hace increible el excesivo número que andaba por las calles, divididos en tropas, tocando sus cornetas, y despidiendo piedras con las hondas: de suerte que toda la gente de cristiandad y distincion estaba refugiada en los templos, implorando la clemencia del Altísimo, y esperando la muerte por instantes. Durante la noche se ocuparon en saquear las casas y tiendas de los europeos. D. Francisco Rodriguez, el Alcalde, el cura párroco y otros sacerdotes, intentaron el 12 por la mañana contener los robos, que estaban egecutando en la tienda y casa de D. Manuel Bustamante, pero nada pudieron conseguir, porque prorrumpieron en estas voces: "muera el Alcalde, pues supo afrentar á sus paisanos:" á esto siguieron los indios gritando,
comuna, comuna, palabra de que usaban cuando querian matar ó robar, como si dijeran
todos á una. No se verificó este estrago, porque el Alcalde logró ponerse en salvo por medio del mismo tumulto.