ParecÃa que todo lo que hacÃa últimamente le hacÃa pensar en... mantenerla. Toya se preguntó en silencio si una vez que esto hubiera terminado, si volviera a su mundo y se olvidarÃa de él. A veces se encontraba deseando que esta guerra nunca terminara y esa es otra razón por la que habÃa aceptado permitir este descanso. Sus ojos dorados se suavizaron con un anhelo oculto mientras se levantaba y su largo y sedoso pelo castaño empezó a soplar en la brisa.
Kyoko nunca habÃa sido buena en permanecer sentada durante demasiado tiempo y sus nervios ya empezaban a deshacerse del aburrimiento. Necesitaba algo para apartar su mente del desorden que habÃa hecho en este mundo, se puso de pie y se dirigió hacia un sendero cercano.
"Toya, voy a dar un paseo, ¿de acuerdo?" Kyoko la llamó por encima del hombro mientras ella se alejaba... a donde, ella no lo sabÃa. Ella se mordió el labio inferior cuando no oyó que la seguÃa. Bien... ella no querÃa que fuera a caminar con ella de todos modos. Ella arqueó una ceja ante la mentira silenciosa. HabÃan estado caminando durante dÃas, asà que por qué en el mundo lo hacÃa cuando ella no tenÃa demasiado. No es de extrañar que no se hubiera ofrecido a acompañarla.
Ella se detuvo, enfurruñada. Toya habÃa estado actuando tan extraño últimamente. Ella estaba recibiendo los latigazos de los cambios bruscos en su personalidad y estaba cansada de obsesionarse. Kyoko decidió seguir adelante hasta que estuviera tan cansada que sólo dormirÃa durante los próximos dos dÃas.
Toya se puso de pie, sin querer nada más que seguirla. Se apartó del árbol y dio un paso para hacerlo, que se detuvo a mitad de camino. Se apoyó contra el árbol en un arrebato. "Oh no, me quedo aquÃ... donde es seguro." Respiró a través de los dientes cerrados forzándose a no seguirla como un acosador.
Era todo lo que podÃa hacer hoy para mantener su distancia de todos modos. No percibió ningún demonio cerca y pensó que estarÃa a salvo por un tiempo. El guardia plateado inhaló profundamente mientras se deslizaba por el árbol y se posaba contra ella. El olor de Kyoko todavÃa estaba en el claro y lo estaba volviendo loco.
SucedÃa cada vez que pasaba mucho tiempo a solas con ella. ComenzarÃa a actuar de manera extraña y se pondrÃa furiosa, que él dirÃa algo estúpido y lo empeorarÃa. Si estuviera seguro de que ella no lo rechazarÃa, entonces él se acercarÃa a ella como él habÃa querido hacer desde el primer momento que la habÃa visto. Toya miró fijamente sus manos preguntándose por qué cada vez que lo intentaba, algo pasaba y lo arruinaba.
Kyoko caminó por un buen rato pensando meterse con pensamientos acerca de la población masculina en este mundo y en su propio mundo. Los sonidos de las salpicaduras del agua en cascada trajeron su atención hacia su entorno. Mirando alrededor, vio un charco de agua cristalina con una pequeña cascada que constantemente lo alimenta.
"Es increÃble cómo en una tierra de monstruos, algunas cosas pueden ser tan hermosas." Susurró asombrada. Sus ojos de esmeralda se iluminaron mientras tomaba todo. Sin sentir nada en el agua que pudiera lastimarla o querer pelear, Kyoko comenzó a desnudarse, sabiendo que estaban muy lejos de cualquier tipo de aldea.
Ella no podÃa creer la suerte de toparse con todo esto por sà misma y no iba a dejar pasar la oportunidad por alto. Pegó los dedos de los pies en primer lugar para probar el agua, casi se derretÃa encontrándose naturalmente climatizada.
Kyoko se metió en el agua y salpicó sobre sà misma, amando la sensación de limpieza de la misma. HabÃa sido tan mimada en su propio mundo, dando por sentado que podÃa tomar una ducha caliente siempre que quisiera. Este mundo era completamente otro asunto. Acercándose a la cascada, dejó que se mojara su cabello y se sintió más tranquila que en mucho tiempo.
