Shinbe jadeó cuando empezó a resplandecer brillantemente con fuerza antes de que su piel la absorbiera. Miró hacia abajo y vio el breve contorno de la pluma justo debajo del cuello de su túnica.
â Eso ayudará cuando llegue el momento â. Dijo Kamui con una sonrisa y le dio a Shinbe un fuerte y comprensivo abrazo. No perderÃa a Shinbe por mucho tiempo, sin importar qué.
â Nos veremos de nuevo mi amigo â, susurró Shinbe antes de alejarse del abrazo de Kamui. Ãl le asintió a Kotaro con la cabeza sabiendo que el Lycan cuidarÃa de Kamui por todos ellos. Shinbe miró atrás a la tumba, luego apartó sus ojos dejando que su flequillo cayera para esconder la tristeza. â Que asà sea â. Susurró de nuevo mientras desaparecÃa dentro de la obscuridad envolvente.
â Niño ¿estás listo? â preguntó Kotaro en voz baja mientras mantenÃa su espalda hacia la tumba. Supo que no podÃa quedarse. Shinbe tenÃa razón⦠mientras más lejos estuvieran, mejor protegido quedarÃa el hechizo.
Kamui querÃa refunfuñar ante el sobrenombre que Kotaro le acababa de dar, pero no tenÃa el corazón. Su corazón estaba enterrado en la tierra a sus pies y, si le tomara hasta el final de los tiempos, verÃa a Hyakuhei pagar por sus crÃmenes.
â SÃ, dijo Kamui, pasando el brazo por sus ojos â. Estoy listo.
Kotaro puso un brazo alrededor de sus hombros y lo guio. El Lycan descubrió que no podÃa derramar otra lágrima por la mujer que habÃa amado con todo su ser. Su alma se sentÃa como si alguien la hubiese tirado de su cuerpo, rasgado en trizas y solo le hubiese devuelto la mitad de ella.
Si el hechizo que habÃan hecho Kamui y Shinbe habÃa conseguido funcionar, verÃa a su amada Kyoko de nuevo. Ãl no podÃa evitar sonreÃr por todas las travesuras que él y la reencarnación de Toya harÃan para ganarse el afecto de Kyoko. Ãl pelearÃa por ella felizmente de nuevo si tan solo Toya volviera. Después de todo, los amaba a los dos.
Peleó contra la urgencia de mirar nuevamente hacia la tumba. â Cien años es un largo tiempo para esperar, pero estaré ahà para ti⦠Kyoko.
*****
Más de cien años en el futuro⦠hoy en dÃa.
Una figura solitaria se alzaba en el techo del edificio más alto, mirando desde arriba la ciudad llena de gente. Sus rasgos nunca traicionaron el recuerdo en su corazón destrozado de su único hermano yaciendo solo y sin vida en el frÃo y duro suelo siglos atrás. Su corazón que una vez latÃa cálido, estaba preso en las garras del sádico monstruo que los habÃa creado a ambos.
Ãl habÃa hecho todo lo que estaba en su poder para separarse de la maldad que lo habÃa rodeado silenciosamente. Asà como los humanos de este mundo, él solo se alimentaba de los animales que la naturaleza proveÃa. Aunque la obscuridad es lo único que tenÃa permitido, pues es asà la maldición de un vampiro, él nunca se convertirÃa en el demonio que su tÃo habÃa planeado.
En varios de los últimos años algo dentro de él se movÃa⦠una nostalgia que no podÃa entender y no habÃa sentido en más de cien largos años.
En la mente de Kyou se repitieron los recuerdos nunca olvidados acerca de un hombre joven que una vez fue inocente y que habÃa llenado su vida de felicidad, incluso en un mundo de obscuridad. Toya⦠habÃa estado tan lleno de vida⦠con sonrientes ojos dorados y la ignorancia de un niño. Una vez más trajo una punzada de culpa a su corazón por no haber sido capaz de proteger a su hermano pequeño.
