…la automatización y los progresos en biotecnología arrojan la mayoría de la fuerza de trabajo mundial en el desempleo (mercado informal), crece el ejército de reserva y aumenta, asustadoramente, la población estancada que, como diría K. Marx (1980), son seres humanos que vegetan en el infierno de la indigencia. El pauperismo constituye el asilo de los inválidos de la población activa y el peso muerto del ejército industrial de reserva. La superpoblación relativa forma parte de la condición de existencia de la producción capitalista y del desarrollo de la riqueza social. (Silva como se citó en Sierra, 2008, p.34)
La globalización al contrario de lo que parece no integra a la población del planeta, al contrario expulsa a la mayoría de ella. Es exclusiva, es “…la construcción y expansión de un mundo interior cuyos límites son invisibles, aunque prácticamente insalvables desde fuera y que está habitado por los mil quinientos millones de ganadores de la globalización; esperando en las puertas encontramos a un número de personas tres veces mayor” (Zizek, 2016, p.11). Este hecho muestra que la globalización de la nueva tecnología de la información provoca la profundización de la contradicción más sintomática del capital, que según el mismo filósofo esloveno es: el antagonismo entre los incluidos y lo excluidos o expulsados de la globalización. “Una proporción importante de la clase obrera mundial queda desempleada y pasa a constituir una “población excedente absoluta” que seguramente no se volverá a incorporar al proceso productivo” (Sierra, 2009, p. 41).
El antagonismo expuesto muestra, a su vez: la creciente desigualdad económica y social a nivel planetario -más concentración de riqueza y más expansión de miseria-; la progresiva diferenciación tecnológica – eliminan empleos semicalificados bajo la presión de la automatización y la competencia laboral extranjera; degradación y dispersión laboral y salarial; degradación y eliminación de los mundo de vida rurales y la consecuente masiva expulsión de campesinos; en los países desarrollados lo trabajadores son expulsados del mercado de trabajo formal y sustituidos por una combinación de máquinas o mano de obra extranjera barata, o simplemente se quedan sin empleo porque las empresas migran a los países periféricos gracias a la nueva tecnología. De hecho, la situación de la clase trabajadora norteamericana explica en gran medida el triunfo de Trump en las últimas elecciones de EEUU y el triunfo del Brexit en la consulta popular en Reino Unido en el 2015.
Todas estas poblaciones expulsadas de los beneficios de la globalización informatizada forman enclaves de desempleo prolongado, pobreza y miseria en ciertas zonas de los países centrales y en la mayor parte de los países de la periferia, que van en crecimiento. Es importante aclarar que este fenómeno social no es casual ni fortuito, responde a la contradicción estructuradora de la curva civilizatoria capitalista. Como sostiene Aníbal Quijano (1998) “la ‘marginalidad’ se origina en los cambios en la estructura de relaciones entre capital y trabajo y en primer lugar entre capital y trabajo asalariado” (p.416). El capitalismo en su expansión global expulsa una creciente mano de obra individual que se vuelve sobrante por efecto del desarrollo tecnológico (composición orgánica de capital) Una parte de esta mano de obra sobrante va a ser absorbida por la economía criminal, ligada al tráfico de drogas, armas, personas órganos, etc., y la mayoría de ella quedan en condición de pauperismo social. “Esa población excedentaria de trabajadores atrapada dentro de la tendencia al predominio del trabajo acumulado respecto del trabajo vivo, es la que se denomina ‘marginalizada’” (Quijano,1998, p. 416).
El deterioro de las condiciones de vida para la mayor parte de la población mundial conlleva serios problemas en sus procesos de producción y reproducción social, cuya situación bien podrían ser leída desde la tesis de José Nun (2000), según la cual
…era posible que existiera, en última instancia, una parte de la superpoblación relativa que fuera ‘marginal al cuadrado’, es decir a funcional y prescindente también para el sector informal. En este caso se volvería disfuncional y peligrosa para el conjunto de la sociedad. (p.5)
Toda la masa de personas que a nivel planetario terminan expulsadas de la globalización constituyen un nuevo régimen de miseria que se caracteriza por ser permanente e irreversible. En este sentido la desvinculación de estas personas de la sociedad formal y de su norma se vuelve altamente peligrosa para sostener los procesos de integración y diferenciación creciente.
