"No, no fue así. Subí y miré en tu habitación, entonces te vi salir a la calle, y eso fue hace una hora. ¿A dónde fuiste? ", insistió mientras caminaba alrededor de la mesa hacia ella. "¿No me mientas."
Scarlet sentía como si él hubiera perdido totalmente la razón. No sólo su madre se estaba volviendo loca, su padre también. Sintió que su mundo se estaba derrumbando.
"No sé de qué estás hablando", le espetó mientras elevaba la voz. Pero ella estaba empezando a preguntarse si había perdido la noción del tiempo. Si algo le estaba pasando. Si ella había ido de nuevo a alguna parte, y no lo recordaba. La idea le aceleró el corazón, mientras empezaba a asustarse en su interior. "No estoy mintiendo. Y no me gusta que me estés acusando."
"¿Tienes alguna idea de lo preocupados que estábamos por ti? Estaba a punto de llamar de nuevo a la policía.”
“¡Lo siento!" ella gritó. “¡Yo no hice nada!"
Estaba temblando por dentro y estaba a punto de enfurecerse, no podía soportarlo ni un segundo más. Se dio vuelta y salió de la habitación mientras rompía a llorar. Subió corriendo las escaleras.
Ya había soportado lo suficiente con sus padres. Era demasiado. Ahora, ni siquiera su papá la entendía. Y él siempre, en toda su vida, había estado de su lado, en todo.
“¡Scarlet, vuelve aquí!", él gritó.
"¡NO!", ella le gritó de nuevo, su cara empapada por sus lágrimas.
Escucho los pasos de su papá siguiéndola por las escaleras, y se apuró. Corrió por el pasillo a su habitación y cerró la puerta detrás de ella.
Un momento después, su padre golpeaba la puerta con el puño.
"Scarlet. Abre la puerta. Lo siento. Quiero hablar contigo. Por Favor. Lo siento.”
Pero Scarlet apagó las luces y se metió en la cama, acurrucándose. Se quedó allí sentada, llorando y llorando.
"¡Vete!" gritó.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, oyó los pasos de su padre alejarse.
Era demasiado temprano para dormirse, y Scarlet se sentía demasiado aturdida para hacer alguna otra cosa. Después de un largo rato, tomó el teléfono. Había muchos mensajes -su página de Facebook volaba con nuevos mensajes y publicaciones. La hacían sentir peor, y lo apagó.
Después de un largo rato, se acostó de lado y se puso a mirar por la ventana a los árboles, a todos los diferentes colores que brillaban con las últimas luces del día. Varias hojas caían de los árboles dando vueltas hacia el suelo.
La abrumaba la tristeza. Blake no quería estar con ella; Vivian había puesto a toda la escuela en su contra; sus amigas no la entendían; sus padres no confiaban en ella; y no sabía lo que le estaba pasando a su cuerpo. Y, sobre todo, había perdido su oportunidad de hablar con Sage. Todo le había salido muy mal. Y no podía dejar de recordar ese momento con Blake, junto al río. No podía dejar de pensar en lo que le estaba sucediendo. ¿Quién era ella en realidad?
Agarró su diario y su pluma favorita, se inclinó y comenzó a escribir.
No entiendo lo que está pasando en mi vida. Todo es surrealista. Acabo de conocer al chico más increíble Sage. No quiero admitirlo, porque a María le gusta, pero no puedo dejar de pensar en él. Siento que lo conozco de alguna manera. Apenas hablamos, sin embargo, sentí una gran conexión con él. Aún más que con Blake.
Pero se fue muy rápido, y estúpidamente lo rechacé. Ojalá no lo hubiera hecho. Hay tantas preguntas que me muero por preguntarle. Como por ejemplo quién es. Qué está haciendo aquí. Y por qué estaba frente a mi casa. Dijo que estaba caminando por aquí, pero no lo creo. Creo que me estaba buscando.
