1963, la International Federation of Library Associations and Institutions (IFLA) realizó una encuesta entre las bibliotecas nacionales y universitarias cuya recomendación consistió en crear de manera informal dos comités al efecto: El Comité de Reprografía y el Comité de Mecanización (McCallum, 2003:2). En 1964, en la reunión de IFLA en Roma, en el seno de este último comité recién creado, Verner Clapp leyó una ponencia con un novedoso tema denominada “Mecanización y automatización en las bibliotecas norteamericanas” (McCallum 2003,1).
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Multigrafo de la Biblioteca Pública de Cleveland, Mayo de 1937. Utilizado para la producción masiva de tarjetas de catálogo. El Multigrafo era una antigua máquina copiadora mecánica que tenía la capacidad de reproducir cartas que parecían estar mecanografiadas. Imagen por cortesía de los Archivos de la Biblioteca Pública de Cleveland, EUA.
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Mimeógrafo manual ca. 1945. Nótese la matriz o esténcil de papel encerado. Doinio público.
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Mini-duplicador Gaylord de tarjetas catalográficas por medio de esténcil, 1966. Imagen tomada de: College & Research Libraries, vol. 27, num. 6, November 1966, p. 503. CC BY-NC
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Multigrafo Adresógrafo para reproducción de documentos por medio de un esténcil, ca. 1960. Imagen en acceso abierto de la colección adsausage. http://www.adsausage.com
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Máquina duplicadora Verifax de Kodak parecida a un mimeógrafo, pero sin usar tinta. Su tecnología de transferencia era “por difusión”, la cual usaba luz y liquido revelador, obteniendo un negativo de papel intermedio. 1961. Imagen en acceso abierto de la colección Adsausage - http://www.adsausage.com
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Anuncio de duplicador Ditto, cuya tecnología utilizaba líquidos solventes. Ca. 1950. Dominio Público.
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Copiadora Gevacopy de Agfa - 1950 - Archivo de imágenes de Develop GmbH, Langenhagen, Alemania. CC BY-SA 3.0 https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5193471
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Pequeña prensa manual con esténcil encerado para fabricar tarjetas catalográficas, 1964. Imagen con permiso de “fair use” en ALA Bulletin, vol.58, num. 4 (April 1964), p. 325, https://www.jstor.org/stable/25696912
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Sala de almacenamiento de originales de tarjetas de la Biblioteca del Congreso de los EUA, ca. 1919. Imagen propiedad de Library of Congress. Dominio Público. http://blogs.loc.gov/picturethis/2017/11/flipping-through-the-card-catalog/
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Sala de fabricación de tarjetas de la biblioteca del Congreso de los EUA, ca. 1930. Imagen propiedad de la Library of Congress. Dominio Público. https://blogs.loc.gov/ picturethis/2015/11/flipping-through -the-card-catalog/
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Máquina tipográfica Offset - Boletín de la UNESCO para las bibliotecas, vol. XIX, núm. 2, marzo 1965.
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En 1965, durante la reunión de IFLA en Helsinki, el comité se instaló de manera formal. Durante toda esa década, ese comité escuchó de nuevos y variados proyectos provenientes de diversas bibliotecas de múltiples naciones: El Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Suecia, Alemania y la Unión Soviética, entre otras, cuyos temas abarcaban la posibilidad de incipientes desarrollos de sistemas computacionales para adquisiciones, control de publicaciones periódicas, circulación, bibliografías, catálogos de libros, índices KWIC y KWOC y, por supuesto, el tema más importante y complejo de todos: la producción automatizada de juegos completos de tarjetas catalográficas y la eventual creación de catálogos automatizados en las bibliotecas, todo ello con ayuda de computadoras (McCallum 2003, 3). En 1964, La Association of Research Libraries (ARL) o Asociación de Bibliotecas de Investigación de la unión americana también creó su Comité de Automatización con la idea de explorar las posibilidades de la aplicación de la emergente tecnología computacional al quehacer bibliotecario. En 1967, la Federación Internacional de Documentación (FID) organizó en Roma la Conferencia Internacional Sobre Información y Diseminación Mecanizada” (FID/IFIP 1967). En 1965, Joseph Licklider visualizó que las computadoras de estaban llegando a capacidades que estaban próximas a realizar las grandes tareas bibliográficas imaginadas y descritas por Vannevar Bush veinte años antes, y escribió su famoso libro Bibliotecas del futuro, en donde describió cómo una computadora podría proveer una biblioteca automatizada a numerosas personas accediendo a una gran base de datos remota creada al efecto (Licklider 1965).
En 1964, en la Feria Mundial de Nueva York, la American Library Association (ALA) organizó un stand o exhibición con el nombre Library/USApara mostrar al público lo que las bibliotecas podían llegar a ser con la tecnología de ese entonces. Los principales patrocinadores y exhibidores fueron Univac, IBM y Kodak. Una impresionante computadora Univac era visible detrás de una pared de vidrio. Contenía algunos miles de referencias a documentos históricos almacenadas en una primitiva memoria de tambor magnético, y se ofrecía a los azorados visitantes la oportunidad de hacer consultas en tiempo real, las cuales eran impresas al momento en una impresora de alta velocidad. Los documentos completos relacionados con la búsqueda podían consultarse en microfilmes ahí mismo. Aunque el conjunto de datos disponibles era pequeño, el efecto para los visitantes que no conocían esas capacidades de consulta y recuperación de información resultaba impresionante, y fue un asomo al futuro de lo que estaba por venir unos años después (Rayman 2014).
Derivado del creciente interés en el tema, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos consiguió un financiamiento para realizar un estudio destinado a explorar la viabilidad de la aplicación de la automatización computarizada a los diversos procesos de esa biblioteca. Los resultados de este proyecto recomendaban la creación de grupos que diseñaran e implementaran los procedimientos requeridos para automatizar las funciones de catalogación, indizado, búsqueda y recuperación de información bibliográfica (King et al. 1963, 2). El Consejo de Recursos Bibliotecarios (CLR) o Council on Library Resources10