Las escuelas de Psicología tradicional crearon «modelos racionales de comprensión», o «modelos simbólicos de comprensión», cerrando estos modelos dentro de ciertos límites dimensionales. Sin embargo, dentro de cada nivel dimensional existen verdades propias. Es decir, que si trabajamos dentro de un nivel determinado no podemos invalidar a quienes se encuentran trabajando desde otra dimensión. Debemos percibir la validez de cada visión de acuerdo con la dimensión energética del Árbol de la Vida que dicha escuela esté trabajando.
Toda crítica a cada escuela de pensamiento se fundamenta en que no se puede percibir la realidad desde dicha perspectiva. Al comprender mejor el sistema general de conexión (Daat, la comprensión, el conocimiento) podemos percibir que existe «conocimiento» dentro de cada nivel dimensional.
El misticismo judío puso en duda estos límites conceptuales que reducen el Yo dentro de unos límites anticipatorios a los límites estructurales, porque en realidad la «persona» no está limitada por sus propios límites, sino que existe una conexión de la persona con el universo. Esta conexión perdida por la modernidad redujo por la vía de la supuesta justificación racional toda la comprensión general.
Al detectar dentro del Árbol de la Vida estos límites, podremos ver con mayor claridad el problema real de estas escuelas, que fue el de parcializar o seccionar al ser humano encerrándolo dentro de ciertas dimensiones del Árbol de la Vida, no pudiendo admitir que el ser humano es un sistema complejo integrado de estas diez dimensiones básicas. Esta falta de integración entre deseos subjetivos y trascendencia, entre el «Yo» y los «otros», entre la materialidad y las energías que operan subyacentes dentro de la materia, hace que los análisis tradicionales sean insuficientes para una comprensión general del sujeto dentro del contexto general del universo.
El contexto universal se puede comprender a través del Maasé Bereshit, y el contexto subjetivo a través del análisis del Árbol de la Vida en el Universo de Yetzirá,4 y este será el modo de comprender la conexión entre el sujeto y el universo, porque debemos percibir la unicidad subyacente del mundo de la Alef (eterno) y el de la Bet (espacio-temporal).
La desesperada aspiración de la Psicología por ser considerada una «ciencia» produjo que se perdiera en muchos casos la flexibilidad del objeto de estudio, y que, por lo tanto, en ese intento científico de conceptualizar, en esa búsqueda del afán de rigurosidad, se terminaran de destruir potenciales campos de estudio. ¿Cómo comprender el Yo fuera del sistema? Ciertos grupos de la Psicología tradicional han ingresado dentro de la psique como si fuera un objeto de estudio completamente aislado de la realidad general, y lo que la psicología del misticismo judío propone es comprender la psique como una estructura completamente unida al sistema general. De modo que el sentido de la existencia no se puede encontrar dentro de la psique, aunque tiene que ser la psique la que debe modificar sus estados de consciencia para captar mejor la realidad general, porque el sentido de la existencia de cada psique tiene una relación directa con la comprensión cosmogónica general.
Si la consciencia del Yo es lo que determina la realidad exterior, esa misma consciencia del Yo escindida de la realidad determina también la realidad del mismo Yo. Si el Yo se percibe «escindido» de la realidad general, entonces no existe ningún tipo de conocimiento real de la psique, ya que el supuesto conocimiento de la psique en su forma subjetiva no alcanza para percibir el estado de trascendencia que se oculta detrás de todo Yo. Por lo tanto, antes de avanzar, mi pretensión será la de conceptualizar el Yo tal como lo comprendemos dentro del misticismo judío para que no existan confusiones posteriores en el análisis que vamos a emprender. El Yo se encuentra definido por las diez dimensiones del Árbol de la Vida psicológico, y aunque la psique corresponde a una dimensión especial del Yo general (la dimensión del Entendimiento o la Biná), el Yo se define dentro de la psicología del misticismo judío como un sistema que posee diez dimensiones básicas denominadas con el nombre hebreo de «Sefirot».5
Debemos explicar cada una de las dimensiones (Sefirot) para que se pueda comprender de modo organizado el sistema general de la realidad según la cábala, y luego comprender la psicoanalización de las diferentes dimensiones.