A ella le encantaba tener algo por lo que pensar, además de Toya por un tiempo. Ella estaba cansada de estar temerosa debido a él y sus cambios de humor. Ãltimamente, todo lo que tenÃa que hacer era mirarla y se ruborizarÃa. Eso la enfureció. Se trataba de encontrar el talismán y matar demonios.
Cuando Toya se enfrentaba a los demonios, a veces podÃa ser más aterrador que el mal contra el que estaba luchando. La verdad era que la mayorÃa de la gente pensaba que Toya odiaba a todos... era sólo su personalidad. Ella se estaba recordando constantemente que estaba lejos de ser humano y no vivÃa según sus reglas... ninguno de los guardianes lo hizo.
Sin embargo, a veces podÃa echar un vistazo al hombre detrás del guardián. Fue en esos raros momentos que pareció diferente... más suave. HacÃa accidentalmente algo que demostraba que él la cuidaba más de lo que dejaba pasar. Era el único de los cinco guardianes que podÃa cruzar el Corazón del Tiempo en su mundo y se preguntó por qué. ¿Significaba algo? ¿Estaban unidos secretamente más que ella y los otros guardianes?
Kyoko se bufó a sà misma en la decepción porque todavÃa estaba pensando en Toya después de decidir no hacerlo. Se lavó la piel y el cabello hasta que brilló y luego se recostó sobre la superficie del agua. Ella no estaba lista para abandonar un lugar tan encantador todavÃa. No sabÃa si volverÃa a verlo.
Aclaró su mente mientras escuchaba el agua chapoteando a sus oÃdos.
Cerrando los ojos, Kyoko se relajó y dejó que el agua la acunara.
*****
Kyou habÃa estado siguiendo a sus hermanos desde lejos... a menudo librando el área que los rodeaba de los demonios que acechaban a cada movimiento de la chica. HabÃa llegado a la conclusión de que sus hermanos estaban cada vez más perezosos o que el enemigo se hacÃa más fuerte. Los demonios que los cazaban ganaban fuerza.
PodÃa percibir una separación dentro del grupo y rugió con desaprobación. Inhaló profundamente y siguió el olor que le llamaba. Momentos más tarde alcanzó su objetivo. Kyou bajó la mirada hacia las aguas cristalinas mientras se movÃa en lo alto del aire, volviendo su rostro angelical hacia la chica que yacÃa sobre la brillante superficie del agua.
Ninguna emoción apareció en su expresión mientras dejaba que su mirada acariciara su cuerpo. Su pelo plateado flotaba en el ligero viento, como filamentos brillantes colgaban por su espalda hasta sus muslos. PodÃa oler su dulce aroma de la altura en que estaba, donde habÃa llegado a una parada muerta.
Kyou era adicto a su olor, a esta chica a la que estaban destinados a proteger. Sus orbes de oro la observaban mientras ella se posaba sobre el agua como una diosa de agua desnuda que le hacÃa señas. Ella fue la que habÃa traÃdo el Cristal del Corazón Guardián de vuelta a sus tierras, causando nada más que agitación y peligro. El rompimiento del cristal habÃa decidido su destino rápidamente. Ahora pertenecÃa a los guardianes, aunque dudaba que se diera cuenta de ello.
Sus labios se separaron mientras miraba a la chica que habÃa tratado de matar al principio, pero nunca pudo hacerlo. En realidad, si realmente la hubiese querido muerta... estarÃa muerta. En cambio, la protegió de lejos mientras sus hermanos se mantenÃan cerca de ella. Tal inocencia no debe dejarse sola sin protección. Su mirada se estrechó ante la incompetencia de su hermano. Tal vez deberÃa ser él quien la proteja tan de cerca.
Kyou sonrió, algo que casi nunca hizo. Le gustaba el juego del gato y el ratón, y la sacerdotisa necesitaba que le enseñaran una lección sobre ser atrapado solo en una tierra tan peligrosa.
Ãl se deslizó