La política de Estados Unidos y su incidencia en Colombia tras una narrativa cuestionable
Ya en el informe de octubre de 2017 sobre valoración de las amenazas que se derivan del flujo de drogas hacia Estados Unidos, la DEA, con base en cifras de precios, pureza e indicadores de emergencias hospitalarias y muertes por uso de cocaína, llamó la atención frente a una nueva tendencia a partir de 2013 en la disponibilidad de cocaína, a la vez que relacionó todos los indicadores con el incremento de la producción de hoja de coca en Colombia.
En efecto, desde el punto de vista del comportamiento de los precios, se observa una tendencia a la baja, al pasar de un pico máximo de USD 220 por gramo en 2014, a USD 202 en 2015 y USD 165 en 2016, que lo situó en niveles que se conocieron en 2008 (figura 1).
Figura 1. Precios en dólares (por gramo) y pureza de cocaína en 2007-2016 en Estados Unidos
Fuente: DEA, National Drug Threats Assessment 2017.
Desde el punto de vista de la pureza, esta sube a niveles no alcanzados desde 2007, fenómeno que se observa sostenidamente desde 2013. Por otra parte, desde el punto de vista del uso, se refieren dos indicadores: en primer lugar, cifras sobre demanda en el último año frente a los recién iniciados en el consumo, que muestran una tendencia al alza a partir de 2013, hasta alcanzar niveles por encima de 2007. Por otro lado, los test de orina en sitios de trabajo también reflejan una tendencia al alza, principalmente desde 2013 (figura 2).
En un escenario más crítico, la DEA, citando cifras del National Center for Health Statistics y el Centers for Disease Control, observa una relación de causalidad entre disponibilidad y casos de mortalidad por intoxicación, que se deriva de usos relacionados con cocaína. Para este indicador, las cifras se elevan de 4404 —el nivel más bajo de la curva desde 2005— a 6784 casos en 2015. La constante de todo ese arsenal estadístico es la correlación directa con el incremento de la producción de coca en Colombia.
Figura 2. Nuevos usuarios y test de uso de cocaína en Estados Unidos de 2007-2016
Fuente: elaborado con base en datos de DEA National Drug Threats Assessment, 2017.
La contrastación
Usando datos en relación con muertes por sobredosis de drogas en los Estados Unidos de 2000 a 2015 acopiados por el Sistema Nacional de Estadísticas Demográficas (National Vital Statistics System), un grupo de investigadores médicos vinculados con diferentes entidades de salud y planeación de Estados Unidos calculó la tasa anual y el número de muertes totales asociadas con cocaína, y de estas muertes, las asociadas solo con cocaína; es decir, sin ligar su uso con opioides, y aquellas en las que el consumo de cocaína estuvo conectado con el uso de opioides (figura 3).
Los resultados de este ejercicio son contundentes: la cocaína asociada con muertes por sobredosis ligada con opiáceos se incrementó de 0,37 a 0,91 del 2000 al 2006, y luego declinó a 1,35 en 2010, para incrementarse a 1,36 en el 2015, que es la actual tendencia con características dramáticas.
Figura 3. Muertes por sobredosis de cocaína en Estados Unidos de 2000-2015
Fuente: Elaborado con información de McCall et al.
Mientras tanto, la cocaína asociada con muertes por sobredosis, pero que no está relacionada con mezclas de opioides, se incrementó de 0,89 a 1,59 entre 2000 y 2006, para luego mostrar una tendencia sostenida a la baja, hasta alcanzar 0,78 en 2015.
En conclusión, el grupo de opioides, y en primer lugar la heroína y los opioides sintéticos, han estado jalonando la reciente tendencia al alza de la cocaína que suele asociarse con muertes por casos de sobredosis. Esta situación guarda una relación directa con el fuerte incremento de la oferta de heroína (y que hoy en día procede principalmente de México) y la producción ilegal de China y México así como la distribución dentro de Estados Unidos del opiáceo sintético conocido como fentanilo15.
Estas son algunas de las consecuencias que se derivan de este hallazgo para la situación descrita sobre cocaína:
• Toda la presentación que la DEA desarrolla sobre la situación del consumo de cocaína en Estados Unidos parte de indicadores como el número de usuarios o de exámenes de orina en el sitio de trabajo para establecer tendencia del uso, e introduce a la vez un relacionamiento causal y directo con el crecimiento de las áreas de hoja de coca en Colombia. Esta relación causal cobra su máxima expresión en los datos en los que se observan los incrementos letales del uso de cocaína. No obstante, para este fin, la DEA solo toma en cuenta la sumatoria de uso de cocaína sin opioides y cocaína usada con opioides sintéticos; es decir, sin diferenciar rigurosamente las dos modalidades de consumo. Este tipo de manejos permite la generación de imaginarios dramáticos de muertes por sobredosis que se le endilgan directamente a Colombia por ser productor del 92 % de la cocaína que entra a Estados Unidos.
• Con este tipo de presentación que fue luego retomada en el informe de la Casa Blanca en su informe de junio de 2018 para demandar las fumigaciones aéreas a Colombia, eluden la principal responsabilidad del fenómeno de las muertes por sobredosis, el cual recae directamente sobre las instancias de salud y control de medicamentos de Estados Unidos, y los organismos de inteligencia —incluyendo la misma DEA—, para establecer qué sucede con la distribución de medicamentos producidos partir de opiáceos sintéticos como el OxiContin, el Actiq o el Subsys, dentro de Estados Unidos. Dicha situación se relaciona con las deficiencias en el control del desvío de opiáceos sintéticos legalmente usados como medicamentos, lo cual toca directamente con el modelo neoliberal de impedir la intervención del Estado y permitir que las grandes empresas y distribuidoras sean quienes tengan la responsabilidad de determinar comportamientos irregulares en el uso o demanda de drogas de prescripción. Este tipo de manejo está permitiendo un enriquecimiento exponencial de estas empresas, que se están lucrando de la dramática situación en que han caído sectores empobrecidos y marginados de Estados Unidos que recurren a este tipo de consumo16.
• Un hallazgo interesante en el ejercicio de contrastación es que mientras efectivamente se observa un incremento de consumo de cocaína a partir del 2013, la tendencia de los usuarios sin ligar el consumo de opioides sintéticos no resulta comprometida dramáticamente en casos de sobredosis, sino que se mantiene una relativa tendencia hacia la baja. Es decir: los nuevos usuarios de cocaína están desarrollando un conocimiento en el uso, de modo que no presentan incrementos exponenciales de demanda de tratamiento o de hospitalización. Esta evidencia debería ser objeto de más investigaciones científicas. Mientras tanto, como se ha observado, resulta alarmante el uso de cocaína ligado con heroína (speed ball) o de opioides sintéticos.
• Lo anterior indica que la amenaza a Colombia de una descertificación por un incremento de las áreas de coca oculta las fuertes responsabilidades que existen en Estados Unidos frente a las políticas preventivas y de manejo de la reducción de daños para el uso de drogas. Del mismo modo, relativiza el volumen de incidencia del alza de la producción de coca en Colombia frente al mercado de Estados Unidos, situación que es fuertemente propiciada por medios de comunicación colombianos que suponen que toda la cocaína colombiana es para ese mercado,