En varios debates teóricos sobre el significado social de la revolución cultural del mayo francés del 68, autores de distintos orígenes teóricos sostienen que la misma produjo transformaciones en las estructuras sociales y de la personalidad en dirección decreciente, que al contrario de suponer una salida del capitalismo implicaron su recomposición mejorada.
…a partir de 1970 apareció gradualmente una nueva forma de capitalismo, que abandonó la estructura jerárquica del proceso de producción al estilo de Ford y desarrolló una organización en red, basada en la iniciativa de los empleados y la autonomía en el lugar de trabajo. (Zizek, 2008, p.4)
De la liberación sexual de los sesenta ha sobrevivido el hedonismo tolerante cómodamente incorporado a nuestra ideología hegemónica: hoy, no sólo se permite, sino que se ordena disfrutar del sexo, y las personas que no lo logran se sienten culpables. El impulso de buscar formas radicales de disfrute (mediante experimentos sexuales y drogas u otros métodos para provocar un trance) surgió en un momento político concreto: cuando “el espíritu del 68” estaba agotando su potencial político. (Zizek, 2008, p.4)
La primera cita observa una transformación de las estructuras sociales de integración y diferenciación decrecientes, que se explican en gran medida por la incorporación de la tecnología de la información cibernética al proceso productivo. La segunda, muestra las transformaciones de consolidación y diferenciación decrecientes de la estructura de la personalidad, en relación a la flexibilización de los controles emotivos, básicamente referidos a la vida sexual.
El corte histórico propuesto en los años 60s del siglo pasado se lo hace coincidir, para efectos de esta investigación, con la llamada revolución tecnológica de la cibernética, por la incidencia de ésta en los cambios de la estructura social y la estructura del comportamiento. El núcleo de la transformación que trajo la revolución aludida “…remite a las tecnologías del procesamiento de la información y de la comunicación. La tecnología de la información es a esa revolución lo que las nuevas fuentes de energía fueron a las sucesivas revoluciones industriales, del motor de vapor a los combustibles fósiles e incluso a la energía nuclear, ya que la generación y distribución de energía fue el elemento clave subyacente en la sociedad industrial” (Castells, 2006, p.57). La aplicación del conocimiento e información a aparatos de generación de conocimiento y procesamiento de la información y comunicación genera la retroalimentación acumulativa entre innovación y uso, que acelera radicalmente el desarrollo y expansión científico-tecnológica y productiva. Así la aplicación de la información como herramienta es al mismo tiempo su desarrollo como proceso. La mente humana se convirtió en fuerza productiva directa, prolongada y amplificada en los ordenadores, este hecho transforma las relaciones sociales desde el campo de la economía y la producción hasta el campo simbólico cultural de manera radical (Castells, 2006).
La cibernética es el resultado de la articulación de la física, la electrónica y la computación, se encuentra vinculada a la teoría general de sistemas y estudia principalmente lo relativo al mando, al control, a las regulaciones y al gobierno de los sistemas. La tecnología cibernética busca una organización eficiente de la producción y de la administración social, en base a modelos físico y matemáticos que intentan evitar la incertidumbre y el azar. El objetivo principal de la cibernética es desarrollar un lenguaje técnico que posibilite superar los problemas de control y comunicación y, de esta manera, aprovechar los recursos técnicos (máquinas) cuanto a los, considerados, recursos humanos. En definitiva, la tecnología de la digitalización es subsidiaria del pensamiento administrador de la sociedad de la información y, por lo mismo, el sueño de la sociedad administrada, que Foucault explicó nítidamente con la tesis del panóptico.
Las transformaciones de las estructuras sociales y de la personalidad producidas por la revolución de la cibernética o la información tienen una dirección decreciente que paradójicamente coincide con la idea foucaultiana de la sociedad no de la prohibición, sino de la administración. La sociedad globalizada es la sociedad de la tecnología y los sistemas de información, que supone la trasformación de la estructura social en sintonía con la internacionalización de las relaciones económicas y sociales capitalista en su era digital. Es importante señalar que a diferencia de las tecnologías anteriores a la de la cibernética, ésta
se ha extendido por el globo con velocidad relampagueante en menos de dos décadas, de mediados de la década de 1970 a mediados de la década de 1990 exhibiendo una lógica que propongo como característica de esta revolución tecnológica: la aplicación inmediata para su propio desarrollo de las tecnologías que genera, enlazando el mundo mediante la tecnología de la información. (Castells, 2006, p.60)
Lo dicho explica porque la globalización coincide y más aún es posible por la tecnología digital.
La caracterización del nuevo capitalismo como informático, parte del papel central de la revolución informática en la transformación de los medios de producción, a partir de la difusión de la tecnología digital y la generalización del uso social del principal medio central de producción, la computadora. El desarrollo de la nueva tecnología y los nuevos medios de producción conducen a la constitución de un nuevo sector productivo que denominamos electrónico-informático (SE-I), compuesto por bienes tangibles e intangibles y servicios estructurado en torno a la computadora. El SE-I así conformado, pasa a ser el núcleo central del conjunto de la producción social, y un factor permanente de revolucionamiento de la misma a partir de la incorporación del microprocesador y la digitación a esferas cada vez más numerosas de la producción y la vida social. (Dabat, 2006, p.34)
Esta revolución tecnológica provoca profundas modificaciones sociales que conllevan, por ejemplo, la diferenciación e integración decreciente del estado nacional, del mercado nacional, de la industria nacional, de la identidad nacional; la desterritorialización del proceso productivo; y el dominio global del capital cognitivo en alianza con el financiero que destruye paulatinamente las economías nacionales e incluso regionales.
La dirección decreciente de la curva civilizatoria moderna se radicaliza con la incorporación de la computadora en el proceso productivo. Esta nueva máquina, a diferencia de la industrial, se caracteriza por ser portadora de: “un mecanismo flexible (reprogramable) de sustitución de ciertas funciones lógicas, de memoria y de comunicación del cerebro humano” (Dabat, 2006, p.35). El mecanismo software (conjunto de programas, instrucciones y reglas informáticas) produce un nuevo tipo de bien inmaterial, la llamada propiedad intelectual que va a ser fundamental en los procesos de innovación y planificación productiva. El ciclo total de la producción y organización del capital - producción circulación y consumo - se transforman con la nueva directriz tecnológica, la misma que forja un nuevo tipo de propiedad, de empresa, de competencia, de relaciones laborales, de organización del trabajo, etc., que generen plusvalía extraordinaria de innovación o rentas tecnológicas en el también nuevo espacio económico globalizado (Dabat, 2006).
La era de la globalización, bajo la dirección del capitalismo, representa el momento más importante de diferenciación e integración decreciente de la civilización moderna occidental. Es evidente que se asiste a un momento de inflexión en los procesos de consolidación y diferenciación progresivas de largo plazo, que conlleva profundas transformaciones que afectan la estructura social y psíquica en una dirección decreciente. Hay una tendencia, en el periodo actual de la curva civilizatoria, a disminuir la integración del mundo, por la mutación espacio temporal y la flexibilización