Todas las esperanzas son mentiras, todas las expectativas acerca del futuro son mentiras. Sí, la religión puede ser un opio, igual que el comunismo. Todo aquello que ofrezca esperanza de cara al futuro, en éste o en el otro mundo; todo lo que colabore a que sacrifiques tu presente a cambio de algo que pudiera pasar o no; cualquier cosa que te proporcione la sensación de tener sentido; todo lo que te proporcione la sensación de ser un héroe; todo lo que contribuya a alimentarte el ego.
En una ocasión, la maharani de Gwalior me invitó a que diese una serie de charlas en aquella ciudad. Después de escuchar la primera se sintió muy perturbada; tenía una mente muy hinduística, muy dogmática, ortodoxa, chapada a la antigua. Estaba muy perturbada. Vino a verme por la tarde y me dijo:
–Señor, todo lo que usted dice resulta muy interesante, pero es peligroso. Y he venido con una súplica: por favor, no destruya la fe de la gente.
Así que le contesté:
–Si una fe puede ser destruida, entonces es que no tiene demasiado valor. Si una fe es una fe que puede destruirse, es que se trata de una fe en mentiras. Una fe que es realmente fe en la verdad nunca teme ser destruida; no puede ser destruida porque la verdad no puede destruirse.
Los hinduistas, tienen miedo, y los cristianos también. Los musulmanes tienen miedo, y los jainistas… Todo el mundo tiene miedo. ¡No destruyas nuestra fe! En su fe están escondiendo sus vidas, sus mundos mágicos, sus sueños, sus expectativas. Son muy susceptibles. Si les hincas el dedo en las costillas verás que su fe es muy superficial, tal vez ni siquiera eso. Se irritan de inmediato porque su fe no es profunda ni anida en su corazón, es sólo una fe mental.
La maharani de Gwalior me dijo:
–Quise venir con mi hijo. Está muy interesado. Escucharle a usted le ha parecido fascinante, pero le previne. No le he hecho venir aquí porque es usted peligroso y él es joven, y puede impresionarse. Así que no le he traído.
¿A qué viene ese temor? ¿Se apega a las mentiras? Sólo las mentiras temen romperse, sólo las mentiras necesitan protección. La verdad es manifiesta en sí misma. Así que si tenéis alguna fe que es sólo una mentira, sé que os proporciona seguridad; os ayuda a ajustaros al mundo, lo sé. Pero a la postre no os ayudará. Tarde o temprano os despertaréis del sueño y os daréis cuenta de que toda vuestra vida se ha ido en vano.
No es necesario aferrarse a nada externo, porque todavía no tenéis la capacidad para decidir lo que es falso o verdadero ahí fuera. En estos momentos sería mejor que miraseis hacia dentro y os olvidaseis de lo externo. No os preocupéis del hinduismo, el cristianismo o el islamismo; no os preocupéis por los Vedas, las Gitas, y los Coranes. Interiorizaos y tened un único objetivo: saber quién es esta conciencia, qué es esta conciencia, quién soy yo.
Este sutra es una indicación gradual del viaje interior. Escuchad:
Dijo el Buda:
«Es mejor alimentar a un hombre bueno que a cien malos».
¿Quién es bueno y quién es malo? ¿Cuál es la definición? El malo es quien es desconsiderado con los demás. El malo es el que utiliza a los demás y no les respeta. El malo es el que cree ser el centro del mundo y que puede utilizar a todos. Todo parece existir para él. El malo es el que cree que las demás personas sólo son medios para su gratificación.
Guarda esta definición en la mente porque por lo general sueles pensar que el malo es el criminal. El malo puede no ser el criminal: no todas las malas personas son criminales. Todos los criminales son malos, pero no todas las malas personas son criminales. Unas cuantas son jueces, y otra gente muy respetable, y unos cuantos son políticos, presidentes y primeros ministros, e incluso los hay que pasan por santos.
Así que cuando hablemos de este sutra, hay que recordar la definición de qué es una mala persona. El Buda dice que un hombre malo es quien no tiene consideración por los demás. Sólo piensa en sí mismo, cree ser el centro de la existencia y siente que toda la existencia está a su servicio. Se cree autorizado para sacrificar a todos en provecho de sí mismo. Puede no ser malo normalmente, pero si tiene esa actitud, entonces es una mala persona.
