El hombre malvado esquivó con habilidad el ataque y en una imagen borrosa y negra, dejó a Kyou sujeto contra el suelo. Con una calma que no se reflejaba en las profundidades de sus ojos color rubÃ, Hyakuhei se inclinó cerca de él, centró su mirada en el rostro que tanto le encantaba⦠la cara de su propio hermano.
â Hice lo que era necesario para nosotros. Toya no querÃa que tuvieras mi regalo y buscaba alejarlo de ti. Entenderás con el tiempo â. Murmuró con sus suaves labios que cepillaban brevemente los gruñidos mientras decÃa esas palabras.
Con una fuerza que no sabÃa que poseÃa, Kyou lanzó violentamente al ofensivo hombre a seis metros de distancia de su cuerpo tembloroso. Deslizó su antebrazo por su boca asqueado, gruñendo peligrosamente.
â Bien, bien, pequeño, cálmate â. Hyakuhei lo arrulló mientras se levantaba y se limpiaba el polvo. Sus ojos brillaban con una promesa, mientras su cuerpo temblaba ligeramente y se desvanecÃa en la noche. â Estaré esperando⦠esperando por ti⦠mi mascota.
El mundo de Kyou se hizo añicos a su alrededor al mirar hacia abajo al cuerpo sin vida de su hermano. â Vengaré la muerte de mi hermano y pasaré el resto de la eternidad persiguiéndote si lo tengo que hacer. Cuando te encuentre, pagarás por esto, Hyakuhei.
Temblando, se arrodilló lentamente y con gentileza levantó el cuerpo de Toya hacia su pecho, acunando su cabeza con delicadeza. El cabello de su pequeño hermano habÃa caÃdo de su rostro haciendo que la visión de Kyou se empañara mientras trataba de evitar que se desbordaran sus lágrimas, sin éxito. ParecÃa que Toya solo estaba dormido, en paz por primera vez en mucho tiempo.
Miró sus lágrimas caer a la mejilla de Toya y Kyou sintió su corazón romperse. Abrazando con fuerza a su amado hermano contra sÃ, Kyou suspiró con voz temblorosa: â Toya, por favor, perdóname por no llegar aquà a tiempo â. Su respiración temblaba dentro de él al tiempo que cerraba sus ojos fuertemente con dolor. â SabÃa que me necesitabas⦠debà haberte salvado.
La mente de Kyou regresó al dÃa en que Hyakuhei lo convirtió en lo que era ahora, al dÃa siguiente de la muerte de su padre. Kyou sabÃa que Hyakuhei solo lo querÃa a él, y Toya solo era un niño pequeño. Asà que para proteger a Toya, Kyou se fue con su tÃo aunque su hermano pequeño le llorara para que no se fuera.
Aún podÃa recordar el recelo en los dorados ojos de Toya mientras fulminaba con la mirada a Hyakuhei por atreverse a alejar de él a su hermano mayor. El recuerdo de esa mirada acechante fue la que habÃa ayudado a Kyou a alejarse de su hermano durante varios años para protegerlo.
Cuando Toya creció, Kyou se encontró anhelando verlo, visitándolo en secreto y observándolo desde la distancia, viendo cómo su hermano vivÃa la vida que él no podÃa. Ver a Toya desde las sombras habÃa sido la única felicidad durante esos dÃas oscuros. A menudo entraba a hurtadillas en la habitación de Toya para verlo dormir.
Se habÃa enterado de que Hyakuhei lo seguÃa y lo observaba observar a Toya: él nunca hubiese puesto a Toya en un peligro como ese. Su tÃo habÃa convertido a Toya porque pensó que era lo que Kyou habÃa querido. Era culpa suya que Toya hubiera muerto la primera vez.
Toya habÃa peleado contra su tÃo durante la conversión y después. Mientras sus discusiones se volvÃan más violentas, Kyou trató de mantener la atención de Hyakuhei alejada de su hermano. Entonces Toya habÃa comenzado a hablar sobre una cura para los vampiros⦠el Corazón de Cristal del Guardián. HabÃa jurado que lo encontrarÃa y curarlos a ambos.
Toya habÃa conseguido su cura en la muerte.
