iglesias.
Les pregunté si alguna vez habían tenido la oportunidad de conocer a Frank Barker, quien es en la actualidad el pastor emeritus de la Iglesia Presbiteriana Briarwood en Birmingham, Alabama, donde ahora sirvo como pastor principal. Frank fue el pastor que fundó la iglesia y quien la guió por cuarenta años, durante los cuales fue muy exitoso bajo cualquier punto de vista. Sin embargo, difícilmente es extrovertido o con una personalidad “altamente tipo D.” Dos anécdotas sirven para ilustrar ese hecho. Primeramente, un hombre al que conozco se sentó una vez por un momento en la biblioteca de la iglesia y empezó a conversar con un hombre que él pensaba era el ayudante de la iglesia, tan solo para descubrir que se trataba de Frank Barker. Así mismo, uno de sus miembros del personal de la iglesia decidió una vez que iba a probar una pequeña teoría, acompañando a Frank en un viaje de dos horas hacia Atlanta. Decidió que no diría nada, sino que simplemente esperaría ver cuánto se demoraría Frank en iniciar una conversación. Dos horas más tarde, finalmente dijo Frank: “¿Ya estamos en los límites de la ciudad?” Sin embargo, este hombre callado y modesto guió una iglesia muy exitosa durante muchos años.
D. James Kennedy es otro ejemplo de un eficaz líder de iglesias que ciertamente no es ningún extrovertido. Hay muchos otros también. Por lo tanto, tenga cuidado de no caer en la trampa de pensar que Dios puede desarrollar su obra solamente a través de ciertos tipos de personalidades. Él es quien le ha otorgado a la iglesia una gran variedad de dones y ha usado una gran variedad de personas en la construcción de Su reino. (cf. 1 Cor. 12:4–6).
Una Mentalidad de Mantención
¿Se acuerdan de los antiguos dibujos animados donde el Coyote perseguía al Correcaminos en un barranco y luego se daba cuenta que estaba suspendido en el aire