Los signos reveladores de la nueva marginalidad son inmediatamente reconocibles incluso para el observador casual de las metrópolis occidentales: hombres y familias sin hogar que bregan vanamente en busca de refugio; mendigos en los transportes públicos que narran extensos y desconsoladores relatos de desgracias y desamparo; comedores de beneficencia rebosantes no solo de vagabundos, sino de desocupados y sub ocupados. (Wacquant, 2002, p.170)
Estas personas que son expulsadas de la sociedad globalizada dejan de ser funcionales al sistema y llegan a ser una amenaza para la vida social. El alejamiento de la sociedad formal provoca en el ser humano el retorno incontrolable de los instintos reprimidos en los procesos de simbolización que les constituye en sujetos. Las manifestaciones instintivas, sobre todo las agresivas que no son posibles de ser separadas de las sexuales y de las del hambre, retornan transgrediendo la norma y agravando la disolución de relaciones sociales.
Este proceso, entre otros, explica que gran parte de esta población expulsada termine alimentando la economía criminal que crece en el planeta y que atraviesa a la sociedad formal carcomiendo sus fundamentos y debilitando el grado de desarrollo de la configuración emotiva que permite el encuentro con los otros.
Un número creciente de grupos, sectores, proceso, países, espacios y circuitos son incorporados a la órbita del tráfico y sus organizaciones. Son especializados en la producción de la materia prima y en la elaboración industrial de las drogas, el transporte y las comunicaciones, la distribución, la comercialización, la violencia de autoprotección y agresión, la prestación de servicios conexos, el lavado de dólares, las reinversiones ilícitas, las nuevas inversiones en la economía formal. (Kaplan, 1996, p.218)
En las actuales circunstancias del mundo la agresividad humana se libera del conjunto de reglas y de convicciones sociales que la coaccionan. La agresividad cada vez es más abierta y se manifiesta en el choque frontal entre los seres humanos (guerras políticas, guerras económicas, guerras de carteles, guerras de pandillas, violencia callejera, violencia intrafamiliar, violencia de género, etc.). Al mismo tiempo la descarga emotiva en las confrontaciones es más expandida e ilimitada que en otros momentos de la actual curva civilizatoria. Este hecho muestra una debilidad del “…control social, anclado en la organización estatal, sobre las manifestaciones de la crueldad, la alegría producida por la destrucción y los sufrimientos ajenos, así como la afinación de la superioridad física” (Elías, 1998, p.231). Entre otros muchos casos, lo dicho es visible en la violencia desatada en México.
Esta expansión de la violencia, entre otros fenómenos, ha llevado a algunos autores como Umberto Eco a plantear el retorno de una nueva edad media.
La vida en la sociedad medieval se orientaba en la dirección opuesta. La rapiña, la lucha, la caza al hombre y a la bestia, pertenecían de modo inmediato a las necesidades vitales que, a menudo, se manifestaban en consonancia con la estructura de la propia sociedad. Para los poderosos y los fuertes se trataba de manifestaciones que podían contarse entre las alegrías de la vida. (Elías, 1998, p.231)
El placer en todas sus formas parece liberarse de los sentimientos de desagrado que lo limitan, lo cual muestra que se vive en una época de trastorno social, “…en las cuales el control social es más limitado y se manifiestan estos instintos de forma más directa, menos apagada y sin sufrir represión ninguna por las pautas de vergüenza y de pudor” (Elías, 1998, p.231).
Los medios de comunicación muestran a diario noticias sobre guerras, conflictos y violencia de todo tipo, que se han convertido en algo cotidiano para la población mundial y que tiende a normalizarse por su exposición habitual.
Elías (1988) en su libro El Proceso Civilizatorio cita lo siguiente:
«Os aseguro», se dice en un himno de guerra atribuido al trovador Vertrán