A la hora de organizar el texto, se pensaron distintas formas: por edades, profesiones o generaciones; pero, al final, para evitar el desorden, se eligió la distribución por afinidades, de acuerdo con el campo de acción en el que el entrevistado ha trabajado más. Al final, quedó así: poetas, teatreros, músicos, gestores culturales, deportistas, pintores, investigadores sociales y narradores.
Esta idea siempre estuvo rondando como abejón por mi cabeza hasta que, por fin, me metí en esa “vaca loca” pedagógica. La tarea no era fácil, sobre todo para los estudiantes, quienes tenían otras asignaturas que ocupaban su tiempo, pues este trabajo los llevaría por otros caminos diferentes; les cambiaría el esquema de las clases a las que regularmente están acostumbrados.
Sin embargo, ellos mostraron disposición para esta actividad y, mochila al hombro, celular y computador en mano, de inmediato empezaron la lectura de documentos, de obras publicadas por los entrevistados y procedieron a entrevistar a estos personajes relevantes del deporte y la cultura en Santa Marta.
Lo más interesante de esta actividad pedagógica es que ellos asumieron el desafío; estaban convencidos de que la experiencia era novedosa, tanto que se convirtieron en entrevistadores para, al final, escribir sus propios textos.
Evidentemente, las deficiencias de los estudiantes de primer semestre en el campo de la lectura, la escritura y la argumentación son una realidad. Frente a esta problemática, los docentes en la universidad han implementado muchas estrategias que buscan el mejoramiento académico. Esas ideas innovadoras los convierten en docentes creativos que, seguramente, disminuirán las deficiencias lectoras, escriturales y argumentativas de sus educandos.
Queda claro que los estudiantes tuvieron sus problemas de redacción como el mal manejo de párrafos, las falencias ortográficas, el poco conocimiento básico de las entrevistas; empero, entablaron diálogos con la poetisa Iveth Noriega, quien les diría: “En mi casa siempre existió un lugar para los libros y tiempo para leer”. O con Anabell Manjarrés, otra poetisa, quien les expresó: “Quienes están en los cargos de las oficinas de cultura, siempre creerán que la cultura solo llega hasta las manifestaciones folclóricas”.
Así mismo, el poeta Gustavo Arrieta les comentó que para escribir “la principal motivación es el amor”. Escucharon las experiencias del pintor Ángel Almendrales, quien les dijo con mucho orgullo: “Empecé recogiendo cartones en la orilla del río, piedras y goma de árboles para preparar pinturas, y utilizando pelos de animales como pinceles, y a los 14 años ya tenía una obra para mostrar. De ahí en adelante, empecé a apoyarme en estudios sobre otros artistas”.
Tomaron atenta nota de las palabras del doctor Jorge Elías Caro, un apasionado de la vida, un enamorado de la cultura caribeña, quien les confesó: “Tengo tantas cosas por hacer que siento que el tiempo no me alcanza. Tantos proyectos por realizar cada día, nuevas ideas por desarrollar… Son tantas cosas que tengo en mente y quiero realizar. Además, estoy trabajando en un proyecto sobre la cultura samaria, el cual es un regalo que quiero darle a Santa Marta en su próximo cumpleaños”.
Escucharon las experiencias del narrador Clinton Ramírez, quien desde que tuvo uso de razón supo que quería ser escritor, “porque veía cualquier escena y enseguida la transformaba, la reconstruía mentalmente”.
Ana Cecilia Almanza les contó cómo nació el amor por la música y la experiencia como gestora cultural a partir de sus tres actividades culturales como el Concierto de Amor a la Música Colombiana. De igual manera, Rosana Collazos les dijo cómo vive ella el teatro y la organización de sus encuentros de narradores orales: El Mar de las Palabras.
Finalmente, con el apoyo incondicional de la editorial de la Universidad del Magdalena, el resultado salta a la vista: la publicación del libro Rostros de Santa Marta: El arte, la cultura y el deporte, producto de estudiantes que aún no nos muestran la madurez total del aprendizaje en la asignatura de Competencias Comunicativas; pero, por lo menos, arrojan luces hacia la excelencia.
