—Vaya, lo siento mucho. Debió haber sido terrible para ti.
Por un momento Riley recordó el grito que la despertó esa terrible noche, ver a Heather derrumbada y vomitando en el pasillo, la sangre en el piso del cuarto del dormitorio, Rhea degollada con los ojos bien abiertos…
Se estremeció y pensó: «No tiene ni la menor idea.»
Ryan negó con la cabeza y dijo: —Todo el campus está nervioso desde que pasó. Los policías hasta fueron a mi casa esa noche. Me despertaron y me hicieron todo tipo de preguntas. ¿Puedes creerlo?
Riley se estremeció.
Por supuesto que lo podía creer. Después de todo, ella les había dado el nombre de Ryan.
¿Debería admitirlo? ¿Debería disculparse?
Mientras estaba tratando de decidir, Ryan se encogió de hombros y dijo: —Bueno, supongo que debieron haber hablado con un montón de chicos. Me enteré que la chica estuvo en La Guarida del Centauro esa noche, y obviamente yo también estuve allí. Estaban haciendo su trabajo. Lo entiendo. Y obviamente espero que atrapen al bastardo que hizo esto. De todos modos, lo que me pasó no es gran cosa, no en comparación con lo que debe ser esto para ti. Como dije, lo siento mucho.
—Gracias —dijo Riley, mirando su reloj.
Odiaba ser grosera. De hecho, había estado esperando volverse a encontrar con este chico guapo. Pero iba a llegar tarde a clase y además no estaba de ánimos para disfrutar de su compañía.
Ryan le devolvió el libro, como si comprendiera. Luego arrancó un trozo de papel de un cuaderno y anotó algo.
Dijo con timidez: —Mira, espero que no pienses que me estoy pasando de la raya, pero aquí tienes mi número de teléfono. Por si quieres hablar conmigo. O no. Tú decides. —Le entregó el trozo de papel y añadió—: También escribí mi nombre por si lo habías olvidado.
—Ryan Paige —dijo Riley—. No lo había olvidado.
Ella le recitó su propio número de teléfono. Le preocupaba que debió haber parecido brusco de su parte decirle su número en lugar de anotárselo. La verdad era que le alegraba el pensar que podría volverlo a ver. Le estaba costando ser amable con personas nuevas en este momento.
—Gracias —dijo Riley, metiéndose el papel en el bolsillo. Nos vemos.
Riley pasó por al lado de Ryan y se dirigió hacia su clase.
Ella oyó a Ryan decir detrás de ella: —Eso espero.
*
Riley leyó fragmentos del libro de Zimmerman cada vez que tenía la oportunidad durante el resto del día. No pudo evitar preguntarse si el asesino de Rhea podría ser como Ted Bundy, un hombre encantador que había logrado ganarse la confianza de Rhea.
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