En 1987 se publicaron los trabajos de Herbert Braun, Mataron a Gaitán18, y el de Daniel Pécaut, Orden y violencia19. La huella de Jorge Bejarano en la obra de Braun es ínfima; solo se referencia su nombramiento como ministro de Higiene en el gabinete formado días después del asesinato del caudillo en 1948, y con un tono despectivo, como referencia para comentar la prohibición de la chicha. Sin embargo, el estudio de Braun es una muy buena fuente para el análisis de los rasgos de los intelectuales de la generación a la que perteneció Bejarano, a los que denominó convivialistas. De esta generación formaron parte Eduardo Santos, Alfonso López Pumarejo, Laureano Gómez y Mariano Ospina Pérez, entre otros.
Por su parte, Pécaut analiza el proceso de conformación de la burguesía cafetera en las élites nacionales, así como el desarrollo de la política de la Revolución en Marcha en la que se da una tentativa de modernizar vía institucionalización política de lo social mediante la incorporación de la noción colectiva de ciudadanía popular20. También se estudia la coyuntura histórica del desmonte de los mecanismos de intervención del Estado y la aparición del gaitanismo, el cual es identificado como una clase de populismo. Jorge Bejarano solo se menciona por su participación en el movimiento gaitanista cuando fue nombrado miembro de la Dirección, en el momento de mayor poder e influencia del caudillo liberal. Como se mostrará más adelante, dicho acercamiento pudo haber sido similar al de varias personalidades del partido, es decir, seducidas por su popularidad, o impulsado por la existencia de unos nexos intelectuales específicos y coyunturales relacionados con el pensamiento higienista de Gaitán.
La huella de Bejarano es muy notoria en la historia de la ciencia. El trabajo de Christopher Abel, Ensayos de historia de la salud en Colombia, analiza el proceso de desarrollo de los servicios de salud en Colombia, ubicándolo dentro de su marco político, socioeconómico y demográfico21. Jorge Bejarano aparece aquí como un publicista en la época del debate sobre la degeneración de la raza y como el primer colombiano eminente interesado en atacar algunos avances en lo relacionado con los alimentos procesados. Abel lo muestra en sentido positivo, como un científico modernista que luchaba contra las concepciones tradicionalistas de la sociedad en el campo médico, siendo este uno de los trabajos que resalta la contraposición del pensamiento de Bejarano con el de Miguel Jiménez López en lo referente al tema de la degeneración de la raza22.
Diana Obregón, Emilio Quevedo, Néstor Miranda Canal, Mario Hernández, Carlos Noguera y otros investigadores han realizado estudios sociológicos e históricos de gran amplitud que no ponen mayor énfasis en personajes particulares, salvo por referencias a hechos históricos, como algunos de sus planteamientos, los debates en que se vieron involucrados o su participación y/o vinculación a estamentos académicos o instituciones gubernamentales. Estos trabajos son importantes en la medida en que presentan información sobre la filiación política de los médicos, su influencia y sus expectativas gremiales. También, porque dichos trabajos buscan vincular por medio de la reconstrucción histórica de las instituciones de salud los procesos sociales, políticos y económicos inherentes al desarrollo del país, alejándose de la tradicional historia de las instituciones o las biografías apologéticas de grandes personalidades23. Las referencias sobre Jorge Bejarano, utilizadas como fuente primaria para el desarrollo de los planteamientos de los investigadores, ubican temporal y espacialmente al médico en algunos periodos y contextualizan el ambiente ideológico y político en el que se desenvolvió e influyó.
Óscar Iván Calvo y Marta Saade, en La ciudad en cuarentena24, incorporan en este trabajo de historia cultural la relación entre las concepciones científicas imperantes y la estructura política e intelectual de Colombia durante la primera mitad del siglo XX. Calvo y Saade realizan una aproximación histórica de la prohibición de la chicha en 1948 desde sus antecedentes legales a finales del siglo XIX. Se analiza la influencia de actores como científicos, políticos, sectores obreros, que impulsaban estas medidas y que estaban entrelazados con una visión modernizante de las élites. En algunas de las numerosas referencias sobre Bejarano (uno de los principales protagonistas del evento estudiado) se caracteriza su comportamiento como temperante o moderador. Este rasgo se acerca a la noción presentada por Gerardo Molina respecto de la generación de los centenaristas y al carácter de los convivialistas definido por Herbert Braun. Tres caminos que conducen a una misma dirección: la personalidad de Jorge Bejarano.
Por su parte, Zandra Pedraza elaboró un perfil biográfico de Bejarano en el que lo caracteriza como un intelectual y describe parte de sus principales intereses en el campo de la higiene (infancia, maternidad, mejoramiento de la raza, alimentación, entre otros). Mediante el análisis de varios de sus libros, artículos y algunos referentes teóricos, Pedraza define a Bejarano como biopolítico (siguiendo a Christopher Abel) cuya labor especializada lo aleja de la distinción como intelectual orgánico o de ideólogo25. Este último aspecto, contrario a lo planteado desde la primera investigación sobre Bejarano en 2005, se sustenta a partir de la identificación del intelectual letrado de Aguirre y McEvoy, para quienes dicho intelectual construye y ejerce el poder en actividades administrativas a través de la letra26. Según Pedraza, Bejarano no concuerda con esta caracterización y, además, afirma que:
Aunque hace parte de los intelectuales latinoamericanos que se especializaron para trascender el uso de la gramática y la retórica, no se identifica plenamente como alguien que realizó su actividad al haberse incorporado a determinados partidos políticos ni a la relación escritura-poder. De hecho, los trabajos escritos del médico no son propiamente exposiciones de su pensamiento, a la manera de las obras ensayísticas de muchos de sus contemporáneos. A diferencia de la mayoría de ellos, se concentró en su labor médica sin incursionar en los terrenos de la ensayística o de la literatura […]. En cambio, se encargó de hacer una tarea como publicista que se traduce en muchos artículos periodísticos y en el carácter de popularización de todos sus escritos.27
Tal caracterización de Bejarano parte del desconocimiento de los elementos que configuran al intelectual orgánico definido por Antonio Gramsci, como su origen de clase y su función dentro del grupo social dominante, esta es, darle homogeneidad y sustentar ideológicamente su poder político por medio de un conocimiento específico28. Finalmente, Pedraza termina su análisis con unas líneas que contradicen sus propias apreciaciones:
Con todo, Jorge Bejarano es un intelectual porque hizo su carrera en pos y en ejercicio del poder, y con la conciencia de formar parte de una colectividad de hombres semejantes a él y de que sus ideas se tradujeran en un programa político determinado.29
¿No son estos los rasgos de un intelectual orgánico?
Finalmente, estudios recientes mantienen la tendencia de tomar la información de Jorge Bejarano como fuente primaria para argumentar acerca de temas específicos relacionados con su vida y obra: el debate sobre la degeneración de la raza de 1920, la lucha contra el alcoholismo, la educación física, la alimentación y la niñez, entre otros30. Muchos de dichos trabajos son tesis elaboradas por estudiantes universitarios en campos de la historia cultural y la historia de la ciencia, pero no se configuran como aportes específicos para la historiografía de la historia política.
En cuanto a las fuentes primarias, las notas necrológicas de diversa procedencia se constituyeron en la principal veta de información para ayudar a estructurar el esqueleto inicial de la biografía31. Luego, se prosiguió con sus obras publicadas. El primer texto analizado de Jorge Bejarano fue su tesis de grado de la Universidad Nacional