La Inquisición y la caza de brujas en Europa
El martillo de las brujas
El Malleus Maleficarum o Martillo de las brujas fue obra de dos hermanos predicadores: Enrique Institor (Kraemer) y Jacob Sprenger, quienes a instancias del arzobispo de Estrasburgo fueron comisionados por el papa para realizar una campaña singular en la Europa Central contra las brujas, cuya actuación recopilaron por escrito en forma de enorme código, impreso por primera vez hacia 1486.
El Malleus Maleficarum tuvo un enorme éxito y se reimprimió muchas veces hasta fines del siglo XVII e incluso en la época presente ha salido a la luz en versiones alemana e inglesa para los estudiosos.
Consta de tres partes, basándose en que las acciones brujeriles eran reales, así como su pacto con el diablo, y no productos de una ensoñación en estado de vigilia. Por eso en la primera parte que se divide en diecisiete capítulos se afirma taxativamente la realidad de la colaboración con el demonio de la que únicamente pueden seguirse maleficios. Se ratifica la existencia de los denominados íncubos y súcubos que quizás hayan tenido mucho que ver en el nacimiento de las brujas, divididos en categorías. Los cuerpos celestes intervienen también en la multiplicación de los encantamientos que son en su mayor parte obra de mujeres, sobre todo los relativos a la vida sexual. Por medio de ellas el diablo incita al odio o al amor, impide la potencia generadora y el acto carnal provocando en el varón una sensación de castración.
Las brujas pueden convertir a los hombres en animales. Los autores apoyan sus asertos en muchas obras y ejemplos de la época (Haría falta hacer una interpretación objetiva e imparcial de estas).
En la segunda parte del Malleus se explica en dieciséis capítulos hasta dónde llega el poder de las brujas, así como la forma de combatir y destruir sus malas obras.
Para sus autores tanto los brujos como las brujas son tenidos como miembros de una secta. Señalan varias formas de ingreso, sencillas o solemnes. El demonio recibe en persona el acatamiento, después de la abjuración. Admiten una forma privada. Para conseguir seguidores, en especial, femeninos, les insufla un tedio especial, las tienta o las corrompe.
Poderes de las brujas según el Martillo
Existe una parte del Malleus muy descriptiva y pintoresca, en la que se describe la supuesta ciencia maléfica de las brujas, glosada con curiosos ejemplos. Comienza hablando de la capacidad de volar por los aires untadas con grasa de niños y de cabellos en escobas.
Refutación
Todo el que tenga una mente científica sabe que esto es imposible, pero como no hay humo sin fuego, debió de existir algo que dio lugar a semejante leyenda.
Las brujas practicaban un antiguo rito de fertilidad para conseguir que los cultivos crecieran y para eso necesitaban utilizar un palo, como el palo del caballito de madera y bailar alrededor del campo, mientras cantaban y saltaban. Repetían esto una y otra vez y los cultivos por ley natural crecían altos.
El palo sobre el que bailaban era un símbolo fálico y una bruja sobre un palo representaba los principios masculino y femenino. Debió de ser un precursor del palo de mayo que presidía las fiestas del inicio de ese mes, de origen celta consagrado a Beltaine, asociado a la fecundidad y al matrimonio, y conservado en el palo de la cucaña (fiesta que la Iglesia cristianizó con las Cruces de mayo).
Durante los días de la caza de brujas era peligroso tener en casa un palo de baile, pues ello podría significar la condena segura por lo que las brujas empezaron a utilizar palos de escoba que pasarían desapercibidos.
La palabra volar suele utilizarse en sentido figurado de correr o ir muy rápido. ¿No solemos decir: “voy volando o alguien pasó volando por la carretera”? De aquí a decir “vi a las brujas volando sobre sus palos de escoba”, media un paso.
Una de las primeras representaciones
de brujas volando sobre palos de escoba
Algunos han sugerido que las brujas hipnotizaban a los demás para que estos las vieran volando por el aire, como cualquier hipnotizador corriente, nada más falso. Una vez se dibujara volando una bruja sobre un palo de una escoba aquellas personas tan propensas a la sugestión creerían que la imagen era cierta, lo que les iba muy bien para los jueces acusadores.
Por otra parte, ¿no malefician los primitivos australianos con una especie de palo puntiagudo similar al de la escoba, que envía la muerte con solo apuntar en dirección a la víctima? Es como una especie de aguijón mágico que, de forma inexorable se clava en el alma del enemigo.
El misterioso ungüento
El famoso ungüento brujeril que según las leyendas las hacía volar montadas en sus escobas y también tenía la supuesta propiedad de transformarlas en animales no era confeccionado con grasa de niños como fueron acusadas, sino con acónito, belladona y mandrágora, plantas alucinógenas.
El acónito produce en la piel una sensación de frío que provoca la ilusión de hallarse volando entre vientos desatados, en tanto que la segunda excita en gran manera la fantasía, provocando delirios oníricos y espeluznantes visiones. Las brujas no solo se untaban ciertas partes del cuerpo, sino que tomaban ciertas pociones para adormecerse y volar en alas de su fantasía.
El misterio de la mandrágora
Pero quizás sea la planta alucinógena mandrágora, proveniente tanto de la región mediterránea como también del Himalaya y Grecia, la que más se asocie al mundo mágico, la más pasional, ya que tanto sus virtudes como su simple apariencia entran dentro del mundo mágico erótico. Sus raíces poseen la forma curiosa del macho y la hembra humanos, pegados uno a otro, y hay quien afirma que la mandrágora hembra separada de su macho posee la misma forma que el cuerpo femenino. Por lo que respecta a su aspecto externo, por si fuera poco, se asemeja a los testículos de los humanos. No era de extrañar que según las acusaciones, las brujas se restregaran la planta por sus genitales. Sus flores poseen un olor que recuerda al esperma masculino, aunque más pestilente.
Desde los tiempos medievales funcionaba tanto como sedante, como estimulante erótico por sus extraordinarios poderes afrodisiacos. Posee un alcaloide que se asemeja a la atropina. Sus propiedades alucinógenas, que estimulaban la imaginación, se encuentran tanto en las raíces, como en las hojas que usadas en poción servían para los imaginarios transportes a los aquelarres.
Representación medieval de la mandrágora
Aunque al parecer fue un hecho cierto,
pasó a ser un cuento
Érase una vez una bruja de la población de Waldshut en la diócesis de Constanza sobre el Rin que no habiendo sido invitada a la celebración de una boda por ser muy mala y detestada por las gentes de la región decidió vengarse. A tal efecto llamó al diablo, y una vez le hubo manifestado la causa de su enojo le pidió que desencadenase una tempestad para arruinar a fiesta a los novios y acompañantes. Satanás consintió en ello y la llevó a través de los aires a una colina próxima al pueblo. Allí al no disponer de agua que verter en un agujero, para lograr el maleficio, la bruja hizo un hoyo y depositó sus propios orines y después removió el líquido, lanzándolo a continuación al aire