Perdió a su padre a los 2 años, así que en su infancia transitó de casa en casa. A los 11, ingresó al Colegio del Espíritu Santo en Medellín, el cual dirigía su tía María de Jesús Upegui, quien era religiosa. Como no tenía dinero, se retiró y se fue a vivir a una finca en San Cristóbal, donde se dedicó al cuidado de una tía y a la lectura de la Biblia y sintió el llamado para volverse religiosa.
A los 16 años, María Laura ingresó a la Escuela Normal de Institutoras y se dedicó a impartir catequesis. Pero un día sintió una imperiosa necesidad: “me vi en Dios y cómo me arropaba con su paternidad haciéndome madre, del modo más intenso, de los infieles. Me dolían como verdaderos hijos”. María Laura decidió compartir la palabra divina con los pueblos indígenas. En su época, este acto era bastante transgresor. Las labores del misionero se consideraban estrictamente masculinas. A pesar de la desaprobación, convivió con comunidades indígenas, aprendió su lengua, defendió su cultura. La piedad de su corazón quedó plasmada en las obras que escribía, hasta que el abrazo de una larga enfermedad dictó su partida. Por la bondad de sus obras, la Arquidiócesis de Medellín propuso su beatificación. Encomendadas a su piedad, dos personas recibieron la gracia de sus milagros. María Laura, la hija de Dios, lo acompaña ahora como santa.
María Betsabé Espinal
Bello, 1896–1932
Bestabé fue hilandera y lideresa sindical.
BELLO, 1896–1932
“No tenemos ahorros para sostener esta huelga, solo tenemos nuestro carácter, nuestro orgullo, nuestra voluntad y nuestra energía”, le dijo a un periódico durante una entrevista. Ella trabajaba en la fábrica de Tejidos de Bello (Antioquia) y fue la lideresa de la primera huelga de mujeres obreras en Colombia, que reclamaba los derechos laborales que les eran negados. Tejidos de Bello seguía el modelo empresarial de la época. Las primeras fábricas manufactureras contrataban mujeres y niños como mano de obra barata.
En la fábrica, se cometían toda clase de atropellos contra el personal femenino. Aunque las mujeres constituían cerca del 80 % de la planta, recibían un salario inferior al de los hombres por las mismas labores; trabajaban largas jornadas descalzas y eran forzadas a pagar “multas” que las obligaban a satisfacer los deseos de capataces abusivos. Las huelgas iniciaron el 12 de febrero de 1920 sin el apoyo de los hombres con quienes compartían oficios. Cerca de 400 obreras, dirigidas por Betsabé, exigieron un incremento salarial, el despido de los funcionarios abusivos y la implementación del uso de alpargatas para trabajar.
El rol de Betsabé fue muy activo, lideró a sus compañeras, intervino en asambleas, negoció con patrones, se comunicó con el gobernador de Antioquia y visitó los periódicos más importantes para contar lo que estaba pasando. La huelga tuvo un gran eco y recibió varios apoyos económicos para evitar que cediera en sus peticiones. Fueron necesarios 21 días para que sus requerimientos se cumplieran: su salario incrementó un 40 %, los hombres abusivos fueron despedidos y la jornada laboral se redujo. No obstante, un mes después de la huelga, Betsabé fue despedida. No se casó ni tuvo hijos, vivió hasta los 36 años y mantuvo su espíritu rebelde.
Juana de Jesús Sarmiento Ariza
Sabanalarga, 1899–1979
Juana era política.
SABANALARGA, 1899–1979
Desde antes de los movimientos independentistas, Colombia había intentado establecer con claridad los límites de su frontera sur. Las negociaciones siempre se truncaban y así surgió el conflicto con Perú por el Amazonas. En medio de esa situación inició la vida pública de Juana, quien se convirtió en una influyente lideresa política y fue la primera mujer en ejercer como alcaldesa en Colombia.
Juana organizó y lideró varios comités en pro de la defensa de los límites fronterizos. Estuvo al frente de la junta Colombia Democrática en Sabanalarga (Atlántico) donde recolectaba donaciones de joyas y objetos de valor de las mujeres del municipio para contribuir al financiamiento de la guerra contra Perú, pues las tropas colombianas no disponían de los equipos necesarios para los enfrentamientos en la selva. Se unió a la Sociedad de Mejoras Públicas de Sabanalarga para embellecer el municipio y estos proyectos sociales la inspiraron para fundar la junta que construyó el acueducto.
Siguiendo sus ideales, en las elecciones de 1949, apoyó la campaña de Laureano Gómez con un comité de propaganda femenino. Tras la victoria, Juana fue nombrada alcaldesa interina de Sabanalarga por el gobernador del Atlántico. Estuvo en el cargo por cinco meses y, durante su gobierno, reorganizó la policía del municipio y creó una sección para atender pleitos menores, se ocupó de evitar los desórdenes públicos e inauguró un tanque y una planta para almacenar agua potable. A pesar del paso de los años, Juana continuó creando proyectos en pro del bienestar social. A sus 70, lideró la construcción de un ancianato para acoger a ancianos desprotegidos. Juana murió en casa a los 79 años. En honor suyo, el Centro de Protección Social Integral para el Adulto Mayor tomó su nombre.
María de los Ángeles Villa
Guarne, 1909–1991
María era pintora.
GUARNE, 1909–1991
Cerca a cumplir sus 60 años, conoció a Federico Vargas, un pintor aficionado y levantador de pesas de 22 años, quien la convenció de que se casaran. No podría imaginar cuánto cambiaría su vida esa decisión. María era hija de una mujer campesina viuda. Su independencia y su curiosidad la motivaron a trasladarse a Medellín cuando era joven. Trabajó como empleada doméstica, en farmacias y luego como tendera de su propio negocio.
Después de casarse, a pesar de que al principio los cuadros de su marido le eran indiferentes, con el tiempo y por pura curiosidad María se sintió tentada a pintar a escondidas. Era una pintora autodidacta. Su originalidad llamó de inmediato la atención de su esposo cuando descubrió sus pinturas y temió que perdieran su encanto si María se formaba en una escuela.
Federico la acompañó en el proceso de dar a conocer sus obras. Los cuadros de María llegaron a muestras colectivas en Bogotá y, en Medellín, los presentó en solitario en varias ocasiones. Muchos quedaron cautivados por la belleza de sus pinturas y la emotividad con que plasmaba su cotidianidad. El estilo primitivista de los paisajes, las montañas y las personas del pueblo cobraron vida bajo su pincel, con las líneas sencillas y la vivacidad de sus colores al pintar.
María rompió con la tradición cultural de las mujeres de su época: no tuvo hijos, se convirtió en artista sin recibir formación alguna, cautivó galerías enteras con la inocencia de sus líneas. Luego de diez años de convivencia convenció a su esposo de separarse para que él pudiera tener hijos y después de divorciarse siguieron siendo grandes amigos.
María dedicó los últimos años de su vida a la pintura y jamás, hasta su muerte, abandonó sus pinceles. La artista dejó una obra de más de 300 lienzos en los que comparte su forma de ver el mundo.
Josefina Valencia Muñoz de Hubach
Popayán, 1913–1991
Josefina era política.
POPAYÁN, 1913–1991
Su padre fue poeta y uno de sus hermanos llegó a la presidencia. Ese medio sembró en ella la necesidad de contribuir con todas sus fuerzas a que las mujeres gozaran de su independencia. En ese tiempo, las mujeres estaban