Muchas leyendas llenas de razón, que relatan sus tradiciones, siguen existiendo. Los hassidim más místicos utilizan la práctica de cantos y danzas extáticas en las que se pierden en el gozo de la contemplación divina, antes de «volver a descender» (yeridah le-tsorekh aliyah) para «levantar a la comunidad en su objetivo de la ascensión».
REFORMA DEL JUDAÍSMO EN OCCIDENTE
A finales del siglo XVIII, en el contexto de la filosofía de las Luces, el filósofo alemán Moisés Mendelssohn (1729-1786), aunque era profundamente religioso, propuso una adaptación de los valores cultuales judaicos a los valores culturales occidentales. Esta especie de compromiso recibió el nombre de Haskala.
Sus ideas, que abrían la vía a la emancipación, surcan su obra, como demuestra su introducción a la versión alemana de los Vindiciae Judeorum, del Rabí de Amsterdam, Manasse ben Israel. Esta sigue siendo considerada el texto fundador de la Haskala. Hace una distinción muy clara entre los ámbitos religioso y civil. El respeto de las leyes civiles en vigor entre los judíos, en los países occidentales en que viven, sigue siendo esencial, al igual que su participación efectiva en la cultura occidental.
Esto es así por un doble motivo: en primer lugar, como ostentación del antijudaísmo larvario y también ¡porque era conveniente ser «un buen judío en casa y un buen ciudadano en la calle»!
En seguida tomó un gran impulso todo un movimiento de reforma profunda del judaísmo, en sus ritos religiosos, con Abraham Geiger (1810-1874), con el objetivo de adaptarse a las reglas del modernismo occidental del siglo XIX. Este, si bien sedujo a los medios intelectuales alemanes y americanos, fue profundamente rechazado por las masas populares. Por tanto, no tardó mucho en suscitar una viva reacción por parte de la ortodoxia judía, con la pluma de Samson Raphael Hirsch (1808-1888), en Neunzehn Briefe über Judentum (Diecinueve cartas sobre el judaísmo), obra en la que se esfuerza por «re-hebraizar» el pensamiento judío y preconiza el seguimiento de la halakha. Los conservadores judíos, por su parte, se situaron a medio camino entre los ortodoxos y los reformadores moderados dentro de las ideas de las «Luces» (maskilim), representadas por Moisés Mendelssohn.
TEXTOS JUDAICOS (EXTRACTOS)
Libro de Isaías
• Sobre el «monoteísmo absoluto»
Así habla el Señor, rey de Israel, y su Redentor, el Señor de los ejércitos: Yo soy el primero, y el último, y fuera de mí no hay otro dios.
¿Quién como yo? Que se adelante, que hable, que lo diga y se compare conmigo.
¿Quién anuncia el futuro desde el principio? Que anuncie lo que ha de suceder.
No temáis ni os conturbéis: Yo he sido el que desde el principio te lo hice saber a ti, y te lo predije: vosotros sois mis testigos.
¿Hay por ventura otro dios fuera de mí, u otro hacedor de las cosas a quien yo no conozca?
• Sátira contra la idolatría
Todos son forjadores de ídolos; no son nada, y sus obras favoritas son inútiles. Sus siervos no ven nada ni comprenden nada. Por ello quedarán cubiertos de vergüenza.
¿Quién forja a un dios y funde una estatua para nada?
He aquí que los devotos de la estatua quedarán cubiertos de vergüenza, y sus artesanos se avergonzarán también. Que se junten y aparezcan todos: quedarán cubiertos de espanto y vergüenza.
Un herrero trabaja sus brasas y forja su obra con martillo. Trabaja con brazos vigorosos. Está hambriento y agotado. No bebe agua y se cansa.
El escultor de la madera toma medidas, dibuja la imagen con tiza, trabaja el cincel y sigue el dibujo con el compás. Hace la estatua con proporciones humanas, conforme al rostro de un hombre, para que habite en un templo. La madera procede del cedro, o bien ha sido tomada del ciprés o del roble, y se la ha adjudicado de entre los árboles del bosque, o bien ha plantado un cedro que la lluvia ha hecho crecer. Para la gente, son buenos para ofrecer fuego.
El hombre la toma para calentarse. Tambiénenciende fuego para cocer su pan. Pero él fabrica con ella a un dios ante el que postrarse, lo convierte en un ídolo ante el cual inclinarse. Ha quemado el fuego la mitad; sobre sus brasas asa carne, y se sacia comiéndola. Luego se calienta, y dice: Ah, me caliento y miro la lumbre.
Con el resto se hace un dios, un ídolo ante el cual se inclina y se postra, y a quien adora diciendo: ¡Sálvame, porque eres mi dios!
No saben y no entienden. Sus ojos están cerrados a cualquier visión, y sus corazones, a cualquier razón.
No reflexionan, no tienen conocimiento ni inteligencia para decir: He quemado la mitad al fuego; sobre sus brasas he cocido el pan, he asado la carne que me he comido, y con el resto haré algo abominable. ¡Me inclinaré ante un trozo de madera!
El amante de cenizas, con el corazón engañado, se extravía. No salvará su alma ni dirá nunca: ¿No es una mentira, lo que tengo en mi mano?
• Oráculo de salvación
Yo soy Yahvé, no tengo igual;
Yo creo la luz y las tinieblas,
Yo doy gozo y creo desdicha,
soy yo, Yahvé, quien hace todo esto.
¡Gotead, cielos, la victoria como un rocío!
¡Y que las nubes hagan llover!
Que la tierra se abra
para producir el fruto de la salvación.
Que haga también germinar la justicia,
que yo, Yahvé, voy a crear.
• Yahvé es el Dios universal
¡Reuníos, venid, acercaos todos juntos,
supervivientes de los pueblos!
No saben nada, todos los que transportan
ídolos de madera,
ni los que ruegan a un dios
incapaz de salvar.
Proclamad, exponed vuestras pruebas,
mantened un consejo juntos:
¿quién había anunciado esto antes
y lo había revelado desde ese momento?
¿No soy yo, Yahvé?
No hay más dios que Yo, Dios justo y Salvador,
y ningún otro fuera de Mí.
¡Volveos hacia mí para ser salvados,
confines todos de la tierra,
porque soy el Dios sin igual!
Lo juro por mí mismo;
lo que sale de mi boca es la verdad,
una palabra irrevocable:
ante mí se dobla toda rodilla,
y por mí jura toda lengua,
diciendo: ¡Sólo en Yahvé
tengo