"Gracias", ella murmuró, sintiéndose como la mayor idiota en el mundo. Deseó poder verse tranquila. Sabía que Madison nunca habría perdido el control si su amor platónico la hubiera abrazado.
“Ey, mira," dijo Tony, mirando sobre su hombro al equipo de fútbol que caminaba por el estacionamiento. "Tengo prisa. Que tengas un lindo día de cumpleaños, ¿de acuerdo?” Él se alejó mientras hablaba por encima del hombro. "Si te veo en el almuerzo, te daré una magdalena." Luego se alejó con sus amigos.
Kate agarró la bolsa con fuerza, sabía que había estado terrible. Había sido el comentario sobre sus ojos lo que la había sacado de onda. No podía dejar de preguntarse si Tony había estado coqueteando. Tal vez una pequeña parte de Tony también estaba enamorado de ella.
“¡Kate!", alguien gritó, y Kate se dio vuelta para ver a sus tres mejores amigas correr hacia ella.
Dinah Higgins, Nicole Young, y Amy Tan habían sido las mejores amigas de Kate desde el noveno grado. Dinah era afroamericana y provenía de una familia grande, cálida que parecía interesarse en Kate más que su propia familia. Llevaba el pelo recogido en trenzas, con hilos rojos y blancos entretejidos. Nicole vivía solo con su padre, su madre había muerto de cáncer cuando ella era muy pequeña. Era californiana de cabo a rabo, pero trataba de ocultarlo bajo capas de vestidos negros y botas de motociclista. Dado que su cabello era rubio natural, a menudo iba a la ciudad para teñirlo con todo tipo de colores. Ahora, los extremos eran de un naranja brillante. Amy era con quien Kate se sentía más cercana. Sus padres eran de origen chino y se habían mudado a los Estados Unidos para darles mejores oportunidades a ella y a su hermano. Como consecuencia, había una gran diferencia cultural entre Amy y sus padres. Ellos la veían con un poco de extrañeza, por su amor a la cultura pop, su obsesión por la reality TV, y su personalidad algo torpe. Por estas razones, Kate y Amy se sentían muy cercanas. Amy también se sentía como una extraña en su familia.
Las tres chicas tomaron a Kate y la envolvieron en un abrazo de oso.
“¡Feliz cumpleaños!" Todas gritaron.
Muchos de los chicos más fresas que estaban en el estacionamiento las miraron con disgusto – se creían mucho para comportarse así en público. Pero a Kate no le importaba. Amaba a sus amigas y lo especial que siempre la hacían sentir, a pesar de que fuera simple y aburrida en comparación con Madison.
“¡Tenemos regalos para ti!" Dinah dijo, sacando un regalo mal envuelto de su bolso y depositándolo en los brazos de Kate.
"Abre primero el mío," Nicole añadió, empujando una pequeña caja hacia Kate.
"No vas a adivinar lo que es," dijo Amy, dándole un paquete en forma de libro.
Kate se sintió abrumada por todos los regalos. "Gracias, chicas," con una sonrisa radiante. "No sé qué decir."
“¡Ábrelos de una vez!", exclamó Nicole.
Todas se sentaron sobre la hierba junto a las canchas de tenis. Kate abrió todos sus regalos -una caja de bombones de Dinah, unos pendientes con forma de cráneo y con cruces de hueso de Nicole, y un ejemplar de segunda mano de Romeo y Julieta. Kate amaba a Shakespeare y amaba las tragedias románticas, y se podía pasar toda la noche leyendo, si pudiera.
"Ustedes son las mejores", dijo, abrazando a cada una.
Amy le dio un codazo a su amiga. "Así que … ¿qué te dijo la Mamá Monstruo esta mañana? ¿Te dijo feliz cumpleaños?"
Kate sacudió la cabeza. "No" Entonces, se acordó de la tarjeta de Max. "Max fue el único que me hizo caso."
Ella sacó la tarjeta. Se había maltratado en su bolso. Abrió el sobre y vio una tarjeta de color rosa brillante con una flor en el frente. Era el tipo de tarjeta que se compraba para alguien de cuatro años, pero igual se sentía agradecida. Max debió gastar su dinero; seguramente su madre no le había prestado nada.
