Incluso después de que su hermano menor Tama le hubiera contado mucho de lo que sabÃa; ella sólo habÃa sacudido la cabeza y bajado la mirada. Ella sólo recordaba haber estado sola en el otro mundo, un mundo lleno de monstruos.
El abuelo afinó sus labios mientras reflexionaba. Ãl sabÃa que las cosas estaban bien, porque Kyoko dijo que recordaba algo acerca de que el Guardián del Corazón de Cristal entró a su cuerpo de nuevo, y luego todo terminó. Después de un par de semanas, ella se habÃa metido de lleno en sus tareas escolares y estaba obteniendo excelentes calificaciones y ahora todo eso habÃa valido la pena. El abuelo oyó que se abrÃa la puerta principal y sonrió aún más.
Besando la carta como si fuera un amuleto de la buena suerte, él vio como su nieta entraba en la cocina. A Kyoko le iba a encantar esto.
Tres semanas después...
Los ojos dorados miraban como la chica del pasado se acercaba a la academia. Ãl la habÃa encontrado y de alguna forma harÃa lo correcto esta vez. Ãl sintió que su escudo humano se resbaló por un momento mientras sus ojos ardÃan como oro lÃquido, al recordar todo lo que habÃa pasado ese fatÃdico dÃa en medio del campo de batalla.
Los rayos del sol de la mañana que entraban por la ventana albergaban una extraña sombra detrás de él como una imagen de alas. Ãl alzó sus garras y estrechó los ojos, mirando como las garras regresaban a su manto humano.
Mirando con sus ojos hechizados a la sacerdotisa, él calmó sus poderes internos. Ya era hora, y con la pureza de Kyoko, él también sintió el despertar de la maldad a su alrededor. La inconclusa batalla comenzarÃa pronto. Esta vez él no cometerÃa los mismos errores.
Kyoko miró hacia el gran edificio. Para ella se veÃa casi como un gran castillo de algún pasado desconocido. Ella sonrió para sà misma; no podÃa evitarlo, aún estaba muy feliz después de saber lo de la beca y por el hecho de que ella vivirÃa allÃ.
Se volteó para mirar a Tama. Ãl habÃa sido una gran ayuda al venir y ayudarla con sus maletas y a instalarse. Kyoko estaba contenta porque habÃa hablado con su mamá y su abuelo cuando estaba en casa y habÃa podido despedirse allá. Ahora ella se sentÃa casi mareada con esta gran libertad y respiró profundamente para saborearla.
"Kyoko, ¿te vas a quedar parada ahà todo el dÃa, o vamos a ir a buscar tu habitación?" Tama se quejó, aunque la vista también lo impresionó. Ãl miró hacia arriba con asombro al arco gigantesco que llevaba a las puertas principales.
Kyoko sostuvo el mapa en sus manos y apuntó al enorme edificio que conectaba el lado derecho de la academia. "Ese debe ser el edificio correcto". Ella se volteó y le hizo un guiño a Tama. "Gracias por ayudarme esta mañana".
Tama sonrió, sintiéndose un poco avergonzado. "De nada Kyoko, después de todo me deshago de ti por un tiempo, y eso es pago suficiente". Ãl se agachó y se fue tratando de escapar de ella mientras se morÃa de risa.
Kyoko empezó a perseguirlo pero paró a mitad de camino, sintiendo que unos ojos la miraban.
Mientras la brisa soplaba su cabello castaño alejándolo de su rostro, ella miró al edificio preguntándose qué ojos la acariciaban, pero no podÃa ver a nadie. Ella habÃa sido capaz de percibir cosas extrañas en los últimos años, y sabÃa sin duda alguna que alguien estaba ahà vigilándola. Ella casi podÃa sentir que la tocaban.
Pensó que habÃa visto movimiento en una ventana alta, pero al inspeccionarla de cerca vio que estaba vacÃa. Kyoko lanzó un suspiro al darse cuenta que esos sentimientos extraños se habÃan ido. Ella suavemente mordió su labio sopesando la decepción de irse. Rindiéndose, finalmente se encontró con Tama cuando entró a los dormitorios. Ambos se paralizaron al mirar a su alrededor.
