cuidado de los sujetos, su conducción, la obediencia a la autoridad del otro en términos educativos y el sometimiento de la voluntad.
LA UNIVERSIDAD LIBERAL O DEL CONOCIMIENTO (EL SUJETO PARA EL ESTADO - LIBERAL)
A mediados del siglo XIX se presenta un cambio radical en la concepción de universidad debido a tres vertientes de “liberalización” en el país: por un lado, en el interior mismo de las universidades, la lucha por la libertad de enseñanza, la posibilidad de otorgar los títulos universitarios, la organización de los estudios y de la educación en general; la segunda en relación con los movimientos políticos de profesionales y la tercera, la demanda de mano de obra para trabajar las tierras. En este sentido, en el año 1842 se establece la reforma Ospina Rodríguez que centra su atención en el aprendizaje de cosas útiles, aspectos de orden práctico relacionados especialmente con el mundo del trabajo; de allí se deriva la riqueza de la nación y se ordena crear —en cada uno de los centro educativos universitarios—, la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas. En este período la universidad sigue bajo la tutela del Estado pero nuevamente el clero ingresa a tomar decisiones y a tener injerencia en la educación superior, especial- mente en lo que tiene que ver con la formación moral, la disciplina, la formación cristiana y algunos elementos de las humanidades; sin embargo, prevalece la concepción de universidad del conocimiento y tanto las instituciones del Estado como las administradas por comunidades religiosas se rigen bajo principios estatales que pretenden formar un actor social en la perspectiva de la utilidad.
Por su parte, los gobiernos de Tomás Cipriano de Mosquera y José Hilario López (1849-1853) desarrollaron un modelo liberal de universidad, en el que se afianzan la democratización y las libertades. López “plantea la concepción política-económica del libre comercio y los principios de la moral laica contra la Iglesia y las libertades individuales como base de la enseñanza”68. Tal vez fue una estrategia para confrontar el poder económico de la Iglesia y el dominio ideológico sobre la población. Una de las reformas más fuertes fue la de José
68 Diana Elvira Soto Arango, op. cit., 117.
Hilario López (ley del 8 de mayo de 1848), que decretó la libertad de enseñanza, la libertad para obtener títulos en instituciones públicas o privadas; sin embargo, se eliminó el requisito del título para ejercer una profesión liberal y, por otra parte, los colegios podrían someterse al régimen universitario. Durante este periodo —aunque hay una re- forma en la concepción de universidad y de la formación, basada en el fortalecimiento de las libertades—, la universidad se desarrolla bajo la concepción de la formación hacia lo útil; lo que se pone en crisis es el tipo de conocimiento y su regulación.
Durante el liberalismo radical se desarrolla un tipo de universidad con el fin de democratizar el conocimiento, afianzar las libertades y convertir a la universidad en un proyecto de formación de ciudadanos en relación con el Estado. En este orden de ideas se expidió la reforma educativa de 1867 con la que se creó la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, con una fuerte influencia del modelo francés e inglés privilegiando la dependencia del gobierno en reglamentos, currículos y nombramiento de maestros. En este sentido, la universidad recogió las líneas del profesionalismo liberal y junto a las clásicas facultades de Jurisprudencia, Medicina y Filosofía y Letras, se consolidaron las escuelas de Ingeniería, Ciencias Naturales, Artes y oficios; así, las formaciones técnicas hicieron parte del proceso económico que demandaba el país, en las que el concepto de utilitarismo en la educación era una constante. Durante este periodo se introdujo el modelo positivista que influyó tanto en la formación y en la búsqueda del conocimiento a través de la experimentación; por ende ésta sería la base del progreso del Estado liberal.
En la época de la regeneración, aunque hay un cambio sustancial en el régimen político y en la concepción de Estado, la universidad se convierte en confesional, autoritaria, antidemocrática, pues nuevamente interviene la Iglesia en la administración de la educación y le da un tinte distinto al papel del sujeto, a su formación y a su relación con el Estado. Sin embargo, la línea de formación sigue siendo la de las profesiones liberales clásicas sin esbozos de universidad investigativa, pero con un discurso muy cercano a los ideales de progreso, de aprendizaje hacia lo útil, es decir, buscando cómo aprovechar los conocimientos para incidir en la vida práctica (trabajo), experimental, científica, moderna, actual, como lo cita Soto Arango refiriéndose a una intervención del general Rafael Uribe Uribe, quien en 1911 reafirma la autonomía de la universidad. En este sentido se puede afirmar que las tendencias políticas tienen ciertos sesgos que le otorgan una particular forma a la institución universitaria, toman como fundamento central el desarrollo, y orientan las prácticas y discursos a través de los cuales se puede apreciar la preocupación por lo práctico y útil, ya sea en los programas técnicos o tecnológicos o por las profesiones liberales, privilegiando el saber de las ciencias naturales y sus aplicaciones como formas de intervención económica.
A pesar de los cambios políticos en la administración del Estado, la concepción de esos gobiernos sobre el modelo de universidad es pro- mover el progreso, es decir, el discurso predominante es la educación en función de la economía, en detrimento de la educación humanista, o en otros términos, de la matriz eclesiástico-religiosa con la cual aparece el concepto de universidad colonial.
El siglo XX representa para la universidad colombiana el fortalecimiento de este modelo de universidad ubicada en lo práctico, lo útil para responder a las dinámicas propias de la expansión capitalista de comienzos de siglo. Aunque durante la regeneración, la universidad muta en algunas de su prácticas al modelo llamado tradicional (confesional, estatal), su énfasis sigue estando en los aspectos experimentales, científicos y tecnológicos, es decir, la aspiración de esta institución sigue siendo la formación de élites intelectuales y burguesas, que respondan a las nuevas demandas que el país exige en los destinos de orden laboral y económico.
Estas transformaciones en el modelo universitario responden al desplazamiento de los ejes del sistema-mundo capitalista hacia los Estados Unidos como nuevo centro del mercado mundial. Colombia se vinculó al mercado mundial durante el siglo XIX como una especie de
[…] despensa para la industrialización de los países denominados centrales pero sin que la gramática de esta industrialización hubiese tenido incidencia en un cambio apreciable en las relaciones sociales. Este cambio empezó a darse apenas durante las primeras tres décadas del siglo XX, cuando gracias al impulso de la economía cafetera y la inyección monetaria proveniente del exterior, surgen nuevas fuerzas productivas que cambiarían para siempre la estructura de la sociedad colombiana.69
En este sentido aparece la fábrica como imaginario social y reemplaza a la hacienda y con esta nueva perspectiva se transforma la producción de subjetividades, que han de estar en conexión directa con la nueva forma de producción y de interacción social. Hay un viraje también en términos epistémicos que, según Castro-Gómez, se observa en el desplazamiento de los gramáticos y la llegada de discursos académicos provenientes de la biología, la higiene y la medicina social expresados en técnicas y disciplinas como la bacteriología, los procesos higienistas, las ciencias de la educación y la pedagogía. Esta visión de la modernidad y del cientificismo, y no necesariamente de Estados Unidos, refleja formas de colonialidad y a la vez representa modelos de sociedad.
La industrialización y la apertura capitalista son algo más que flujos de capitales, exportaciones, aranceles y demás elementos técnicos; también industrializarse significa
[…] la emergencia de unas subjetividades