¿Quién es buena persona? Justo lo contrario de la mala: quien es considerado con los demás, quien respeta a los demás tanto como a sí mismo, y quien no pretende de ningún modo ser el centro del mundo, sino que ha sentido que todos son el centro del mundo. El mundo es uno, pero existen millones de centros. Es muy respetuoso. Nunca utiliza a los demás. Los demás son un fin en sí mismos. Su reverencia es enorme.
Observa, observa tu propia vida. ¿Estás utilizando a tu esposa para tu sexualidad? Puede que no vayas de putas. Por lo general crees que quien va de putas es malo; ésa es una definición muy basta. Si utilizas a tu esposa como objeto sexual, entonces eres tan malo como cualquiera. La única diferencia entre ti y quien utiliza una prostituta es que tú dispones de una permanente, que tu matrimonio es un arreglo permanente de ese tipo y que el otro debe llegar a un acuerdo día a día. Tú tienes un coche en el garaje y él utiliza taxis.
Si no respetas a tu esposa, entonces es una prostituta, porque no la respetas por ella misma. ¿Qué quiere esto decir? Quiere decir que si no tiene ganas de hacer el amor, tú no la obligarás; no dirás: «Soy tu esposo y tengo derechos, derechos legales…». No, tú respetarás. Tú respetarás su intención. Está bien si ambos estáis de acuerdo. Si la otra parte no está de acuerdo, entonces la obligarás. No citarás las escrituras diciendo que una esposa ha de sacrificarse por el esposo, no dirás que una esposa ha de creer en su marido como si éste fuese Dios. Todos eso no son sino tonterías, un viaje del ego masculino.
Si una mujer utiliza a su esposo sólo por motivos económicos, como por seguridad financiera, entonces se trata de prostitución. ¿Por qué condenas a una puta? Porque vende su cuerpo por dinero. Pero si una esposa sólo piensa en hacer el amor con su marido porque éste tiene dinero y con él se siente segura y el futuro no le parece tan incierto, si va con él sin sentir amor en su corazón y se acuesta con ese hombre, entonces se está prostituyendo. En su cabeza, el esposo no vale más que el dinero que tiene, que su cuenta bancaria.
Cuando el Buda habla de quién es un buen hombre, le define como alguien que respeta al otro tanto como se respeta a sí mismo. Jesús dijo. «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Ésa es la definición de una buena persona. Su respeto es enorme, al igual que su reverencia.
Aunque en tu casa nazca un niño, no le impones tu ideología. Puedes ser musulmán o hinduista. Y nace un niño en tu casa; pero no obligas al niño a ser hinduista o musulmán. Porque si le obligas, no estarás siendo respetuoso con él. Estarás aprovechándote porque el niño está indefenso, y porque depende de ti. Ha de hacerte caso. Si le llevas al templo o a la iglesia, deberá seguirte, porque para sobrevivir ha de decirte que sí, digas lo que digas. Si te aprovechas de él entonces estarás explotando a un niño indefenso. Puede que sea tu hijo, pero le explotarás.
Si el mundo estuviera lleno de buenas personas, los niños serían totalmente libres, no se les forzaría a adoptar ninguna religión. En el mundo no habría cristianos, ni hinduistas, ni musulmanes; sólo habría buena gente, gente adulta, y elegirían lo que les dijese el corazón. Tal vez fuese al templo, o a la iglesia, o a la mezquita, o a un gurudwara. Elegirían su religión desde su libertad. Elegirían su vida, pues ésa sería su libertad.
Si eres buena persona no le obligas. Amas a tu hijo, pero no le das tu conocimiento. Amas a tu hijo pero no envenenas su ser con tus ambiciones. Amas a tu hijo pero no le posees. Ayudas al niño, pero no para que crezca según tus deseos, sino según su propio ser, para ser él mismo. Entonces serías una buena persona.
«Es mejor alimentar a un hombre bueno que a cien malos…» porque si alimentas a cien malas personas estás alimentando su maldad; si alimentas a buenas personas alimentas su bondad. Ayuda a que el mundo sea mejor. No dejes este mundo igual que lo hallaste. Mejóralo un poco, embellécelo un poco. Que haya unas cuantas canciones más, unas cuantas celebraciones