En torno al animal racional. Leopoldo José Prieto López. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Leopoldo José Prieto López
Издательство: Bookwire
Серия: Instituto John Henry Newman
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418360114
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de ser de esa cosa. Es importante insistir en que una cosa es cognoscible sobre todo porque tiene ser. A este aspecto, Tomás de Aquino lo llama la declaración o manifestación del ser, empleando una expresión que toma en préstamo de san Hilario de Poitiers. He aquí, pues, los aspectos gnoseológicos fundamentales que hacen posible la búsqueda de la verdad de parte del hombre: de un lado, las cosas, en virtud de su ser propio, se dan a conocer y se manifiestan; y, de otro lado, el hombre está dotado de una capacidad de conocimiento que, es verdad, depende enteramente de la luz que, en cuanto reales, las cosas irradian desde su interior. Como el ojo está hecho para la luz y el oído para el sonido, así la inteligencia está hecha para el ser. Enfatizar exageradamente la importancia de la capacidad cognoscitiva del sujeto cognoscente en detrimento de la fuerza manifestativa del ser ha sido probablemente el mayor problema de la filosofía moderna.

      Así pues, manifestación irradiadora de las cosas y capacidad humana de conocimiento van de la mano. La primera se comporta como lo determinante y la segunda como lo determinado, o, con palabras clásicas, como el acto y la potencia. Conocer es conocer algo de las cosas. Si el ser de las cosas se apaga, se apaga igualmente nuestra capacidad de conocimiento. Por eso, cuando el ser de las cosas se problematiza (de cualquier modo) surge la característica actitud dubitante de no pocos filósofos, cuyos resultados finales han sido el escepticismo, el relativismo y el nihilismo; en definitiva, la negación de la verdad, a la cual sigue con necesidad la negación del hombre. Si el hombre es el ser que busca la verdad, a la crisis de la verdad debe acompañar, como en efecto ha ocurrido, la crisis del hombre.

      El análisis de nuestra fórmula «el hombre es el ser que busca la verdad» en el plano antropológico nos descubre nuevos sentidos. Buscar la verdad de las cosas, de todas las cosas (tanto la verdad de las cosas en sentido propio como también la verdad de los propios actos, es decir, la verdad especulativa y la verdad práctica o moral) es privilegio único, pero, según parece, también cruz exclusiva del ser humano. El hombre se encuentra abierto, en tensión hacia (toda) la realidad, más allá de lo que aquí y ahora está en su presencia. Más allá de las tareas necesarias para la vida, el hombre es un ser que se pregunta el porqué de las cosas. Después de haber atendido a todas las necesidades apremiantes de la vida, la criatura humana no puede huir del inapagable deseo de verdad, que está profundamente inscrito en su naturaleza.

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      Por otro lado, la humana búsqueda de la verdad no se orienta únicamente a saber qué son las cosas, es decir, al conocimiento teórico. Además de proporcionar un conocimiento de lo que son las cosas, la verdad es la guía fundamental de la conducta humana, sea de naturaleza moral o técnica. Existen, por tanto, dos formas fundamentales del conocimiento y, en consecuencia, dos tipos de verdad: el conocimiento teórico y el conocimiento práctico. El entendimiento teórico conoce qué y cómo son las cosas, es decir, su esencia y sus determinaciones accidentales. De él se deriva el entendimiento práctico que, una vez conocido qué y cómo son las cosas, guía la acción ordenando lo que se debe hacer. Posteriormente la voluntad ejecuta y pone en práctica lo que la razón práctica prescribe, aquietándose finalmente en la posesión del bien perseguido.

      Las formas del saber práctico son dos: la técnica y la prudencia. Ya desde el tiempo de los griegos, la filosofía se ha interesado por estos dos tipos de saber. Sinónimo del término latino ars, la técnica (τέχνη) era para Aristóteles la forma de saber propia de la actividad productiva o poiética. La producción, en griego poíesis (ποίησις), es la actividad de naturaleza transitiva regulada por el saber técnico. La actividad transitiva es aquella en la que los actos se dirigen fuera del sujeto agente y terminan en una obra (el ergon griego o el factum latino), como puede ser un barco o una silla. A diferencia de la técnica, la prudencia (φρόνεσις) es el tipo de conocimiento práctico que regula las acciones inmanentes al sujeto agente, es decir, las acciones cuyos efectos permanecen en él. Este ámbito de actividad constituye la práxis (πράξις). En breve, la técnica es el saber que guía la producción; la prudencia, en cambio, es el conocimiento que orienta la actividad humana en cuanto tal, que en última instancia se identifica con la ética. Los romanos llamaron tecnica y prudentia a estas dos formas de conocimiento práctico: la tecnica como recta razón de las cosas fabricadas (recta ratio factibilium), que domina el ámbito de la actividad productiva (el facere); y la prudentia como la recta razón de las acciones humanas en cuanto tales (recta ratio agibilium), que se desarrolla en el campo de la moral (el agere).

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