Cristo sacrificó todo por el hombre para hacerle posible conquistar el cielo. Ahora le toca al hombre caído mostrar lo que sacrificará de su parte, por causa de Cristo, para alcanzar la gloria inmortal. Los que tienen exacta noción de la magnitud de la salvación y de su costo, jamás murmurarán porque tengan que sembrar con lágrimas, y porque el conflicto y la abnegación sean la suerte del cristiano en esta vida (The Signs of the Times, 4 de marzo de 1880).
35 Apocalipsis 2:17.
36 21 Juan 2:1.
37 Salmos 34:13-15.
38 Isaías 30:15.
39 Deuteronomio 33:25.
40 Salmos 37:5.
41 Mateo 11:28.
25
El perfeccionamiento del carácter
Cristo no nos ha dado la seguridad de que sea asunto fácil lograr la perfección del carácter. Un carácter noble, cabal, no se hereda. No lo recibimos accidentalmente. Un carácter noble se obtiene mediante esfuerzos individuales, realizados por los méritos y la gracia de Cristo. Dios da los talentos, las facultades mentales; nosotros formamos el carácter. Lo desarrollamos sosteniendo rudas y severas batallas contra el yo. Hay que sostener conflicto tras conflicto contra las tendencias hereditarias. Tendremos que criticarnos a nosotros mismos severamente, y no permitir que quede sin corregir un solo rasgo desfavorable.
Nadie diga: “No puedo remediar mis defectos de carácter”. Si llegan a esta conclusión, dejarán ciertamente de obtener la vida eterna. La imposibilidad reside en la propia voluntad. Si no quieren, no pueden vencer. La verdadera dificultad proviene de la corrupción de un corazón no santificado y de la falta de voluntad para someterse al gobierno de Dios.
Proponerse un blanco elevado
Muchos a quienes Dios ha calificado para hacer un excelente trabajo, realizan muy poco porque intentan poco. Miles pasan por la vida como si no tuvieran objeto definido por el cual vivir, ni norma que alcanzar. Los tales recibirán una recompensa proporcional a sus obras.
Recuerden que nunca alcanzarán una norma más elevada que la que ustedes mismos se fijen. Fíjense, pues, un blanco alto y asciendan todo el largo de la escalera del progreso paso a paso, aunque represente penoso esfuerzo, abnegación y sacrificio. Que nada los estorbe. El destino no ha tejido sus redes alrededor de ningún ser humano tan firmemente que éste tenga que permanecer impotente y en la incertidumbre. Las circunstancias adversas deberían crear una firme determinación de vencerlas. El quebrantar una barrera dará mayor habilidad y valor para seguir adelante. Avancen con determinación en la debida dirección, y las circunstancias serán los ayudadores, no los obstáculos.
Cultivar todas las gracias del carácter
Para gloria del Maestro, ambicionen cultivar todas las gracias del carácter. Deben agradar a Dios en todos los aspectos de la formación del carácter. Pueden hacerlo, pues Enoc agradó al Señor aunque vivía en una época degenerada. Y en nuestros días también hay Enocs.
Permanezcan firmes como Daniel, el fiel estadista a quien ninguna tentación pudo corromper. No chasqueen a aquel que los amó de tal manera que dio su propia vida para expiar los pecados de ustedes. Dice: “Separados de mí, nada podéis hacer”.42 Recuerden esto. Si han cometido errores, ganan ciertamente una victoria si los ven y los consideran señales de advertencia. De ese modo transforman la derrota en victoria, chasqueando al enemigo y honrando al Redentor.
Un carácter formado a la semejanza divina es el único tesoro que podemos llevar de este mundo al venidero. Los que en este mundo andan de acuerdo con las instrucciones de Cristo, llevarán consigo a las mansiones celestiales toda adquisición divina. Y en el cielo mejoraremos continuamente. Cuán importante es, pues, el desarrollo del carácter en esta vida.
Sus mandatos son habilitaciones
Los seres celestiales obrarán con el agente humano que con determinada fe busque esa perfección de carácter que alcanzará la perfección en la acción. Cristo dice a cada uno de los que se ocupan en su obra: “Estoy a tu mano derecha para ayudarte”.
Cuando la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios, llega a ser omnipotente. Cualquier cosa que debe hacerse por orden suya, puede llevarse a cabo con su fuerza. Todos sus mandatos son habilitaciones (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 266-268).
Nuestra constante dependencia
Los que dejan de sentir que dependen constantemente de Dios, serán vencidos por la tentación. Podemos suponer ahora que nuestros pies están seguros y que nunca seremos movidos. Podemos decir con confianza: “Yo sé a quién he creído; nada quebrantará mi fe en Dios y su Palabra”. Pero Satanás está proyectando aprovecharse de nuestras características heredadas y cultivadas, y cegar nuestros ojos acerca de nuestras propias necesidades y defectos. Únicamente comprendiendo nuestra propia debilidad, y mirando fijamente a Jesús, podemos estar seguros (El Deseado de todas las gentes, pp. 345, 346).
42 Juan 15:5.
26
La batalla de la fe
Muchos de los jóvenes no tienen un principio fijo para servir a Dios. Se rinden bajo cada nube, y no tienen poder de resistencia. No crecen en gracia. Aparentan guardar los mandamientos de Dios, pero no están sometidos a la ley de Dios, y ciertamente no pueden estarlo. Su corazón carnal debe cambiar. Deben ver belleza en la santidad; entonces suspirarán por ella como el cervatillo suspira por los manantiales de agua; entonces amarán a Dios y su ley; entonces será liviano el yugo de Cristo y ligera su carga.
Si el Señor ha ordenado sus pasos, queridos jóvenes, no deben esperar que el camino sea siempre de paz y prosperidad exteriores. El camino que lleva al día eterno no es el más fácil de recorrer, y a veces parecerá oscuro y espinoso. Pero tienen la seguridad de que los brazos eternos de Dios los rodearán para protegeros del mal. Él quiere que tengan ferviente fe en él, y que aprendan a confiar en él tanto en la sombra como a la luz del sol.
Fe viviente
La fe debe morar en el seguidor de Cristo, porque sin esto es imposible agradar a Dios. La fe es la mano que se ase de la ayuda infinita; es el medio por el cual el corazón renovado late al unísono con el corazón de Cristo. Con frecuencia, el águila que se esfuerza por llegar a su nido es arrojada por la tempestad a los estrechos desfiladeros de las montañas. Las nubes, en masas oscuras, airadas, se interponen entre ella y las soleadas alturas donde ha fijado su nido. Por un momento parece aturdida, y se precipita de aquí para allá batiendo sus fuertes alas como si quisiese hacer retroceder las densas nubes. Con su grito salvaje, en sus vanos esfuerzos por encontrar la salida de la prisión, despierta a las palomas de las montañas. Por fin se lanza hacia arriba para atravesar la oscuridad, y da un chillido agudo de triunfo al surgir de ella un momento después y ver la serena luz del sol. Han quedado por debajo de ella la tempestad y la oscuridad, y la luz del cielo brilla a su alrededor. Llega a su amado hogar en el