Estimados lectores, los invito a leer estas semblanzas y entrevistas.
MARTINIANO ACOSTA
Santa Marta, cerca del mar
2021
Ivethe Noriega Herazo
La belleza de la poesía
Por: Rafael Toncel y Alejandro Anaya
Programa de Antropología
“El ser poeta me ha permitido comprenderme, explorarme, crear, disfrutar desde lo estético y ser libre. Más que una decisión, es una elección, en el elegir se consuma la plenitud de la autonomía y, en ella, la responsabilidad que esa elección implica. Responsabilidad conmigo, con los otros y con la poesía misma”.
Nació en Bogotá en 1977. Se crio en Barranquilla y en Santa Marta. Estudió Licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad del Magdalena y es magíster en Literatura Hispanoamericana y del Caribe en la Universidad del Atlántico. Ha obtenido varias becas de creación. Alcanzó el primer puesto en el Salón Regional de Artistas (2000) y el segundo lugar en el Concurso de Poesía y Cuento Joven del Magdalena (2012). Su obra poética y sus artículos de investigación se han publicado en diferentes periódicos del país, revistas y antologías poéticas. Ha participado como ponente en congresos nacionales e internacionales de literatura. También obtuvo la Beca Distrital de Poesía Creadores con Trayectoria en el área de literatura con “Perdidas en el tiempo” en el 2019, en Barranquilla.
Ha publicado el libro de creación literaria y plástica Palabras, mariposas y pinceles, una nueva mirada a Macondo (2014) y el poemario Del mar, canto náufrago (2015). Se ha desempeñado como directora del taller de creación literaria de la Casa-Museo Gabriel García Márquez y del taller literario Libertad Bajo Palabra de la cárcel Modelo de Barranquilla, Inpec-Mincultura. Actualmente, se dedica a la docencia en artes plásticas, a la gestión y asesoría cultural. Es miembro de la Fundación Caribe (pensamiento, cultura y literatura del Caribe)
Rafael: ¿Por qué se dedicó a la poesía?
Ivethe: Bueno, creo que fue más que una decisión cerebral o calculada, una suma de azares, premoniciones y placer. El ser poeta me ha permitido comprenderme, explorarme, crear, disfrutar desde lo estético y ser libre. Más que una decisión es una elección, en el elegir se consuma la plenitud de la autonomía y, en ella, la responsabilidad que esa elección implica. Responsabilidad conmigo, con los otros y con la poesía misma.
Alejandro: ¿Cree que ser poeta en este tiempo es una bendición, una estupidez o algo maravilloso?
Ivethe: Para mí, el ser poeta es algo maravilloso, me ha brindado la posibilidad de compartir, desde la palabra, imágenes, metáforas, símbolos de mi visión, mi sentir, mi estar y enfrentarme al mundo, es algo inigualable. Creo que cada sujeto comprende el ser y el hacer poético desde sus propias incertidumbres, vacíos, miedos, cualidades o experiencias. Para algunos puede ser una bendición, para otros puede ser una estupidez; en fin… Pero, sin duda alguna, es un acto de valentía, pues eres tú, sin máscaras ni secretos… El poeta, el verdadero poeta se descubre, se desvela e inevitablemente asume las consecuencias de esa revelación.
Rafael: ¿Influyó su familia para que escribiera poesía?
Ivethe: Indudablemente. Mis padres desde muy pequeña propiciaron espacios, visitas a la biblioteca, lecturas de cuentos en voz alta, con su ejemplo motivaron mi acercamiento a la literatura. En mi casa siempre existió un lugar para los libros y tiempo para leer. Recuerdo con mucho cariño las lecturas que en la noche nos hacía mi mamá: El lazarillo de Tormes, los cuentos enigmáticos de Las mil y una noches, entre otros. Luego, cuando inicié mis caminos poéticos en el taller literario Jorge Luis Borges de la Universidad del Magdalena, dirigido por el escritor Martiniano Acosta. Mis