El interior de la tarjeta decía: "Para mi hermana, en su cumpleaños." Él no había escrito nada, simplemente "Kate" en la parte superior y "Max" debajo. Al ver la tarjeta tan simple se le encogió el corazón de nuevo, recordando la dolorosa y decepcionante mañana. Antes de que Kate pudiera evitarlo, su labio inferior empezó a temblar.
“¡Kate!", exclamó Dinah, poniendo sus brazos alrededor de su amiga. "¿Qué pasa?"
Kate trató de hablar a través de sus lágrimas, pero se sentía abrumada. Las tres chicas sabían lo difícil que era su vida en su casa – la habían escuchado y ayudado a lo largo de tres años de angustia- y estaban preocupadas por su amiga.
"Mamá me dijo," comenzó Kate, inhalando con fuerza, ”dijo que no puedo ir a la universidad. Que tengo que trabajar para ayudar a pagar la colegiatura de Madison.”
Amy abrió la boca. Dinah miró a Kate con una expresión de dolor. Nicole le apretó el brazo.
“¡Ella no puede hacer eso!", exclamó Amy.
"Es tan injusto," dijo Nicole, frunciendo el ceño con dureza. “Puedes quedarte con mi familia si necesitas salir de su casa."
"O con la mía", agregó Dinah. "Mi mama te adora. Tú lo sabes."
"Gracias", se quejó Kate. "Pero no sé qué haré si no puedo ir a la universidad. Es como mi plan para escapar, ¿saben? "
Las chicas asintieron. Habían hablado mucho de la universidad, incluso hablaron de asistir a la misma para no tener que separarse.
“La verdad, no sé qué hacer", agregó Kate, sucumbiendo una vez más a sus lágrimas.
"Supongo que Madison no te defendió," dijo Amy. Odiaba a Madison por no apoyar a Kate y siempre le estaba diciendo a Kate que no debía ser tan condescendiente con su hermana. Según Amy, Madison debía cuestionar a su madre por lo mal que trataba a Kate, en lugar de estar buscando sus elogios y su atención.
"No", respondió Kate, con tristeza.
"Ey," dijo Nicole, poniendo un brazo alrededor de su amiga. “Todo va a estar bien. Nos tienes a nosotras, te vamos a proteger. Algo va a pasar que cambiará las cosas. Te lo prometo."
Kate no sabía cómo podía estar tan segura. Nicole siempre decía que las cosas podían cambiar y que se resolverían con el tiempo, pero Kate creía que las cosas solo podían cambiar para lo peor. Su padre bebía cada vez más, y aun peor, su madre controlaba todo cada vez más, y Madison se distanciaba más y más mientras crecía su condición de niña dorada. La vida de Kate parecía seguir una trayectoria descendente; perder la posibilidad de ir a la universidad era la gota que rebalsaba el vaso.
Nicole seguía balbuceando. “Se está acercando la fecha del baile de graduación," dijo. "Quién sabe lo que puede suceder entonces."
"Oh, por favor", respondió Kate. “En este momento, pensar en chicos es la última cosa en mi mente."
"¿En serio?", dijo Amy levantado su ceja. "Porque me pareció ver un cierto Tony Martin dar a una cierta Kate Roswell un abrazo en el estacionamiento."
Aun con su tristeza, el pensamiento elevó un poco el ánimo de Kate. Sintió una sonrisa en sus labios. "Sí. Él, um, dijo que mis ojos se veían bien con la máscara.”
"Oh, Dios mío!", gritó Dinah. “¡Le gustas!"
Kate se rió y negó con la cabeza. "No sé. Él es amable con todos.”
"Sí, amable," dijo Amy, “¡estaba coqueteando!"
Nicole la estaba mirando con aire triunfante. "¿No te dije que las cosas pronto serían mejores?"
Kate agitó las manos, tratando de moderar el entusiasmo de sus amigas.
"Realmente no lo creo", dijo.
“A lo mejor te va a pedir que vayas con él al baile de graduación," chilló Dinah.
La idea hizo que Kate sintiera mariposas en el estómago por el entusiasmo. ¿Había alguna posibilidad de que se lo pidiera? En ese momento, se acordó de la máscara en sus pestañas y de cómo había estado llorando.
"Oh Dios, ¿estoy hecha