Volviendo al término «Sefirá» (dimensión), este se compone de dos elementos básicos para su comprensión. Toda dimensión tiene que tener necesariamente un recipiente de contención (a este concepto lo llamamos en hebreo Kli). El Kli es una vasija o recipiente de contención de energías. El Kli es también un tipo de energía más densa que la energía sutil que debe recibir. Cuando una persona recibe, decimos que es un receptor (es un Kli de recepción). Toda Sefirá o dimensión (de estas diez dimensiones que explicaremos) tiene un sistema de recepción o Kli. Cada dimensión de estas diez tiene en consecuencia diez recipientes. A su vez, cada Kli recibe un nivel de Or (de Luz). Por lo tanto, ya podemos comprender en líneas generales lo que denominamos como «Sefirá», y es un tipo de energía que es recibida por un tipo de vasija o receptor. Cuando existe un receptor (Kli) que recibe un nivel de luz (Or) de acuerdo con la capacidad de dicho receptor, decimos que existe una «dimensión» (Sefirá). Toda la realidad creada ha recibido un tipo de energía que se ha transformado en un gran Kli de recepción de energías más sutiles. Todo el vacío donde se ha creado esta realidad6 es un gran recipiente de las energías provenientes del Infinito.
En definitiva, si el Yo puede percibirse vinculado al entorno y ser parte de la realidad, su consciencia se transforma en un nivel de consciencia superior para comprender el estado del Yo en su aspecto trascendente. El Yo, si se separa de la realidad, provoca un nivel de comprensión inferior entre el Yo mental (Biná) y el Yo interior (Tiferet). Pero si el Yo puede integrar dentro de sí la percepción de su subjetividad interior (Tiferet) y de su no-subjetividad (Jojmá), alcanza una comprensión del Yo en un grado superior. Este es uno de los puntos que estudiaremos en este trabajo.
Las escuelas de pensamiento impusieron límites formales a los modelos de trabajo creando un problema grave, y fue (y es) el de conceptualizar como «anomalías» todo aquello que no se ajustaba (ajusta) al campo limitado de análisis. Esto provocó un control excesivo de cada sistema, y la aparición de una ortodoxia interior que produjo una parcialización de la visión integral del ser humano. Por ese motivo podemos decir que la cábala hebrea fue un intento anticipado, desde la época antigua y medieval, para lograr una comprensión integral y transpersonal del ser humano. Frente a esta posición se alzan dentro de la Psicología algunos autores que sostienen que la «autonomía de la Psicología» como ciencia se ve afectada por las relaciones interdisciplinarias, y establecen dentro de sus análisis (con la excusa de la rigurosidad conceptual) importantes confusiones epistemológicas, como, por ejemplo, pretender que toda conexión de la Psicología con otras disciplinas distorsiona el conocimiento de la psique (como si la psique fuera un ente desconectado de la realidad). Es más, el mismo Freud advertía la fuerte conexión entre la Psicología y la Biología. No estamos diciendo que la Psicología no posea autonomía, sino que no se pierde la autonomía científica por sus interrelaciones dinámicas con otras disciplinas. (¿Y si eventualmente se pierden todas las autonomías científicas para comprender el Todo en su Totalidad? ¿Por qué no comprender la psique en función del Todo?).
Sin embargo, aquellos que entienden que las conexiones interdisciplinarias afectan a la autonomía de la Psicología, en realidad, lo que demuestran es su temor interior a una serie de interrogantes que no se pueden responder dentro de un sistema cerrado (dogmático). Es interesante que estos autores no tengan conciencia de que, en su búsqueda de autonomía científica para la Psicología, lo que han terminado de construir es una dogmática propia de la misma naturaleza que las antiguas teologías. Confundir el misticismo espiritual con la dogmática teológica es un grave problema de muchos de estos autores.7
En realidad, estos autores se encuentran situados en el paradigma racionalista de la Ilustración y no comprenden el cambio de paradigma actual. Nos encontramos en un periodo donde las herramientas de una ciencia se ven afectadas por los avances de otras disciplinas. Simplemente podemos observar el efecto de la evolución informática en todas las disciplinas científicas.
Ya no podemos seguir construyendo «autonomías científicas»