Ya no sé quiénes son mis padres. Todos los días, todo está cambiando muchísimo. Tampoco sé quién soy. Es como si todo el mundo que conocí una vez, el mundo que me era tan familiar y seguro se ha ido, hubiera sido reemplazado por otro. Y siento que mañana, todo va cambiar de nuevo.
Le temo a mañana. ¿Será que todo el mundo me odia? ¿Blake va a ignorarme? ¿Veré a Sage?
No puedo ni imaginar lo que pasará mañana.
Scarlet abrió los ojos, la había despertado un timbre. Se sorprendió al darse cuenta de que ya era tarde por la mañana, el sol inundaba su dormitorio. Se había quedado dormida con la ropa puesta sobre las cubiertas. Agarró su reloj y lo dio vuelta hacia ella: 08:30. Su corazón se agitó con pánico. Estaba llegando tarde a la escuela.
El timbre sonó de nuevo, y Scarlet se levantó de un salto. Dada la hora que era, supuso que sus padres ya habían salido a trabajar, así que tenía que abrir la puerta. ¿Quién podría ser tan temprano en la mañana?
Tuvo la tentación de ignorarlo, y simplemente darse prisa y prepararse para la escuela, pero el timbre volvió a sonar.
Ruth ladró y ladró y finalmente, Scarlet la dejó salir y la siguió por las escaleras, por la sala de estar hacia la puerta.
Ruth se paró frente a la puerta ladrando como una loca.
“¡Ruth!"
Finalmente Ruth se calmó mientras Scarlet se acercaba a la puerta. Lentamente, la abrió.
Su corazón se detuvo.
Allí, mirándola, estaba Sage. Sostenía una rosa negra con las dos manos.
“Discúlpame por pasar de esta manera", dijo. "Pero sabía que estarías en tu casa."
"¿Cómo?", ella le preguntó, estaba totalmente confundida.
Él le devolvió la mirada.
"¿Puedo entrar?", le preguntó.
"Um …" comenzó Scarlet.
Una parte de ella quería desesperadamente invitarlo a pasar, pero otra parte estaba asustada. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Por qué le llevaba una rosa negra?
Pero, de nuevo, no podía echarlo.
"Claro", dijo. "Pasa."
Sage sonrió con gusto mientras cruzaba el umbral.
Pero para el asombro de Scarlet, de repente Sage se hundió en el piso. Se hundía más y más, como si fueran arenas movedizas, y levantaba una mano, llamándola.
“¡Scarlet!" Chilló. “¡Ayúdame!"
Scarlet se agachó y agarró su mano, tratando de jalar su mano. Pero ella también se fue por el agujero, con la cara hacia adelante. Ella gritó a más no poder, mientras volaba a toda velocidad hacia las entrañas de la tierra.
Scarlet se despertó gritando. Miró alrededor de su habitación, su corazón latía con fuerza. Los primeros rayos del día entraban por su ventana. Miró a su reloj. 06:15.
Se había quedado dormida con la ropa puesta. Respiró con fuerza cuando se dio cuenta que todo había sido sólo un sueño.
El corazón le latía con fuerza. Lo había sentido muy real.
Se levantó, se dirigió a su cuarto de baño y se echó agua fría en la cara varias veces, tratando de despertarse. Sin embargo, cuando se miró en el espejo, sus temores se agravaron: su reflejo. Era diferente. Ella estaba allí, pero su reflejo era translúcido, como si fuera un fantasma. Como si se estuviera desvaneciendo. Al principio pensó que la luz le estaba jugando una mala pasada. Pero al encender la luz, el reflejo seguía igual.
Estaba tan asustada que tenía ganas de llorar. No sabía qué hacer. Necesitaba alg que la conectara a tierra. Alguien con quien hablar. Alguien que le dijera que no estaba mal. Que no se estaba volviendo loca. Que no estaba cambiando. Que era la misma Scarlet de siempre.
Por alguna razón, Scarlet pensó en lo que le había sugerido su mamá, el sacerdote. Ahora, sentía que lo necesitaba. Tal vez podría ayudarla a sentirse mejor.
Salió al pasillo y vio a su madre