Haciendo lo mejor que podÃa para evitar mirar a la cavidad vacÃa donde una vez estuvo el corazón de su hermano, Kyou se levantó llevando el cuerpo de Toya lejos de la escena para darle un entierro apropiado.
Ya no podÃa sentir la presencia de Hyakuhei, pero sabÃa que estaba cerca, observándolo de alguna forma, siempre observándolo. Kyou entendió ahora que tendrÃa que irse, esconderse hasta que fuera lo suficientemente fuerte para derrotar la maldad que le habÃa arrebatado la única cosa que le era preciada: su hermano pequeño. Se deslizó más allá de la obscuridad dejando aquel claro en un silencio total.
Kamui respiró un suave suspiro de alivio cuando los hermanos se fueron y bajó su barrera de invisibilidad de alrededor de la forma magullada de Kotaro. Mirando abajo al Lycan, Kamui supo que tomarÃa un tiempo para que las heridas de Kotaro sanaran, no solo las heridas en su cuerpo, sino también las heridas que ahora yacÃan muy dentro incrustadas en su corazón.
â Vamos â. Susurró Kamui, halando uno de los brazos de Kotaro por encima de sus hombros y ayudándole a levantarse. â Hyakuhei no ha ido muy lejos y necesito sacarte del campo abierto â. Sus ojos brillaron del color del polvo de arcoÃris mientras trataba de retener sus propias lágrimas. Fue en vano porque pudo sentirlas calientes corriendo por sus mejillas.
Tanto se habÃa perdido en el periodo de un par de fatales horas, él sabÃa ahora que realmente era más oscuro que lo oscuro. No perderÃa a Kotaro también.
â No lo odiaba tanto â. Susurró Kotaro, mirando tristemente hacia el lugar donde el cuerpo de Toya estuvo tumbado momentos atrás. Ambos habÃan amado a Kyoko y ella les habÃa tenido afecto a ambos de vuelta, nunca escogió a uno por encima del otro cuando peleaban, hasta esta noche. Los destinos solo le habÃan dado unas pocas horas, y al menos Toya no tenÃa conocimiento de ello.
Su mano se curvó en un puño y lo tensó. Toya se hubiese enojado, pero estarÃa vivo. â PreferirÃa enfrentar su ira⦠esto no⦠esto no â. Su voz flaqueó.
Los dos habÃan tratado de protegerla, pero ahora Toya⦠los ojos azul hielo de Kotaro nadaron con lágrimas sin derramar. â Nunca lo odié.
â Ãl sabÃa que no â. Le dijo Kamui llevando a Kotaro en la dirección del único lugar seguro que conocÃa: al hechicero, la casa de Shinbe. Necesitaba decirle a su amigo acerca del destino de Toya⦠y el de Kyoko. Shinbe sabrÃa qué hacer, de alguna forma, siempre lo sabÃa.
â Mataré al bastardo de Hyakuhei â. Gruñó Kotaro tirando de Kamui en contra de su represión, y su naturaleza de Lycan salÃa a la superficie. â La mató, y mató a Toya por ella. Cuando lo encuentre deseará haber nacido humano.
Como si el aire hubiese sido sacado de golpe de dentro de él, el cuerpo de Kotaro se estremeció. SabÃa que Toya era mucho más fuerte de lo que habÃa reconocido, pero sin Kyoko para proteger, Toya perdió su voluntad de pelear. Hyakuhei supo eso antes de que la pelea comenzara.
La pena de Toya lo habÃa exaltado, lo habÃa vuelto impaciente. â Si tan solo hubiese esperado unos momentos más, Kyou pudo haberlo salvado â. La tristeza colgaba de cada sÃlaba mientras Kotaro limpiaba con rabia las lágrimas que silenciosamente dejaban rastro en sus mejillas.
â QuerÃa salvarlos a ambos⦠Kyoko â. El dolor de su cuerpo debilitado era demasiado mientras cerraba sus brillantes ojos azul hielo y se rindió a la nada que calmarÃa el dolor por un corto tiempo.
Kamui asintió levantando el cuerpo blando de Kotaro y lo cargó. â Has hecho suficiente. Descansa por ahora â. Susurró. â Es mi turno de hacer de salvador.
CapÃtulo 2
A la hora antes del amanecer, Kamui merodeó