"Ese lugar es asombroso", susurró Tama, mientras se inclinaba y añadÃa con una voz seria. "DeberÃas conservar ese mapa, conociéndote te vas a perder aquÃâ.
Kyoko parecÃa no escucharlo mientras sus ojos miraban el pasillo principal. La habitación en la que ellos se encontraban era de al menos tres pisos de alto, con escaleras que serpenteaban su camino a los otros pisos en forma de espiral. Por un lado, habÃa una librerÃa enorme, mientras que el otro lado parecÃa un área recreacional, y directamente en el medio habÃa una lámpara gigantesca colgando del techo abovedado.
"Realmente odiarÃa ver eso caer", dijo ella mientras movÃa la cabeza.
Debajo habÃa áreas para sentarse con muebles lujosos. Ya habÃa estudiantes despiertos y ocupados haciendo cosas, aunque era muy temprano en la mañana. Ella querÃa estar aquà tan temprano como fuera posible, y ya eran las 7:30 a.m. Miró rápidamente el papel, preguntándose a donde se suponÃa que debÃa ir.
Quejándose, ella miró por encima de su hombro a Tama y señaló hacia arriba por las escaleras de espiral frente a ellos. Ellos tenÃan cuatro maletas entre los dos debido a que Kyoko estaba mudándose y estaban muy pesadas.
Tama se descorazonó. "Tienes que estar bromeando". Ãl soltó la manija de la maleta más grande sabiendo que las ruedas del fondo no ayudarÃan esta vez. "Tengo sólo 12 años por favor".
Ella levantó sus hombros en señal de determinación.
Kyoko se sorprendió cuando una voz masculina que venÃa de atrás de ella preguntó, "¿Es usted la señorita Kyoko Hogo?"
Ella instantáneamente se volteó diciendo: "SÃ."
Sus ojos se abrieron de par en par al encontrarse cara a cara con un hombre muy apuesto. TenÃa unos sorprendentes ojos azules y un cabello largo y oscuro sujetado en una cola de caballo. Mientras ella miraba con asombro, sintió una brisa extraña acariciar su rostro. Las puntas de su cabello le hacÃan cosquillas en las mejillas mientras la brisa lo soplaba.
Ãl le ofrecÃa una sonrisa encantadora. Luego, para su asombro, chasqueó los dedos y dos hombres salieron casi de la nada, tomaron sus maletas y empezaron a subir las escaleras con ellas. Los ojos de Kyoko se abrieron con sorpresa al verlos, pero antes de que pudiera decir algo, el hombre la tomo de la mano, para luego llevarla hasta sus labios, y darle un beso como si fuera un prÃncipe.
"Mi nombre es Kotaro, y no me gustarÃa ver a alguien tan linda como tú teniendo que cargar algo tan pesado. Ahora, si me sigues te llevaré a tu dormitorio". Manteniendo sus manos juntas, Kotaro sintiéndose confiado empezó a subir las escaleras.
El calor repentino que corrÃa por sus dedos hasta sus brazos parecÃa continuar esparciéndose por todo su cuerpo, despertando su sangre de guardián. Ese era su secreto. Kotaro le dio un ligero apretón a su mano sabiendo que ella era a quien él habÃa esperado pacientemente. Ãl se habÃa enamorado en el momento en que ella entró en la habitación.
Kyoko levantó su delicada ceja pensando, 'Dioses sálvenme de los hombres caballerosos. ¿En qué me he metido?'
Volteándose, le encogió los hombros a Tama que estaba parado ahà con la boca abierta. Kyoko alzó la cabeza hacia un lado y alzó una ceja. "Tama ten cuidado, podrÃas atrapar moscas asÃ". Luego antes de que él pudiese volver en sÃ, ella volteó y siguió la figura esbelta del hombre conocido para ella como Kotaro.
Ella mentalmente anotó un punto para sÃ, en su pizarra imaginaria, donde secretamente estaba llevando el marcador entre ella y Tama. Lo escuchó murmurar detrás de ella mientras ellos subÃan las escaleras y ahora sabÃa que ella iba ganando el juego.
Pasaron junto a otro hombre cuando iban bajando las escaleras, y mientras él