Los ojos dorados como el sol que se habÃan endurecido por los cientos de años de soledad, sangraron de rojo al recuerdo de una promesa que aún tenÃa que cumplir. Con cada década que pasaba, Kyou se habÃa hecho mucho más fuerte. Muchas veces se habÃa acercado, pero el objeto de su odio e ira lo eludÃa en cada oportunidad.
No descansarÃa hasta que la vil creatura que habÃa buscado se retorciera en agonÃa a sus pies y su alma fuera lanzada al infierno a donde pertenece.
La mirada de Kyou fue atraÃda hacia el único lugar sereno de toda la ciudad: el parque silencioso en el centro. â Lugares asà no deberÃan estar cerca de tanta maldad â, murmuró hacia la noche. Dando un salto del edificio, Kyou continuó su búsqueda como habÃa hecho por tantos siglos. Hyakuhei pagarÃa con su propia vida el haber tomado al único que siempre le importó o que siempre le importarÃa. Su hermano se habÃa perdido para siempre y nunca más volverÃa.
â Toya⦠â susurró Kyou desapareciendo en la noche, dejando detrás la imagen de un ángel vengadorâ¦
*****
El parque estaba siempre tranquilo a esta hora del dÃa. Aún era la tarde y el sol estaba alto en el cielo. Kotaro paseaba lentamente por las calles cercanas al centro donde se encontraba un enorme bloque de mármol. No tenÃa idea de dónde venÃa⦠habÃa estado ahà por más tiempo de lo que podÃa recordar, era incluso más viejo que la ciudad en sÃ. Todo lo que sabÃa con seguridad era que sentÃa una abrumadora sensación de paz cuando estaba cerca.
â ¿Quién pensarÃa que esa roca cuadrada traerÃa pensamientos tranquilos? â murmuró Kotaro para sÃ.
Tomando otro camino entre los árboles, se dirigió hacia la piedra para poder observarla. Incluso si habÃa sido completamente feliz ese dÃa, el solo asegurarse de que seguÃa ahà lo hacÃa sentir mejor.
Kotaro se detuvo en su rastro cuando entró al centro donde estaba y frunció el ceño al individuo sentado en posición de indio encima de la roca con los codos en sus rodillas y su barbilla apoyada en sus manos. El cabello corto y morado oscilaba en la suave brisa haciendo que el hombre joven pareciera infantil.
â ¿Qué demonios estás haciendo aquÃ? â exigió Kotaro.
Kamui sonrió sin mirarlo. En su lugar, él asintió en la dirección de la universidad en la distancia. â Esperando a que empiecen las clases.
Kotaro agitó su cabeza y continuó antes de detenerse de nuevo y voltear para encarar a Kamui. â ¿De qué estás hablando? Tú ni siquiera vas a esta escuela.
Kamui guiñó el ojo antes de desvanecerse de la existencia en una ráfaga de brillante polvo de arcoÃris. â Lo sé.
Kotaro miró con furia el polvo revuelto alrededor antes de que desapareciera completamente. â A veces ese chico es un completo enigma â, informó al ahora espacio vacÃo, y luego sus ojos se movieron hacia abajo como acariciando la piedra. Escuchó el sonido de pies corriendo que golpeaban el pavimento, pero no se dio realmente cuenta hasta que alguien le tocó el hombro. Literalmente saltó y giró para ver a Hoto y Toki inclinados con sus manos descansando en sus rodillas tratando de recobrar el aliento.
â ¿Qué los ha hecho perder el aire? â preguntó Kotaro con una sonrisa de suficiencia mientras recobraba la compostura.
Hoto ondeó un pedazo de papel en frente de él. â Para ti⦠de la policÃa⦠importante.
Kotaro tomó el papel, â ¿de la policÃa, eh? Debe ser realmente importante para hacerlos correr tal maratón.
Toki asintió antes de caer sobre su costado para descansar. Hoto simplemente se hundió hasta las rodillas y descansó su cabeza en la grama.
â Ustedes dos son los más grandes flojos que he visto â, se quejó Kotaro de buena manera.
â