Philips ha sido pionera en muchos de los desarrollos claves y avances en la tecnología de iluminación. El folleto de la empresa, “Iluminando ideas” subraya su filosofía y presenta ejemplos y cifras (2008). Transcribiré algunos fragmentos que ejemplifican el compromiso de la empresa con la sustentabilidad y la “innovación significativa”:
Para Philips Lighting la sustentabilidad es mucho más que la implementación y puesta en práctica de políticas y sistemas. La sustentabilidad se ocupa del crecimiento. Al empoderar a las generaciones futuras para satisfacer sus necesidades abrimos un mundo de oportunidades para nuestra empresa.
La iluminación da cuenta de cerca del 19% del uso de la electricidad a nivel mundial. Nuestras soluciones de iluminación innovadoras pueden, en términos realistas, ahorrar el 40% de la energía en toda la iluminación instalada hoy en día, sea en el exterior, en las oficinas o negocios o en el hogar… También estamos trabajando para mejorar la vida útil del producto así como su confiabilidad para reducir el desgaste y limitar los problemas de mantenimiento.
Adoptamos un enfoque sustentable en nuestros procesos de producción. Todas nuestras plantas de fabricación han obtenido la certificación ISO 14001 y aplican sistemas de gestión ambiental. Hacemos grandes esfuerzos –de muchos tipos– para reducir el consumo de energía en cada una de nuestras plantas.
Xenon salva vidas: las luces de Xenon reducen graves siniestros nocturnos en carreteras rurales en más del 50% y en 30% en autopistas, según un estudio realizado en Alemania (Germany, 2007). Comparado con las luces halógenas, Xenon también ahorra 1,3g de emisiones de CO2 por kilómetro recorrido.
Ayuda a la migración segura de las aves: Philips Lighting, con NAM (la empresa de petróleo holandesa), desarrolló un nuevo tipo de iluminación con un color verdoso único para las plataformas petroleras marinas; menos aves se distraen con la luz, lo que significa menos interrupciones (frecuentemente fatales) de las migraciones nórdicas.
La democracia y la economía de mercado
En Coaching y Cultura hice un fuerte alegato en favor del apalancamiento de las perspectivas liberal, ecológica y político social. Esto es congruente con el enfoque básico triple: provecho, planeta y personas.
El comunismo, con su control opresivo y sus regulaciones sofocantes, ha mostrado sus limitaciones: impedir los emprendimientos privados, ahogar las iniciativas personales, aumentar la pobreza, limitar la libertad y alienar a los ciudadanos.
El liberalismo ha producido mucha riqueza y progreso. No obstante, la mano invisible de Adam también aparece cada vez más como una promesa difícil de cumplir. Suele recordarse a Smith16 por sus declaraciones acerca de “dejar que el mercado regule” y por decir que “menos gobierno es mejor”. Con menos frecuencia recordamos sus mensajes acerca de lo que debería hacer el gobierno y su aversión al crecimiento de la clase capitalista. Olvidamos que su sistema de “libertad perfecta” estaba destinado a aumentar la riqueza de las naciones cuidando los intereses de todos, especialmente de los pobres.
Robert Heilbroner (2000) explica: “Smith explícitamente reconoce la utilidad de la inversión pública en proyectos que no puede realizar el sector privado –menciona las carreteras y la educación como dos ejemplos” (69).
Con respecto a la clase capitalista en ascenso –los protagonistas de Adam Smith–, Heilbroner señala que era “la misma clase que Smith criticaba duramente por su ‘cruel rapacidad’”, cuyos miembros “no son ni deberían ser los gobernantes de la humanidad” (66-67).
Como señaló el mismo padre del liberalismo, deberíamos evitar un liberalismo en el cual se deje que el mercado se regule por sí mismo y que los gobiernos no desempeñen su función crucial. Todos podemos y deberíamos contribuir al progreso de la sociedad de las siguientes maneras:
Asegurar iniciativas y acciones destinadas al progreso social a través de regulaciones adecuadas.
Distinguir los bienes de las mercancías.
Reconocer la necesidad de la intervención gubernamental.
Promover la gobernanza global para ocuparse de los desafíos globales.
Alentar a los emprendedores y los innovadores.
Adoptar el paradigma complejo de perspectivas múltiples.
Asegurar que las iniciativas y las acciones estén destinadas al progreso social a través de regulaciones adecuadas
La historia se repite. Según parece no aprendimos las lecciones de lo que causó la crisis de 1929. Heilbroner (2000) explica lo que sucedió entonces: “El estadounidense medio había usado su prosperidad de una manera suicida; se hipotecó hasta el cuello y luego se jugó su destino comprando fantásticas cantidades de acciones –como 300 millones, se estima, no con sus propios fondos sino con dinero prestado” (250–251). El paralelo con la crisis de 2008 es evidente.
André Comte-Sponville (2009) señala que “solo la ley puede moralizar al capitalismo … Lo que guio a los banqueros no fue un interés inteligente, sino una pasión ciega e irracional: la codicia.” Aquí la ética es insuficiente. Se necesita la ley –es decir, los límites–. La regulación escasa y una excesiva confianza en la “mano invisible” llevaron a la crisis bancaria de 2008, como aun Alan Greenspan llegó a admitir. El capitalismo es peligroso cuando se convierte en un capitalismo de deuda (o sea, aspiras a hacerte más rico con dinero que no tienes); debe ser cuidadosamente regulado.
Coincido en que es crucial contar con legislación adecuada. Las leyes deberían destinarse a resolver dañinos conflictos de interés. Por ejemplo, los bancos deberían verse obligados a conservar un porcentaje apropiado de préstamos vendidos por sus brokers (hipotecas de vivienda) –en particular los créditos subprime– en lugar de ocultarlos en fondos que venden a sus clientes (que no se dan cuenta de lo que incluyen sus portafolios opacos). A los gerentes de alto nivel debería estimulárselos con incentivos financieros para crear valor a largo plazo y deberían ser penalizados por destruirlo. A fines de 2008, Francia legisló en contra de los paracaídas dorados que recompensaban las pérdidas; este es un paso en la dirección correcta. Debemos prohibir los mecanismos financieros sofisticados que favorecen la especulación en lugar de crear valor, lo opaco en lugar de la claridad, y el capitalismo de casino en lugar del ánimo emprendedor.
El coaching global puede jugar un papel crucial para aumentar la autorresponsabilidad de los individuos, que incluye la reflexión sobre las repercusiones más amplias de nuestras acciones y la toma de consciencia de que podemos elegir y hacer una diferencia. En otras palabras, podemos combinar una perspectiva política (por ejemplo, el efecto coercitivo de la ley, en este caso inspirado por un compromiso para servir) y uno espiritual (por ejemplo, acciones significativas) para asegurar que el mercado opere en la dirección correcta.
Distinguir los bienes de las mercancías
Debemos distinguir los bienes de las mercancías. Es necesario que reaprendamos el valor de muchos bienes disponibles gratuitamente, comenzando por la naturaleza. Cuando reconocemos su valor estamos más motivados para preservarlos. Otros bienes pueden (¿deberían?) conseguirse a un costo mínimo, y quizá aun sin costo: incluyen el cuidado de la salud, la educación y el transporte público.
Muchos productos naturales pueden promover la salud y combatir la enfermedad, pero casi no reciben atención porque no son patentables –y por