"¿Qué estás haciendo aquí?", ella le preguntó, luego le pareció que había sonado demasiado dura. "No quiero ser grosera ni nada por el estilo. Pero quiero decir, ¿qué estás haciendo frente a mi casa? "
Él se vio momentáneamente aturdido.
"Sí", dijo. “Una extraña coincidencia, ¿no? Vengo del Centro, y pensé en explorar un poco. Soy nuevo aquí y quería ver a dónde llevan estos caminos. No tenía idea de que me conducirían a ti.”
Scarlet se sintió mejor. Al menos no estaba acechando su casa o algo así.
"Bueno, no hay mucho que ver. Esta ciudad tiene sólo unas pocas cuadras en cada dirección. Unas cuadras más hacia allá, y es todo.”
Él sonrió. "Sí. Me estaba dando cuenta.”
De repente, Ruth corrió hacia él, dio un salto y le lamió la mano.
“No le saltes," Scarlet la regañó.
"Está bien", él dijo.
Él se arrodilló y acarició suavemente a Ruth, paso su mano por su melena y la rascó detrás de las orejas. Ruth se inclinó y le pasó la lengua en la mejilla. Empezó a chillar y Scarlet se dio cuenta que él le gustaba. Eso la sorprendió. Ruth siempre la estaba protegiendo, y nunca antes la había visto acercarse así a un extraño.
"¡Qué hermosa eres! ¿No es cierto, Ruth? ", él dijo.
Ruth se inclinó y lo lamió de nuevo, y él le dio un beso en la nariz.
Scarlet se quedó helada.
"¿Cómo sabías que su nombre era Ruth?"
De repente, él se puso de pie, lo habían tomado por sorpresa.
"Um … lo leí. En su collar.”
"Pero, la etiqueta está borrada", dijo. "Digo, yo apenas puedo leerla."
Él se encogió de hombros y sonrió.
"Siempre me dicen que tengo muy buena vista," dijo.
Pero Scarlet no estaba convencida. La etiqueta estaba tan borrada que apenas podía leerse, y no lograba entender cómo había podido leerla. Eso la asustó. ¿Cómo sabía su nombre?
Sin embargo, se sentía cómoda de estar cerca de él. Y considerando cómo se sentía, le gustaba estar acompañada. No quería que se fuera. Pero al mismo tiempo, pensó en María, y cómo se enojaría si llegaba a pasar por ahí y la veía junto a él. Se pondría muy celosa. Probablemente la odiaría toda la vida.
“Eres todo un misterio aquí", dijo Scarlet. "El chico nuevo. Nadie sabe mucho sobre ti. Pero la gente se muere por saber más de ti.”
“¿Ah, sí?”, él se encogió de hombros.
Scarlet esperó que hablara, pero él no dijo nada más.
"Entonces … cómo … ¿cuál es tu historia?", ella le preguntó.
"Creo que todo el mundo tiene una, ¿no?", él preguntó.
Se volvió y miró al horizonte, como si estuviera decidiendo qué decirle.
"Supongo que la mía es aburrida", él siguió. "Mi familia … se mudó recientemente. Aquí estoy, terminando mi último año.”
"He oído que tienes … ¿una hermana?"
Una sonrisa se formó en la comisura de su boca.
“Las noticias corren rápido, ¿no?", preguntó con una sonrisa.
Scarlet se sonrojó. "Lo siento," dijo
"Sí, tengo una," él contestó, pero no agregó nada más.
"Lo siento, no fue mi intención entrometerme," ella dijo.
Él la miró, y cuando se miraron fijamente a los ojos y, por un momento, ella sintió que su mundo comenzaba a derretirse. Por primera vez en el día, todas sus preocupaciones se alejaron de de su mente. Sintió que soñaba.
Quería dejar de mirar para poner sus sentimientos bajo control, quería pensar en María y obligarse a sacar a Sage de su mente. Pero no podía. Estaba como congelada.
"Me halaga que lo hicieras”, él dijo.
Él la siguió mirando, después de un rato, añadió, "¿Quieres dar un paseo conmigo?"
Su corazón empezó a latir con fuerza. Sí quería salir a caminar con él. Lo quería más que cualquier otra cosa en el mundo. Pero, una parte de ella estaba asustada. Aún estaba conmocionada por lo que le había pasado con Blake. Todavía no confiaba en sí misma, en sus sentimientos, su cuerpo, cómo podría reaccionar. Y tenía miedo de traicionar a su mejor amiga, aun cuando María no enía ningún derecho sobre Sage. Por encima de todo, no confiaba en sí misma. Lo que había sucedido entre ella y Blake, ese impulso para alimentarse, aún podría permanecer en ella. Por mucho que quisiera saber más, sintió la necesidad de protegerlo.
"Lo siento," dijo ella. "No puedo."
Ella vio la decepción en sus ojos mientras él asentía. "Entiendo."
De pronto, Scarlet oyó el estruendo de puertas en su casa, y el sonido sordo de voces elevándose. Eran sus padres, estaban discutiendo. Podía oírlos desde allí. Otra puerta se cerró, y ella se volvió y miró a la casa con preocupación.
"Lo siento, pero tengo que regresar adentro-", dijo, mientras se volvía para decirle adiós.
Pero cuando se volvió, estaba totalmente confundida. Sage ya no estaba allí. En ninguna parte.
Miró a ambos lados, se volvió hacia un lado y otro de la cuadra, pero no vio nada. Era algo incomprensible. Como si hubiera desaparecido.
Se preguntó cómo pudo haberse ido tan rápidamente. Era algo imposible.
Se preguntó hacia dónde habría ido, y si podría alcanzarlo. Porque ahora sentía la imperiosa necesidad de estar con él, de hablar con él. Se dio cuenta que había cometido el error más estúpido de su vida al decir que no. Ahora que él se había ido, cada parte de ella lo añoraba. Había sido una tonta. Se odiaba a sí misma.
¿Había perdido su oportunidad para siempre?
CAPÍTULO CUATRO
Aún sacudida por su encuentro con Sage, Scarlet entró a su casa perdida en su propio mundo.
Al escuchar de cerca a sus padres discutir, intempestivamente salió de su ensimismamiento. No lo podía creer. En toda su vida, nunca los había visto discutir y ahora era lo único que hacían; sintió una punzada de culpa, preguntándose si era por ella. No podía evitar sentir la sensación de que algo malo había comenzado en su vida, algo que no la dejaría, e iría en aumento día con día. Y no podía dejar de sentir que todo era su culpa.
“Estás llevando todo esto demasiado lejos," Caleb le gritó a Caitlin detrás de la puerta cerrada. "En serio. ¿Qué te pasa? "
"¿Qué te pasa a ti?" Caitlin replicó. "Siempre estuviste de mi lado, siempre me apoyabas en todo. Ahora, es como si estuvieras en la más completa negación.”
“¿Negación?", él espetó.
Scarlet no podía soportarlo más. Como si su día no hubiera sido lo suficientemente malo, tener que escuchar esto la ponía con los pelos de punta. Sólo quería que dejaran de discutir. Que su vida volviera a la normalidad.
Dio unos pasos y abrió la puerta de la sala de comedor, esperando que su presencia los detuviera.
Ambos se detuvieron a la mitad de la discusión, se dieron vuelta y la miraron, como si fueran ciervos sorprendidos por los faros de un auto.
"¿Dónde estabas?" su papá le preguntó.
Scarlet se sorprendió: nunca antes su padre le había gritado, y nunca había utilizado ese tono. Su rostro todavía estaba rojo de discutir, y apenas podía reconocerlo.
“¿Qué